Feminismo made in Spain: No lo llames feminismo, porque no lo es | José Riqueni Barrios

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Si ser feminista es luchar por la igualdad hombre-mujer, aunque resulte una obviedad, nosotros somos feministas, diríase que muy feministas; pero si ser feminista en España es buscar un  nuevo colectivo clientelar, el de las mujeres, y hacerle leyes inconstitucionales a la carta al objeto de comprarles su voto, un voto a costa de los derechos de padres e hijos, entonces somos antifeministas, diríase que muy antifeministas y, además, antipolíticos de toda banda política que ampare esta corruptela o degeneración de la democracia en la que cada colectivo social tiene unos derechos específicos a cambio de su apoyo en las urnas al partido que truca la jurisprudencia hasta ponerla a favor de cada uno de ellos, desoyendo el principio constitucional de igualdad ante la ley.

De modo que, lo que han montado aquí desde su astuto iniciador, un tal Felipe González, el ideólogo del clientelismo político español (PER, feminismo, sindicalismo…) es una “Industria de Género” en la que   trabaja medio país –las feministas y sus planchabragas– a costa del dinero que proporcionan los Fondos Europeos destinados a “Igualdad” y cientos de miles de padres divorciados reducidos a cajeros automáticos a los que jueces maniatados por la jurisprudencia hecha a gusto del brujerío les retienen sus rentas de trabajo y confiscan su patrimonio inmobiliario con los que mantener a un ejército de bien pagás, jubiladas de por vida aun en edad de trabajar, las mismas que critican a un patriarcado que las provee y proveerá de bienestar material.

El invento es para nota alta: ¡Yo te doy el dinero de tu ex, te quedas en casa sin pagar renta alguna y sin dar un palo al agua, pero tú me votas, bonita! ¡Qué gran contribución a la justicia social! ¡Qué ejemplo de país avanzado y constitucional!

De manera que, visto lo visto, aquí y ahora debemos emplear el término feminismo añadiéndole un adjetivo, ya que no es feminismo en sí, sino una tomadura de pelo por derecho y sin Derecho. Llamémosle, pues, feminismo español, feminismo mercantilista, feminazismo, feminismo pesetero, feminismo socialcomunista…, pero nunca feminismo a secas, ya que ello se presta a confusión. Personalmente preferimos referirnos a tan descarada tomadura de pelo como feminismo español o nacionalfeminismo.

Toda esta farsa del género y su ministerio de Desigualdad se disolvería como azucarillo en el café si se le cortase el grifo del dinero, porque “sin dinero no hay feminismo”.

Es lamentable, y los políticos que sustentan la basta y vasta jurisprudencia feminazi española debieran pagar por ello, que se esté destrozando la niñez de cientos de miles de niños en España y otros tantos de cientos de miles de padres que no pueden siquiera ejercer el derecho de visita a sus hijos, como también le ocurre a los abuelos con sus nietos. Y todo por un tráfico ilegal de votos a manos de una mafia feminista que hábilmente ha transformado a una parte del colectivo de madres en sujetas sin escrúpulos, valiéndose éstas del don de dar vida que la naturaleza les ha regalado, empleándolo en arrojar a sus inocentes cachorros a un infierno de dolor, criaturas sin derechos propios, meros objetos tras los que parapetarse, moneda de chantaje al padre de turno que haya tocado, arma arrojadiza, cuando un hijo es un sujeto de derecho que nace con un padre y una madre, un ser que tiene una extensa carta de derechos específicos asociados a su vulnerable condición y al objeto de salvaguardar su niñez, para que ésta sea en todo momento y circunstancia una infancia normalizada, sana y en igualdad entre ambos progenitores.

Frente a la farsa que sostiene toda esta basura de gente que vive engañándonos con el cuento chino ese de la ideología de género, que nunca debe llamarse feminismo, porque no lo es, sino que en realidad se trata de un constructo de laboratorio político-sociológico al objeto de descoser el tejido social formado por familias y en su lugar alzar una sociedad de individuos homos, todes elles bajo un mismo patrón ideológico-sexual, frente a tan maño camelo, un texto que ciertamente fue revelador al mostrarnos el meollo del asunto fue encontrarnos en su día con una noticia publicada en la web religionenlibertad.com (13/09/2018) y cuyo encabezamiento, por ser tan atractivo, nos animó a leer el texto que le seguía: “Las delirantes frases antifamilia del trabajo de máster de género de la ya ex-ministra Carmen Montón”.

En la extinta Unión Soviética era útil para medrar en cualquier cosa relacionada con el Partido, porque el Partido lo controlaba todo, como fue tener una buena nota en la asignatura «Comunismo Científico», asignatura que se impartía en las universidades de ese país.

En la España post-Zapatero, el equivalente al viejo «Comunismo Científico» es otra disciplina igual de vaporosa e ideológica, los “Estudios de Género».

A ellos se apuntó Carmen Montón, la ya ex ministra de Sanidad española, cuando estaba recién licenciada en Medicina. Lo explicó así al dimitir: «En los años 2010 y 2011, decidí cursar un máster para mejorar los conocimientos y hacer mejor mi trabajo en el Congreso de los Diputados».

Este trabajo de fin de máster es interesante por su enorme carga ideológica, un compendio de barbaridades tóxicas y absurdas cuya unión-fusión conduce al fanatismo, al delirio sin retorno, y que en el caso que nos ocupa contradice mucho lo que su protagonista había aprendido antes en una disciplina que sí es ciencia de verdad, la Medicina. La Medicina, como ciencia que es, se lleva mal con la ideología de género, porque ésta última desprecia a la biología y la naturaleza sexual humana, así como se sustenta en la fe de una nueva religión, la de género, fe de género que nunca se ha visto ni se verá.

El citado trabajo de la ministra acabó filtrándose en las redes sociales y la prensa crítica encontró en él algunas frases emblemáticas, los dogmas basales de la ideología de género, cimientos del nuevo orden homosexual, santo y seña del feminismo de aquí y ahora, el feminismo Made in Spain, catecismo inquisitorial que reproducimos:

«El patriarcado, como sistema económico, político y social que oprime y subordina a las mujeres, se sustenta y reproduce mediante instituciones que operan en forma constante […] Dos de las instituciones más importantes del sistema patriarcal son la familia y la maternidad».

«La familia patriarcal, dice Negles, es la derrota histórica del sexo femenino».

«La familia es la derrota de las mujeres».

«La maternidad ha sido fagocitada por la paternidad. El papel asignado a las mujeres sujetas y a su servicio. Esta trampa patriarcal lleva a confundir la maternidad […] Es la gran mentira del patriarcado. La condición de hijas huérfanas de madre es común a todas las mujeres». (Victoria Sau. “La maternidad vacía”, 1995).

«La maternidad es esclavitud, la maternidad es servidumbre, incluso si es deseada y es voluntaria. Las mujeres se ven obligadas a engendrar y parir por el patriarcado […] Hay que desterrar la idea de que la maternidad es lo natural […] La maternidad es una construcción social […], una posición social, un rol».

«Se medicaliza el cuerpo femenino en cuanto a la anticoncepción, gestación, parto o infertilidad».

«Las técnicas de reproducción vienen a parchear la sociedad patriarcal que está diseñada para los ritmos del hombre».

Producir niños para mujeres sin hombres y con dinero de todos fue la única contribución a la ideología de género en los cien días que Carmen Montón ejerció de ministra de Sanidad. De ahí que una de sus medidas fuese establecer que en España las parejas de lesbianas y las mujeres solas produzcan hijos mediante técnicas de reproducción asistida financiadas por todos los contribuyentes, hijos e hijas a los que educarán sin que medie varón y con acceso limitado al historial genético de esa criatura creada por el régimen: ¿quién fue el padre y la familia paterna, qué enfermedades tenía ese linaje…?

Carmen Montón critica el patriarcado y la maternidad, con eso pretendió alargar su ministerio, pero ella es madre, está casada y tiene una hija.

Claro que, en este contexto de pájaros y pájaras, estamos acostumbrados a escuchar eso de los parabienes de la Escuela Pública a la ministra de Educación de turno, mientras que sus pijos hijos van a escuelas privadas de élite, o a nuestro amigo el bolivariano señalar a la casta como la responsable de todos los males del país, pero cuando él entra en política, en pocos años ya forma parte de la casta, y justo entonces se convierte en aquel que siempre recordaremos, el responsable de esos miles de ancianos que a diario morían de Covid en sus residencias.

Carmen Montón, con su doble ideología, una, la personal-familiar y otra, la de su trabajo de política fugaz, la ideología de género, nos ha esbozado los mandamientos que antes aprenden y a diario sueltan como loritas las feligresas de la Orden del Hábito Morado, esas fierecillas, algunas de ellas femicolocadas en la cadena televisiva especializada en telebasura, las que tanto y tan teatralmente critican al patriarcado opresor educando así a las televidentas, el mismo patriarcado que ha sido, es y será el pagador de ellas y de toda mujer que no sea libre desde su formación-capacitación e independencia económica, extremos que ni el socialismo ni el comunismo están dispuestos a consentir a las mujeres, porque éstas sólo son un caladero de votos garantizados y hasta que ellas no descubran el engaño y la ruina moral que define su anodina existencia en la soledad de las eternas horas de los días, carnaza inútil que la tierra espera.

 

José Riqueni Barrios | escritor | Autor, entre otros, de “La industria de género al desnudo”, “Feminismo Made in Spain” e “Hijos del feminismo”.

NOTA: Este capítulo es uno de los 95 que componen la obra “Feminismo Made in Spain”, cuyo autor es el escritor José Riqueni Barrios, estando disponible para su compra en AMAZON desde el enlace https://www.amazon.es/Feminismo-Made-Spain-Riqueni-Barrios/dp/B09WCM8YVW

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