El Papa de la razón: Hoy se conmemora el primer aniversario de la muerte de Benedicto XVI

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Benedicto XVI, un sabio para la Iglesia. El pontífice falleció en Nochevieja dejando un importante legado cultural y filosófico. Fue autor de tres encíclicas y de varios libros

El pasado 31 de diciembre el mundo se despertaba con la noticia del fallecimiento de Benedicto XVI, el Papa de la renuncia, a los 95 años. «Con pesar doy a conocer que el Papa emérito Benedicto XVI ha fallecido hoy a las 9:34 horas, en el monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano». Así rezaba el escueto comunicado del director de la oficina de prensa del Vaticano, Matteo Bruni, para dar a conocer el fatal desenlace.

«Señor, te amo» son las últimas palabras de Benedicto XVI, pronunciadas al alba del 31 de diciembre de 2022 y que indican la gran y honda espiritualidad de Benedicto xvi

En efecto, hace un año, justamente, tras pasar varios retirado, nos dejaba un gran Papa, Benedicto XVI. Durante estos últimos meses se han publicado varios libros sobre su figura y su obra y su testamento espiritual. Además, se anuncia para el próximo año la aparición de sus últimas homilías, incluida aquellas que, ya de mayor, se esforzaba por preparar cada semana para la pequeña comunidad en que vivía.

El Papa de la razón: Claridad frente a confusión

Ratzinger fue el Papa de la razón y puso claridad en la doctrina desde que, en 1981, fue elegido para estar al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe. ¿Su objetivo? Confirmar en la fe. El aniversario de su muerte coincide, por cierto, con la publicación de la declaración Fiducia suplicans, que ha suscitado bastante confusión.

Y es que la claridad con que la Iglesia lidiaba con el mundo cuando su gobierno lo dirigía la inteligencia de un Ratzinger contrasta con la confusión actual. Benedicto XVI mostró que el Vaticano precisa de teólogos rigurosos, atentos sobre todo a la fidelidad y el sentido del dogma. Benedicto XVI entendía que la tradición y el magisterio no eran antiguallas, del mismo modo que no suponía que el contenido de la fe fueran un constreñimiento. Todo lo contrario: definía los dogmas como ventanas, puestas ahí por Dios, para que el ser humano descubriera la verdad.

A lo que se enfrentó fue a la persistencia con que los supuestos defensores de la racionalidad reducen la extensión de lo inteligible. La adhesión a un modelo cientificista deja fuera muchas regiones; de hecho, aparta de nuestra inteligencia aquellos continentes que más significativos resultan desde un punto de vista existencial. Ratzinger recordó la forma en que el cristianismo asimiló e hizo suyos los descubrimientos de los filósofos. Gracias a ello, la fe nacida en Palestina se universalizó y Cristo se convirtió en salvación de todos los hombres.

Para el Papa emérito, era la fe el auténtico acicate de la Ilustración. O sea, creía que lo que la razón y el mundo contemporáneo necesitan eran más religión, no menos. Porque al incidir en la apertura de la razón proponía que el secularista se sirviera de las bondades de la creencia a modo de terapia. La fe abre la razón, como si se tratara de un despertador que nos fuerza a abrir los ojos.

Quienes le trataron afirman que el Papa Benedicto XVI tenía una una cultura muy por encima de gran parte de su generación y que precisamente estas particularidades imprimieron un característico sello a su papado.

Ratzinger estaba tan convencido de que la tarea que le habían encomendado venía de arriba que buscó empequeñecer su ego. Por eso, no dudó en tomar decisiones arriesgadas y decir siempre lo que pensaba, a pesar de que en algunas ocasiones -quizá demasiadas para su edad- le ocasionara disgustos.

 Indiscutiblemente esa es una de las lecciones que cabe extraer de sus obras: la necesidad de que todos nos guiemos con buena intención, que nos conduzcamos siempre guiados por lo verdadero. ¿Quién osaría ponerse la opinión pública por montera y cultivar esa independencia de criterio, tal y como hizo Benedicto XVI, si considerara que hay bienes más valiosos que la verdad? El que tiene miedo al juicio del mundo revela que otorga más importancia a lo profano que a lo trascendente.

Si alguien en el siglo XX merece el título doctor de la Iglesia es sin duda el anciano de pelo blanco la nieve, límpido y lustroso como la verdad.

Gracias Santo Padre. Juan Pablo II y Benedicto XVI, dos grandes Papas que hicieron resurgir de las cenizas a la Iglesia.

(Con información de Josemaría Carabante  | El Confidencial Digital)

Nota: Benedicto XVI dejó como legado multitud de escritos, reflexiones teológicas, en algunos de ellos abordó la figura de Jesús de Nazaret. Entre sus libros destaca la trilogía, en la que trató la vida de Cristo a modo de ensayo: «Jesús de Nazaret» (2007), «Jesús de Nazaret: Desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección» (2011) y «La infancia de Jesús» (2012). Además, fue autor de tres encíclicas: «Deus caritas est» (2005); «Spe salvi» (2007), «Caritas in veritate» (2009). Fue el autor de trece «motu proprio» (un documento emanado directamente del Papa, por su propia iniciativa y autoridad y firmado por él) y de centenares de discursos como máxima autoridad de la Iglesia católica,

2 comentarios en «El Papa de la razón: Hoy se conmemora el primer aniversario de la muerte de Benedicto XVI»

  1. Se le echa de menos muchísimo. Menos mal que nos dejó todo su magisterio, sus escritos y su testimonio. Y el de sus hermanos, tan santos como él, como atestigua cualquier biografía del propio Benedicto XVI. Hicieron los 3 la voluntad del Padre, cada uno en su sitio, y lo sacrificaron todo. Ojalá pronto podamos verlos reconocidos como santos pronto. Personalmente, creo que ya lo son.

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