Marcelo Gullo: «Abrazarse hoy a Europa es abrazarse a una moribunda con fecha de defunción»

Share on facebook
Share on twitter
Share on linkedin

Marcelo Gullo, argentino, doctor en Ciencias Políticas y escritor, ha escrito una trilogía para abordar y desmontar la leyenda negra. Empezó, primero, con Madre Patria, continuó con Nada por lo que pedir perdón y hoy la cierra con Lo que América le debe a España, “porque hay una gigantesca falsificación de la historia universal”.

La periodista Nieves B. Jiménez le ha entrevistado para la Gaceta y por su interés fragmentos de la misma, centrándonos en los temas de más de actualidad

Si la historia la escriben los que ganan quiere decir que hay otra historia…

Esa falsificación de la historia constituye hoy el nudo de lo políticamente correcto. Porque el que controla el pasado controla el presente y construye el futuro. El gran jurista argentino Juan Bautista Alberdi afirmaba: “Entre el pasado y el presente hay una filiación tan estrecha que juzgar el pasado no es otra cosa que ocuparse el presente. Si así no fuera, la historia no tendría interés ni objeto. Falsificad el sentido de la historia y pervertís por el hecho toda la política. La falsa historia es el origen de la falsa política”. Es decir, de la política perversa que hoy padecemos todos: la política de los Kirchner en Argentina, de los Boric en Chile, de los Petro en Colombia, de los Puigdemont en España. Como dijo Juan Domingo Perón, tras el juicio y condena, España, “como nuevo Prometeo, quedó amarrada durante siglos a la roca de la Historia”, desamarrarla es obligación de todo hombre de bien que ame la verdad y la justicia.

Usted hace hincapié en que el cristianismo representó una liberación espiritual

Los gobiernos actuales de Hispanoamérica, que no son gobiernos de izquierda, son gobiernos progresistas, no son rojos sino rosados, son sirvientes de la oligarquía financiera mundial, el señor Gustavo Petro, el señor Evo Morales, el señor Gabriel Boric, el señor Pedro Castillo, que ahora está preso, no son nada más que la mano de obra más barata que ha tenido jamás el “imperialismo internacional del dinero”.  Son caniches de la oligarquía financiera internacional. Todos ellos ocultan a su población que antes de que España llegara a América lo que había en América no era un paraíso terrenal, era un infierno donde reinaba el canibalismo y la antropofagia, la esclavitud, el machismo golpeador y la prostitución. En el actual territorio de Argentina, entre los indios mocovíes, cuando una familia con un hijo recién nacido debía emprender un viaje, el padre ordenaba a su mujer que diera muerte a la criatura para que no resultase una incómoda carga. En Colombia, cerca de la ciudad de Popayán, los indios pijaos tenían como práctica capturar a todas las mujeres de sus enemigos que pudieran para abusar de ellas y dejarlas embarazadas. A los hijos que nacían los alimentaban con mucho esmero hasta que cumplían 12 o 13 años, momento en el que, estando ya bien gorditos los comían con gran fruición. Entre los guaraníes la prostitución era impuesta por los padres a sus hijas e incluso a sus esposas. Los caciques disponían de todas las mujeres de su tribu, a las que utilizaban como objeto de trueque u ofrenda con otras tribus. Lo que vivían las naciones sometidas era un infierno.

Lo que existía en México era una nación, la azteca…

Una nación dominante, que oprimía a decenas de otras naciones de la peor forma posible, porque no les exigía materias primas sino vidas humanas para llevárselas a sus templos. No para sacrificarlos a los dioses, sino porque las élites aztecas habían hecho de la carne humana su principal alimentación. William Prescott calcula en 20.000 por año el número de las victimas sacrificadas por los aztecas, pero hay autores que dicen que mataban 150.000 personas por año. La situación no era mucho mejor en el Perú, donde la nación quechua dominaba de forma brutal a cientos de naciones, haciendo tambores de la piel de los vencidos y vasos de sus cráneos.

Y entonces, España…

Gracias a España se produjo la liberación espiritual de Hispanoamérica, porque los dioses, que obligaban a los americanos a vivir en un mundo caracterizado por el temor y el terror, fueron reemplazados por un Dios Padre, y los sacrificios humanos que se realizaban cada día para aplacar la sed de aquellos dioses por la obligación de asistir los domingos a misa y recibir de las manos del sacerdote la Sagrada Eucaristía. Para ocultar la deuda que Hispanoamérica tiene con España, los historiadores negrolegendarios evitan decir que la realidad social que los misioneros cristianos hallaron en el Nuevo Mundo se caracterizaba por la presencia de numerosos dioses de la Muerte que dieron origen a la cultura del terror, a la tiranía de un pueblo sobre otros, a la opresión de los ricos sobre los pobres, a la guerra permanente entre los pueblos y las tribus, a los sacrificios humanos masivos, a la antropofagia, a la esclavitud, a la prostitución y a toda suerte de crueldades infames.

Casi parece aquel martirio de los primeros cristianos…

Cuando el gobierno mexicano trató de extirpar de raíz la fe católica de las masas indígenas, la fe de aquellos indígenas —su martirio para seguir siendo fieles a la fe católica— sólo encuentra parangón en el martirio de los primeros cristianos. No hubo ningún pueblo en Hispanoamérica que vertiera tanta sangre en defensa de la fe católica como el mexicano, y no hubo en el pueblo mexicano ningún sector social que luchara con tanto fervor y heroísmo para seguir siendo hispano y católico contra las balas del ejército “mexicano” como las masas indígenas y campesinas harapientas, que combatieron desde el 1 de agosto de 1926 hasta el 21 de junio de 1929 al grito de “¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe!”. Si la fe se prueba con la sangre, el pueblo mexicano probó la suya con creces, lo que sepulta definitivamente la interesada afirmación de que su cristianización fue “impuesta” y “superficial”: ningún pueblo da su vida por una creencia superficial e impuesta, sino que la dan sólo por las cosas en las que creen y por las cosas que aman. Esas masas amaron y abrazaron la nueva fe porque, como vimos, gracias a ella se terminó la “angustia del estar” y sus vidas dejaron de ser un infierno.

Y, tenemos que escuchar atrocidades como las de López Obrador exigiendo al rey Felipe VI que pidiera disculpas por la conquista de América. México ha merecido, desde luego, un capítulo importante…

Si hay un lugar donde se ha falsificado la historia y se comprueba que el origen de la mala política es la falsa historia, es México. México es el lugar por antonomasia de la falsificación de la historia en Hispanoamérica y de la leyenda negra. Los presidentes mexicanos dicen que la culpa de su subdesarrollo la tiene España, pero lo cierto es que, cuando se independizan, no hay ninguna ciudad en EEUU –ni Boston, ni Filadelfia, ni Nueva York– que se pueda comparar con Ciudad de México. Humboldt, que era antiespañol y anticatólico, cuando va en 1808 a México dice que es la ciudad más importante del mundo y que allí se comía mejor que en París. Pero no lo dice con respecto a las clases altas, sino con respecto a las populares. Afirma que un minero indio gana más que un minero en Alemania o Inglaterra. México era una potencia cuando EEUU eran 13 colonias miserables. Lo que hicieron los presidentes mexicanos es lo que esos nietos que dilapidan la herencia de sus abuelos y después le echan la culpa al abuelo.

Y, tiró por la borda la herencia de España…

Porque se dejó robar por los EEUU el 60% de su territorio. No se dejó robar piedras y arena, sino California. La perdió en 1848 y un año después EE.UU era, gracias a este territorio, el primer productor de oro del mundo. Y en 1910 EE.UU era el principal productor de petróleo del mundo, gracias a Texas. La culpa del subdesarrollo de México no la tiene España, sino la clase política mexicana, que no fue capaz de mantener la herencia recibida. Me permito sugerirle al presidente de México, con todo respeto, que el próximo 2 de febrero, cuando se cumpla un nuevo aniversario del ignominioso tratado de Guadalupe Hidalgo –por el cual los Estados Unidos arrebataron a México 2.378.539 kilómetros cuadrados de su territorio– invite al presidente de los Estados Unidos Joseph Biden, y en un gran discurso, cuando esté ante el presidente estadounidense, le exija que pida perdón al pueblo mexicano por haberle robado Texas, California, Nuevo México, Nevada, Utah, Colorado y Arizona, tierras que fueron indiscutiblemente parte de México.  Así comprobará ante el mundo que es tan valiente delante del presidente de los Estados Unidos como delante del rey de España.

¿Qué es lo que pasa hoy en día para caer en estas falsedades. Y la clase política…

La principal responsabilidad la tiene la clase política española por acción u omisión. La izquierda por acción y la derecha por omisión. La izquierda que hoy gobierna España no es más que un caniche de la oligarquía financiera mundial. Con ese sector no hay nada que hacer. Porque es como querer hablar de colores con los ciegos. ¡No hay nada que discutir! Ellos parten de la idea de que España es un mito, que no existe. Tampoco tienen buena voluntad, ni predisposición de llegar a la verdad. La izquierda española que hoy se ha hecho con el gobierno de España, entregando a España,  piensa que toda la historia de España fue un error, que no debería haberse producido la unidad entre Castilla y Aragón, que no se debería haber reconquistado Granada y trabajan ahora para que España se divida y balcanice.

Casi 600 millones de personas hablando español y otros deseando aprender nuestro idioma y, sin embargo, el actual Gobierno español impone ¡en el Congreso! que se hable en las lenguas de provincias (vasco, gallego, catalán…) y nadie se entienda en nuestra lengua común…

Hoy en España como en Hispanoamérica intentan destruir la lengua común, es decir el español. En Hispanoamérica la intentan destruir con el indigenismo, introduciendo el estudio de lenguas indígenas para conseguir la fragmentación lingüística. Como afirmó el socialista argentino Manuel Ugarte, la fragmentación lingüística es siempre una herramienta de las potencias hegemónicas para romper la unidad de los otros Estados. Cuando se pretende dividir una nación, que tiene una lengua común establecida, se comienza introduciendo en distintas regiones de esa nación la pluralidad lingüística, tanto en las escuelas como en las universidades. Luego, poco a poco, se excluye de esas mismas escuelas y universidades la lengua común del Estado, tras lo cual las distintas regiones que han establecido una nueva lengua o restablecido una antigua y excluido la común comienzan a sentir como extranjeros a los que antes consideraban como sus connacionales y empiezan a pensar en la independencia del Estado del que formaban parte. Curiosamente, lo que Ugarte temía para Hispanoamérica está sucediendo en nuestros días en la propia España. Cataluña es la prueba más palpable de lo que acabo de afirmar. Por eso España está hoy en peligro de muerte.

Abrazarse a Europa es abrazarse a una moribunda…

Los pueblos que no saben de dónde vienen no saben a dónde van y el pueblo español ha perdido su memoria histórica. La forma de amar, de vivir y de morir de los pueblos católicos será sustancialmente distinta de la de los pueblos protestantes. La reforma fue, en esencia, un proceso de descristianización que infectó luego, a la propia Francia con la Revolución francesa. Cuya máxima no fue en realidad “Libertad, Igualdad y Fraternidad” sino: Descristianización o Guillotina. Por ello, aquellos supuestos “revolucionarios” cometieron el primer genocidio de la llamada era moderna que fue el Genocidio de Vendée, el Genocidio de los católicos franceses que se negaban a dejar de ser sustancialmente católicos.

Paulatinamente, Europa se fue vaciando de contenido, de realidad sustancial y hoy, abrazarse a Europa es abrazarse a una moribunda, porque el estado laico francés, el estado laico alemán, el estado laico italiano, tienen fecha de defunción. Las inexorables leyes de la demografía determinan que, salvo un milagro, en un plazo no menor de veinte años y no mayor de cincuenta años, de las mujeres francesas, alemanas o italianas solo veremos sus ojos, y del vino francés o italiano solo tendremos un tenue recuerdo. España podrá salvarse de ese trágico destino solo por la llegada masiva de hispanoamericanos. Y será esa la deuda vital que España tendrá con América, nada más y nada menos que seguir siendo España.

Deja un comentario