Informes RENAVE sobre el COVID-19: útiles, pero insuficientes | Eusebio Alonso

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Los informes RENAVE los elabora el Instituto de Salud Carlos III con los datos suministrados por la REd NAcional de Vigilancia Epidemiológica. En relación con el COVID-19, el citado instituto emite informes con periodicidad semanal con objeto de dar una indicación del estado y la evolución de la pandemia en España. Se trata de informes con una extensión no mayor de 30 páginas cuya interpretación no requiere más que de unos conocimientos básicos de estadística. El último informe, en el momento de escribir este artículo, es el que hace el número 115.

https://www.isciii.es/QueHacemos/Servicios/VigilanciaSaludPublicaRENAVE/EnfermedadesTransmisibles/Documents/INFORMES/Informes%20COVID-19/INFORMES%20COVID-19%202022/Informe%20n%C2%BA%20115%20Situaci%C3%B3n%20de%20COVID-19%20en%20Espa%C3%B1a%20a%2026%20de%20enero%20de%202022.pdf

El informe recoge información sobre las seis olas de contagio o periodos epidémicos que hasta ahora hemos sufrido en España. La figura siguiente muestra la incidencia acumulada a 14 días (IA) de los mencionados periodos. En este punto me permito una pequeña digresión, ya que tengo interés en que el lector aprecie que la incidencia de la sexta ola ha sido brutal, comparada con las anteriores, en número de contagios.

Figura 1 Incidencia acumulada a 14 días desde el inicio de la pandemia

Los citados informes contienen valiosa información sin procesar (en bruto)  que es de considerable utilidad sobre la evolución de la pandemia. Esta información, de forma resumida, es la siguiente

  • Situación actual de la pandemia por grupos de edad y comunidades autónomas.
  • Casos recientes de COVID-19 notificados según gravedad (hospitalización, UCI y defunción) por grupos de edad y comunidades autónomas.
  • Gráficas recientes de la evolución de la incidencia acumulada. Permiten ver, no solo el ritmo de contagios, sino la posición de los picos de contagio de la última ola en las diferentes comunidades.
  • Evolución de las tasas de hospitalización y las tasas de mortalidad.
  • Evolución reciente de la pandemia, indicando sexo, ámbito de la posible exposición, tipo de prueba de laboratorio usada en la detección y la gravedad.
  • Graficas de porcentajes de hospitalizados, de ingresados en UCI y muertes en diferentes periodos.
  • Evolución del porcentaje de casos por ámbito de exposición y porcentaje de profesionales sanitarios respecto del total de casos.
  • Pirámides de población de contagios en los diferentes periodos epidémicos. Permite identificar el rango de población más afectada en cada una de las olas.
  • Casos notificados y gravedad por grupos de edad desde el inicio de la pandemia.
  • Evolución semanal de pruebas diagnósticas y porcentaje de positividad.
  • Evolución de la tasa de incidencia acumulada (IA), de hospitalización acumulada (HA) y de mortalidad acumulada (MA) a 14 días desde el inicio de la pandemia.
  • Monitorización de la mortalidad en España (MoMo).
  • Observaciones y conclusiones.

No obstante, desde mi punto de vista, del contenido del informe se pueden apreciar ciertas carencias que considero de considerable importancia. Estas son las siguientes:

  • La carencia más inexplicable es que ni en las gráficas ni en las estadísticas presentadas se hace distinción, como parámetro de análisis, entre los colectivos de vacunados y no vacunados. Esta grave limitación impide apreciar el efecto que están teniendo las vacunas en la población, sea positivo o negativo, durante la evolución de la pandemia. Estoy seguro que de haber dispuesto de esta información se harían visibles interesantes correlaciones bastante esclarecedoras.
  • Tampoco se hace distinción de las diferentes variantes relacionadas con el COVID-19 en ninguna de las gráficas. Todos los casos se tratan como COVID-19, lo que hace difícil realizar cualquier análisis posterior. Como consecuencia de esto, tampoco se puede saber cuál es la variante dominante en cada uno de los periodos epidémicos. Si dispusiéramos de las informaciones que se echan de menos, se podrían sacar conclusiones sobre la sensibilidad de los colectivos de vacunados y no vacunados a las diferentes variantes del virus.
  • Otra carencia importantísima es la ausencia total de información procesada. Una vez se hubiese añadido la información antes mencionada y partiendo de los datos de una población tan extensa como manejan los informes RENAVE, se podría dar una información bastante fiable a posteriori sobre la eficacia de las vacunas en relación con las diferentes variantes del virus que se han identificado hasta ahora, así como la posible correlación temporal entre la aplicación de las vacunas y la aparición de las variantes. Recordemos que Luc Montagnier, premio Nobel de medicina en 2008 y al que ahora se pretende desautorizar de manera febril por decir lo que piensa, ya predijo que la campaña de vacunación masiva contra el COVID-19 iba a provocar la aparición de nuevas variantes del virus.
  • Por último, el informe pasa de puntillas sobre un apartado muy importante como es el de Monitorización de Mortalidad (MoMo), sobre el que no da explicaciones, ni tampoco diferencia entre muertes debidas a COVID-19 y resto de causas producidas en España en los últimos meses. No obstante, sí que se puede comprobar que la gráfica de muertes totales observadas se encuentra por encima de las muertes esperadas, lo que produce una singularidad en la serie histórica que debería sugerir, si tuvieramos una Administración responsable, alguna explicación urgente por parte de las autoridades sanitarias.

Aparte de las observaciones y conclusiones presentadas por los autores del informe, yo quisiera añadir algunas conclusiones personales:

  • De la información de contagios que ofrecen estos informes se comprueba, sin necesidad de hacer ningún cálculo, que la eficacia real de las vacunas dista mucho de aquellos valores superiores al 90% de los que alardeaban todos los fabricantes de vacunas contra el COVID-19, y que ratificaron las autoridades sanitarias europeas y españolas al principio de la campaña de vacunación. Sin embargo, las cifras de eficacia en los prospectos de las vacunas no se han corregido, ni tampoco las farmacéuticas han pedido disculpas por el engaño que, quiero pensar que no fue intencionado y posiblemente obedezca a una simplificación del algoritmo de cálculo de eficacia de la vacuna o, tal vez, del uso de un algoritmo correcto con una muestra de población excesivamente polarizada.
  • Tampoco ha resultado cierta la expectativa de que teniendo un 70% de la población vacunada se alcanzaría con seguridad la inmunidad de rebaño. A las pruebas me remito: en la sexta ola ha habido mayor porcentaje de contagios que en cualquiera de las anteriores, llegando a una incidencia acumulada a 14 días de 4000 contagios por cada 100000 habitantes que es una auténtica barbaridad. Y eso ocurría cuando más del 80% de la población ya estaba vacunada. Me parece que lo de la inmunidad de rebaño fue tan solo un señuelo para tranquilizar a la parroquia. Lo digo porque no parece haber ninguna preocupación en las autoridades sanitarias para medir, realizando serologías a la población, cómo de lejos nos encontramos de la deseada inmunidad. Esta se obtendría teóricamente como resultado de la acción combinada de la inmunidad natural y de la inmunidad adquirida (consecuencia de las vacunas y de la exposición continuada de la población al virus). Es curioso que cuando donas sangre te hagan siempre pruebas de SIDA y Hepatitis, pero no exista interés alguno por hacer una serología COVID-19. Lo sé de buena tinta porque soy donante y he tenido curiosidad en preguntarlo.
  • Del informe RENAVE se aprecia que los indicadores porcentuales de gravedad (hospitalización, UCI y muerte) de la enfermedad en edades por encima de los 60 años siguen estando muy por encima de los otros grupos de edad, aunque se han reducido en relación al inicio de la pandemia. Las explicaciones habría que investigarlas con rigor científico evitando lo tópicos de uso habitual en los politicos de decir que es lógico que los mayores se mueran más. ¡Por esas genialidades les pagamos!
  • Los indicadores de incidencia y gravedad en menores de 10 años son realmente poco significativos, circunstancia que pone en cuestión el empecinamiento obsesivo de las autoridades en vacunar a todos los niños.
  • Los informes RENAVE no se hacen eco de los efectos indeseados de las vacunas. Para ello hay que acudir a otros informes, los de Farmacovigilancia de las vacunas COVID-19, a los que debería hacerse referencia. No obstante, los citados informes solo describen los efectos a corto plazo, que, por cierto, no son nada tranquilizadores. Al no existir todavía conocimiento de los efectos a medio y largo plazo de las vacunas, es imposible determinar con criterio la conveniencia de seguir vacunándose sin antes valorar la ratio beneficio/riesgo. En esto, como en tantas otras cosas de la vida, existen dos vías a seguir: racionalizar con información veraz y completa y después decidir, o hacer un acto de fe y “tirar p’alante” con lo que te recomienden los que dicen que saben del asunto.

https://aemps.gob.es/informa/boletines-aemps/boletin-fv/2021-boletin-fv/11o-informe-de-farmacovigilancia-sobre-vacunas-covid-19/

  • En cuanto a los entornos de contagio confirmados por el informe RENAVE, resultan muy ilustrativas las siguientes cifras:
    • Domicilio 33,1%
    • Laboral 4,8%
    • Escolar 1,9%
    • Centro Sanitario 1,7%
    • Bar/Restaurante 0,1%
    • Transporte 0,0%
    • Ocio Nocturno 0,0%
    • Peluquería/Estética 0,0%
    • Desconocido 42,6%

Un porcentaje “Desconocido” tan alto denota un deficiente servicio de rastreo. La forma tosca de mitigar esta incertidumbre consiste en repartir el porcentaje asociado con el entorno desconocido a los otros entornos de contagio. Este reparto se haría de forma proporcional al porcentaje conocido de cada uno de ellos.

  • No parecen estar justificadas las restricciones de acceso a las personas sin pasaporte COVID, tanto por las cifras mencionadas en el punto anterior, como por los resultados obtenidos en la comparativa entre comunidades en las que se exige este pasaporte para el acceso a lugares de ocio y las comunidades en las que no se exige. Veamos, por ejemplo:

 

 

Figura 2 Tasa de incidencia acumulada a 14 días de los últimos 4 meses en Cataluña y Madrid

En Cataluña, con restricciones generalizadas de acceso y movilidad a los no vacunados, se obtienen en la sexta ola mucho peores cifras de contagios, casi el doble, que en Madrid que no las tiene. No lo digo yo, lo dicen los informes oficiales RENAVE. Por sorprendente que parezca, el pico de incidencia acumulada en ambas comunidades ocurre en fechas diferentes, aunque las navidades, como suele ser habitual, tuvieron lugar en las mismas fechas. Estas medidas restrictivas también se han aplicado en países como Suiza, Austria y Francia que, aún así, han tenido una sexta ola mucho peor que en España. Parece obvio que las restricciones de acceso y movilidad no tienen justificación verificable con datos contrastados y deben obedecer a una intencionalidad más liberticida que sanitaria. No hay que ser muy lumbreras para concluir que los contagios se están produciendo principalmente en otros entornos diferentes a los lugares de ocio, cosa que los datos oficiales presentados en el punto anterior ya mostraban. Por otra parte, considerando que las vacunas no dan garantía de inmunización, no se entiende cómo las autoridades creen que un pasaporte asociado a una vacuna puesta hace seis meses da más seguridad que un test negativo realizado en el mismo día. Por favor, si alguien lo entiende que me lo explique.

Por último, no quisiera que se me interpretase mal. No deseo que este artículo parezca una crítica a los acreditados profesionales que elaboran los informes RENAVE. Agradezco sinceramente el esfuerzo que hace el Instituto Carlos III para preparar estos informes que nos permiten disponer de algo de claridad entre tanta desinformación mediática. Estoy seguro que si estos informes no son más completos no es imputable a decisiones surgidas en el ámbito profesional sanitario sino, muy posiblemente, a decisiones de naturaleza política con la intencionalidad de mantener a la población en el limbo, obedeciendo al dicho popular de “ojos que no ven, corazón que no siente”. ¿De que otra manera se podría explicar que en el estudio de evolución de una pandemia se haya obviado como criterio estadístico el estar vacunado o no? ¿A ver si va a resultar que los no vacunados ofrecen mejor respuesta inmune al COVID-19 que los vacunados y los intereses farmacéuticos y políticos prefieren silenciarlo? De las conclusiones obtenidas tras la lectura de estos informes me atrevo a afirmar que, en todo lo que rodea a la pandemia del COVID-19, hay demasiadas cosas oscuras que no hay interés en esclarecer y bastantes mentiras. Me refiero a todo lo que va desde el secreto origen del virus SARS-COV-2, a la eficacia, seguridad y necesidad de las vacunas en los diferentes grupos de población, pasando por las medidas de contención de la pandemia que se están aplicando y que vulneran sin justificación la libertad de la población.

De la mentira y de la ocultación de información veraz surge, como reacción inevitable, la desconfianza y la rebeldía. Creo recordar que fue el maestro Leopoldo Abadía el que aconsejaba, en relación con los productos financieros, que no comprásemos nada que no fuese capaz de entenderlo con claridad nuestra abuela. Supongo que, si hablase de productos sanitarios, el gran maestro abundaría en la misma idea. En fin, en nosotros queda la decisión de plantarnos y exigir responsabilidades y explicaciones exhaustivas, de lo que sucede, a las autoridades políticas y sanitarias, o agachar la cerviz y seguirles el juego hasta que la tozuda realidad, sin maquillajes, nos haga espabilar.

Eusebio Alonso | Escritor

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