Hay que llenar urnas y no tanto plazas | José Antonio Ruiz de la Hermosa

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Este domingo se ha celebrado en Barcelona una manifestación contra, otro más, el incumplimiento de la Constitución Española. Estamos tan acostumbrados a ello que, apenas, los que seguimos la actualidad social y política de esta Nación, ya ni nos exaltamos por ello. Simplemente, apuntamos en las columnas de debe y haber de nuestro libro de Caja-Registro este nuevo evento, tanto la manifestación, como lo que la provoca.

 

Al mismo tiempo, en este fin de semana, se ha realizado en Santa Pola (Alicante) un Congreso sobre Hispanidad. Los hispanistas, casi todos, más reconocidos y activos en este campo, han reivindicado la españolidad, el idioma español y sobre todo la unión de las antiguas provincias españolas de fuera de la Península Ibérica y que, gracias al apoyo unánime de la Masonería Británica y aquellas naciones que crearon, soportan la Leyenda Negra, utilizaron la debilidad creada por un rey que huyó a ser protegido por el segundo mayor enemigo de España en ese momento, y digo segundo, porque el primero siempre ha sido la pérfida Albión.

 

En los años de un rey felón, un agresivo vecino francés que quería apoderarse de España y un teórico aliado que decía ayudar a España, y que, en esa ayuda militar aprovechó para destruir las primigenias empresas manufactureras españolas y, sobre todo, comprar a todos los traidores que en España existían, se creó por parte de la ejecución de los planes del trío atacante, creando el germen necesario para la desmembración de la Nación más Antigua del Continente Europeo.

 

La actitud de una Monarquía absolutista y de quien debiera haber actuado desde dentro para rectificar su proceder. La actitud de los liberales y de aquellos que, amparándose en las instituciones nacionales e internacionales, aprovecharon un momento de creación de una Constitución más o menos discutible, llevaron a la situación adecuada para que un puñado de criollos con apetencias de mandatarios dictatoriales, que disfrazaban sus intenciones con loas a la libertad y demás consignas revolucionarias, a la apropiación de la mayor parte de lo que llamaban Imperio Español y que, en realidad, era un Estado con más igualdad y garantías de y en las personas que cualquier otro de esos siglos XVIII y XIX.

 

Los representantes de esa coalición de amigos de lo masón, comandados por un tal Miranda y al que se asociaron personajes de ese estamento dinerario y sobre todo sedicioso y separatista, llevó a las provincias de la España de América a la “SECESION”, que no a la Independencia Real. Una vez secesionados de su parte europea, con un mar de sangre creado por todo tipo de acciones sangrientas contra los que se oponían a ello, fundamentalmente los no criollos blancos, es decir el pueblo llano y trabajador, así como los que descendían de los indígenas de aquellos territorios, se procedió a asegurarse en sus cargos con el apoyo británico, lo que significó, ni más ni menos, que el endeudamiento de las provincias españolas de América. Endeudamiento que la mayoría han terminado de pagar a Inglaterra casi al final del siglo XX. También, las pérdidas territoriales a favor de terceros, como el caso de Méjico, que perdió casi la mitad de su territorio a favor de los Estados Unidos de Norteamérica.

 

En ese Congreso, la conclusión final por parte, sobre todo, de los delegados de los actuales países de Sudamérica ha sido concluyente: España es solo el 8% de los territorios y población hispanohablante y, teniendo en cuenta la situación política actual aquí, es imposible que pueda liderar cualquier tipo de acción que lleve a un acercamiento entre las antiguas provincias de América, hoy Estados Independientes y posibles unificaciones o reunificaciones, políticas o económicas

 

Porque, ciertamente, 200 años después nos encontramos nuevamente en una situación similar y que se podía haber evitado, una nueva insurgencia pretende secesionar y constituir nuevos Estados desgajados de España, pero en la propia Península Es curioso que personajes, como algunos diputados oriundos de, por ejemplo Almería, se declaren catalanes y sean abanderados de la secesión de las provincias en las que se ha eliminado de la vida pública lo que nos une a todos, el idioma, el espíritu y el orgullo de Nación Española. Siempre, con la ayuda de quien, en vez de enfrentarse a ellos, a sus intereses claros y a su actuación contraria a la legalidad, que les aporta pingües beneficios económicos, acabe llevándonos a todos al desastre y a la repetición de lo ya acaecido hace esos dos siglos.

 

Me parece muy bien, que los españoles llenen plazas, pero, lo que deben hacer es llenar urnas. Y sobre todo, lo que deben es obligar a los políticos, que viven de nuestros impuestos, a cumplir sus obligaciones para con la Nación y los ciudadanos. Y ahí lo dejo.

 

José Antonio Ruiz de la Hermosa es, de primera formación, Sanitario y Capitán retirado de Sanidad Militar. Después, historiador, escritor y divulgador. Actualmente dirige en Decisión Radio varios programas de divulgación histórica y “La Cortina de Humo” sobre la actualidad nacional.

1 comentario en «Hay que llenar urnas y no tanto plazas | José Antonio Ruiz de la Hermosa»

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