La relación entre las decisiones tomadas en Bruselas y la situación de los cultivos y explotaciones ganaderas en España es directa y crucial. Las medidas que emanan de la capital belga tienen un impacto profundo a más de 1.000 kilómetros de distancia, afectando el día a día de agricultores y ganaderos que ven cómo sus gritos de auxilio y protesta intentan llegar a los oídos de la Unión Europea (UE).
La influencia de Polonia en el Consejo de la UE
El inicio del curso político en Bruselas está marcado por el protagonismo de Polonia en el Consejo de la UE. José María Castilla, director de la oficina de Asaja en Bruselas, subraya a El Debate la importancia del papel polaco en la defensa de las causas del campo español durante su presidencia: «Polonia defiende a ultranza la agricultura y la ganadería y eso juega en nuestro favor».
Las batallas agrarias: Mercosur, el lobo y el bienestar aAnimal
El dirigente destaca los puntos calientes en los que los agrarios concentrarán sus fuerzas en Bruselas, desde la pugna por el acuerdo con Mercosur hasta las políticas de bienestar animal y la edición genética: «Nuestras reivindicaciones no van a parar, si tratan de engañarnos daremos guerra también en las calles». Esta firmeza refleja el sentir del campo español, que no está dispuesto a ceder ante imposiciones que destruyen su modo de vida.
Polonia, junto a otros países como Francia, Irlanda, Bélgica, Países Bajos y Austria, se ha manifestado en contra del acuerdo de libre comercio con Mercosur, desempeñando un rol fundamental contra la ratificación de este acuerdo. «El Parlamento Nacional polaco ya tiene una resolución en contra de la alianza con Mercosur. La carta que jueguen ahora es trascendental», señala Castilla, quien también menciona la discusión sobre la PAC (Política Agraria Común) y el marco financiero plurianual del futuro, donde Polonia busca garantizar que los presupuestos consideren la inflación para que el agricultor no salga perjudicado.
Sin embargo, el gobierno Sánchez, en una muestra de sumisión al globalismo imperante, ha apoyado este pacto que pone en riesgo la competitividad de nuestros productos y la seguridad alimentaria de nuestra nación.
Cláusulas espejo y desigualdades
Las llamadas «cláusulas espejo» en los acuerdos comerciales es otra muestra del doble rasero de la UE. Mientras nuestros productores se ven obligados a cumplir con estrictas normativas de bienestar animal y medioambientales, se permite la entrada de productos de terceros países que no cumplen con estos estándares, generando una competencia desleal que asfixia al sector agrario español. «En Europa hay restricciones al transporte de animales vivos que en los países de Mercosur ni se plantean y eso crea una distorsión en el mercado», lamenta Castilla. Además, critica los borradores sobre bienestar animal que prohíben el transporte de ganado vivo cuando se superen los 30 grados, pero no mencionan las bajas temperaturas: «Eso es una discriminación a los países del sur de Europa y hay que discutirlo».
La biotecnología: una necesidad ineludible
Las nuevas técnicas de edición genética y la aplicación de biotecnología en el campo también son temas esenciales para los agrarios españoles. «Europa no puede volver a perder este tren. La biotecnología permite ser más eficiente y sostenible y nuestros competidores ya la aplican», advierte Castilla, subrayando el riesgo de que en Europa se prohíba o no se regule adecuadamente, forzando a recurrir a terceros países.
El Eurobarómetro y la contradicción ecologista
El reciente Eurobarómetro especial sobre la agricultura revela la contradicción por la psicosis ecologista imperante en Europa. Un 84% de los españoles está dispuesto a aceptar una agricultura menos competitiva si es más ecológica. Sin embargo, casi la mitad (47%) no está dispuesta a pagar un 10% más por productos sostenibles, señalando una contradicción entre las expectativas ecológicas y la realidad económica.
Las políticas agrarias de la UE, impulsadas por una agenda ideológica 2030, están poniendo en riesgo la sostenibilidad del campo español. Desde acuerdos comerciales desventajosos hasta normativas de bienestar animal desiguales, los agricultores y ganaderos españoles enfrentan una lucha constante por defender sus medios de vida en un contexto político que ignora sus necesidades.
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