Manuel Ostermann es el Primer Vicepresidente Federal del Sindicato de la Policía Federal DPolG en Alemania. También es experto en seguridad interior y policía.
El periodista Zoltán Kottász le entrevista para The European Conservative. Habla de cifras y hechos sobre la migración. Por su interés reproducimos dicha entrevista
La crisis migratoria europea comenzó con la Willkommenskultur de Angela Merkel y su famosa frase « Wir schaffen das» («Podemos gestionarlo»). Diez años después, ¿qué ha aprendido Alemania?
En primer lugar, hoy sabemos —y de hecho ya lo sabíamos en diciembre de 2015— que esta sentencia histórica tenía poco que ver con la realidad cotidiana. Alemania se encaminaba hacia desafíos imprevistos. En retrospectiva, cabe decir que la canciller no favoreció ni a la seguridad interior ni a la población alemana con esa decisión. Hoy, nos enfrentamos a infraestructuras deterioradas, sistemas sociales sobrecargados, cargas financieras, una espiral de delincuencia y una amenaza de inspiración islamista claramente vinculada a la migración.
Los sindicatos policiales alemanes se encuentran entre los críticos más abiertos de la migración. ¿Será porque los agentes ven los problemas de primera mano a diario?
Sí. Como sindicato policial, nuestro principal deber es proteger el bienestar de los agentes, y vemos a qué se enfrentan a diario. En Alemania, los agentes se convierten en víctimas de delitos cada cinco minutos. La violencia contra los agentes es rampante. Los delitos violentos en general, los delitos sexuales y los delitos contra la libertad personal están en aumento. Diariamente, los agentes salen a la calle para garantizar la seguridad de las personas y, si es necesario, arriesgan sus vidas por desconocidos. No es una exageración; es la realidad actual en Alemania. Por eso no podemos permanecer en silencio. Nuestra responsabilidad es alzar la voz, porque en última instancia se trata de proteger la vida de nuestras fuerzas policiales. Como sindicato, consideramos que es nuestro deber ser claros y resilientes en su nombre.
En su discurso, usted afirmó que tratar con delincuentes de origen migrante es particularmente difícil. ¿Qué muestran las cifras?
Las estadísticas son contundentes. Según el informe federal sobre delincuencia de 2023, los hombres procedentes de los principales países de origen de los solicitantes de asilo —que representan menos del 1% de la población alemana— fueron responsables de 8.800 delitos sexuales. Esto equivale a 24 cada día. Antes de 2015, cifras de esta magnitud simplemente no existían. También lo vemos en la delincuencia juvenil y los delitos con arma blanca: los sospechosos de estos orígenes representan casi la mitad de todos los casos. Ignorar estos hechos solo crea más problemas: división, extremismo y erosión de las libertades colectivas. Ya está estadísticamente comprobado que esta ola migratoria ha alimentado la delincuencia. Negarlo sería irresponsable.
¿Los políticos toman hoy más en serio a los sindicatos de policía que hace una década?
En 2015 y 2016, nadie nos escuchó. Nos desestimaron, nos ignoraron, nos tildaron de radicales de derecha. Hoy la situación es diferente. Nuestra voz tiene peso real, incluso en la esfera pública. Ahora tenemos un ministro del Interior federal que está haciendo un excelente trabajo, y vemos que las cosas empiezan a cambiar, tanto en la política como en la sociedad. La clave ahora es mantener la seriedad, pero la claridad en nuestras demandas. Al fin y al cabo, se trata de la infraestructura de seguridad de Alemania, y no podemos ceder. La corrección política, que nos metió en este lío en primer lugar, tiene que acabar. Las cifras y los hechos no mienten: deben guiar la acción.
Sin embargo, los informes sugieren que los migrantes siguen adquiriendo la ciudadanía alemana con demasiada facilidad. ¿No es esto motivo de preocupación?
Bajo el antiguo gobierno, teníamos la llamada turbonaturalización: los migrantes podían solicitar un pasaporte alemán después de tan solo tres años. Afortunadamente, esto ya ha sido modificado por ley, aunque aún no ha entrado en vigor. La administración anterior era de izquierdas y creó el caos; un campo de escombros, para ser sinceros. El gobierno actual lleva poco tiempo en el cargo, así que debemos darle tiempo, pero al menos hay indicios de cambio. Uno de los problemas de Alemania es su burocracia: hasta cinco autoridades diferentes pueden ser responsables de un solo migrante. No es sencillo. Necesitamos urgentemente agilizar los trámites. Soy optimista y creo que vamos por buen camino, pero si el gobierno no cumple, será juzgado por sus acciones.
¿En qué medida los socialdemócratas, el socio menor de la coalición, suponen un obstáculo para estas medidas antimigratorias?
Ciertamente no ayuda que los socialdemócratas de izquierda intenten repetidamente bloquear una política de asilo coherente y realista. Aun así, confío en que el ministro del Interior tenga la fuerza para contraatacar. Si el gobierno no aborda este asunto con decisión, los votantes se volverán a otras partes, con resultados que solo significarán radicalización y división. Por eso hay que decirles claramente a los socialdemócratas: no hay tiempo para negociaciones interminables. O actuamos ahora conforme al Estado de derecho, o las fuerzas radicales ganarán poder. Y ninguno de nosotros quiere eso.
¿Entonces está descartada la cooperación entre la CDU y la AfD?
Eso no me corresponde a mí decidirlo; no soy político. Lo que diré es que no creo en la retórica de los cortafuegos. Soy demócrata de pies a cabeza. No necesito simpatizar con un partido ni estar de acuerdo con su programa, pero debo respetar que cualquier partido elegido democráticamente al parlamento tiene derecho a participar en el debate político. Negar eso solo fortalece los extremos. La democracia no puede significar hablar con algunos y excluir a otros. En última instancia, son los votantes —el pueblo— quienes deciden quién gobierna. Si los partidos tradicionales siguen excluyendo a otros, el resultado no será una menor radicalización, sino una mayor. Por eso apelo a la responsabilidad democrática de todos.