En un artículo anterior de opinión, traté el tema de la DANA que ha asolado el Levante Español desde una óptica más política; en mi artículo de hoy quisiera tratarlo desde un punto de vista más técnico en el tratamiento y la gestión de los desastres tanto los naturales como los causados por la acción humana. Para ello quisiera comenzar con la introducción de algunos conceptos básicos.
Los desastres naturales representan una amenaza constante para muchas naciones, y España no es la excepción. La geografía variada y el clima diverso del país exponen a las distintas regiones a varios riesgos naturales como inundaciones, terremotos, incendios forestales y sequías. Sin embargo, existe una diferencia importante entre el riesgo real de que ocurran estos eventos y el riesgo percibido por la población. Esta discrepancia influye de manera significativa en la preparación y respuesta ante desastres, y en cómo las políticas públicas se diseñan para mitigar el impacto de estos fenómenos. En este artículo, abordaremos los conceptos de riesgo real y riesgo percibido, la importancia de diferenciarlos y cómo influyen en la gestión de desastres naturales en España.
El Riesgo Real se refiere a la probabilidad y gravedad objetivas de que un desastre natural ocurra y cause daños significativos en una determinada zona. Este se evalúa mediante estudios científicos y datos históricos que permiten medir la frecuencia, intensidad y potencial de daño de eventos como terremotos, inundaciones o incendios forestales.
El Riesgo Percibido describe cómo la población, de forma subjetiva, evalúa la posibilidad y gravedad de que un desastre ocurra. Esta percepción puede estar influida por factores como experiencias personales, cultura, educación, medios de comunicación y la información recibida de fuentes oficiales y no oficiales. La percepción del riesgo puede ser significativamente mayor o menor que el riesgo real, y tiende a variar en función de la proximidad, tipo de evento y confianza en las autoridades.
Riesgo Real de desastres naturales en España
España, debido a su diversidad geográfica y climática, está expuesta a varios tipos de desastres naturales. Entre los más relevantes están:
- Inundaciones: Según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), las inundaciones son el desastre natural más frecuente en España. Regiones como la costa mediterránea y el sureste español son particularmente vulnerables especialmente en otoño, debido a a lluvias intensas que pueden causar riadas.
- Terremotos: España, aunque no se encuentra en una zona de alta actividad sísmica como otras partes del mundo, está expuesta a terremotos, especialmente en áreas como Andalucía, Murcia y la zona del Mar de Alborán. El terremoto de Lorca en 2011, de magnitud 5,1, demostró el potencial de daño que estos eventos pueden tener, especialmente en regiones con edificaciones vulnerables.
- Incendios forestales: Debido a su clima mediterráneo y extensas áreas boscosas, los incendios forestales son una amenaza persistente, particularmente en verano cuando las temperaturas son elevadas y la vegetación está seca. Las regiones más afectadas incluyen el noroeste de la Península, Galicia, el norte de Castilla y León, y Cataluña. Estos eventos suelen ser más destructivos la debido a políticas pseudoecologistas y a la despoblación rural, que aumenta la acumulación de biomasa en los bosques.
- Sequías: España también es susceptible a periodos de sequía prolongados, especialmente en el sur y sureste. La escasez de agua afecta tanto a la agricultura como al suministro de agua potable, aumentando la presión sobre los recursos hídricos y generando pérdidas económicas.
Riesgo Percibido: ¿Qué tan preparada se siente la población española?
La percepción del riesgo en España varía ampliamente dependiendo del tipo de desastre natural y de la zona geográfica. En general:
- Inundaciones: La población en áreas propensas a inundaciones, como Valencia o Murcia, tiene una percepción alta de este riesgo debido a la frecuencia de estos eventos. Sin embargo, en regiones donde las inundaciones son menos comunes, el riesgo percibido es menor, lo cual puede llevar a una menor preparación.
- Terremotos: El riesgo percibido de terremotos en España es relativamente bajo en comparación con el riesgo real. Incluso en zonas con actividad sísmica, muchas personas no consideran los terremotos como una amenaza significativa, en parte porque la frecuencia de eventos severos es baja y porque existe una creencia de que la infraestructura es lo suficientemente resistente.
- Incendios forestales: El riesgo percibido de incendios es alto en áreas rurales y en zonas con alta cobertura forestal. Las personas en áreas urbanas, no obstante, tienden a subestimar este riesgo, a pesar de que los incendios pueden extenderse rápidamente hacia zonas habitadas.
- Sequías: En regiones que sufren escasez de agua, como el sureste de España, el riesgo percibido es alto. La sequía se considera un riesgo significativo para el bienestar económico y social, especialmente para las comunidades agrícolas. En otras áreas, donde el agua es más abundante, la percepción de riesgo es menor.
La influencia del Riesgo Percibido en la preparación y respuesta
La discrepancia entre el riesgo real y el percibido puede influir en la preparación y respuesta de las personas y de las autoridades. Algunos efectos notables son:
- Preparación insuficiente: Cuando el riesgo percibido es menor que el riesgo real, es menos probable que las personas y comunidades tomen medidas preventivas. Esto es frecuente en zonas con actividad sísmica baja, donde muchos residentes no invierten en reforzar sus edificios, aun cuando un terremoto severo podría tener consecuencias devastadoras.
- Preparación exagerada: En otros casos, cuando el riesgo percibido es mayor que el real, puede haber una respuesta exagerada. Esto puede llevar a gastos innecesarios o a una sensación constante de temor. Por ejemplo, las personas en áreas urbanas pueden considerar que los incendios forestales son una amenaza directa para sus hogares, aun cuando estos se encuentran a una distancia considerable de zonas boscosas.
- Confianza en las autoridades: La percepción del riesgo también influye en la confianza de la población en la gestión de las autoridades. Cuando las personas sienten que el riesgo no es comunicado adecuadamente o que las medidas de prevención no son suficientes, puede aumentar la desconfianza en la capacidad de respuesta ante un desastre.
Estrategias para reducir la brecha entre Riesgo Real y Percibido
Para mejorar la gestión de desastres en España, es fundamental reducir la brecha entre el riesgo real y el percibido. Algunas estrategias efectivas incluyen:
- Educación y concienciación: Campañas de información y programas educativos pueden ayudar a que la población entienda el riesgo real de su región y cómo prepararse. Es importante adaptar esta información a las características culturales y sociales de cada zona.
- Mejorar la comunicación de riesgos: Es esencial que las autoridades proporcionen información clara, precisa y basada en datos científicos sobre los riesgos naturales. La comunicación de riesgos debe ser transparente para evitar tanto el alarmismo innecesario como la subestimación del peligro.
- Fortalecer la infraestructura y los sistemas de alerta temprana: Invertir en sistemas de alerta temprana para inundaciones, incendios y terremotos ayuda a reducir el impacto de estos eventos y puede mejorar la percepción de la preparación por parte de la población.
- Fomentar la participación comunitaria: Involucrar a las comunidades locales en la planificación y respuesta a desastres puede mejorar la percepción del riesgo y fomentar una preparación activa. Los programas de voluntariado y la creación de grupos de respuesta local pueden ser altamente efectivos en zonas rurales y urbanas.
La diferencia entre el riesgo real y el riesgo percibido de desastres naturales en España es un desafío importante en la gestión de estos fenómenos. Comprender esta diferencia permite a las autoridades diseñar estrategias que no solo aumenten la resiliencia ante desastres, sino que también promuevan una cultura de prevención y preparación en la población. Con la correcta educación, comunicación y participación, es posible cerrar la brecha entre el riesgo real y percibido, reduciendo el impacto de los desastres naturales y protegiendo mejor a las comunidades en todo el país.
¿Cuáles han sido los fallos más importantes?
La reciente DANA en la Comunidad Valenciana reveló varios fallos en la gestión y respuesta ante el fenómeno, afectando tanto a vidas, infraestructuras, seguridad y comunicación:
- Preparación y alerta insuficiente en áreas vulnerables: Aunque se emitieron alertas meteorológicas, la magnitud de la lluvia acumulada y la rapidez de las crecidas sorprendieron a muchas personas, especialmente en áreas como Paiporta, donde las calles quedaron inundadas. En algunos casos, los residentes no tomaron precauciones a tiempo, y las zonas de evacuación no se señalaron de manera eficiente.
- Problemas en el transporte público: La DANA causó cortes en vías importantes, como la V-31 en Valencia y rutas ferroviarias del Corredor Mediterráneo, que se vieron afectadas por inundaciones. La ayuda humanitaria a los afectados se retrasó mucho más de lo deseable, por otro lado, la falta de previsión en la gestión de infraestructuras críticas dejó a muchos pasajeros varados y obligó a Renfe a suspender varios servicios sin planes alternativos claros, generando demoras y confusión.
- Impacto en la agricultura por falta de medidas de mitigación: Los agricultores valencianos sufrieron pérdidas masivas, especialmente en cosechas. A pesar de los cultivos son vulnerables en otoño, no se implementaron medidas adicionales para proteger las cosechas, lo cual expuso aún más a los agricultores a pérdidas económicas graves.
- Comunicación deficiente de las medidas de emergencia: En muchos casos, la información no llegó de manera oportuna ni adecuada a la población. La falta de campañas de concienciación y señalización clara en las zonas afectadas contribuyó a que algunos ciudadanos no supieran cómo proceder ante las inundaciones y fuertes lluvias. Además, la falta de protocolos de rescate efectivos complicó la labor de los servicios de emergencia.
Estos fallos sugieren la necesidad de fortalecer los protocolos de alerta temprana, mejorar la infraestructura en áreas vulnerables y aumentar la comunicación para garantizar la seguridad en futuras DANAs y otros fenómenos climáticos extremos.
En conclusión, la reciente experiencia con desastres naturales en España subraya la importancia de reconocer y equilibrar el riesgo real y el riesgo percibido en la gestión de emergencias. Una comprensión clara y bien comunicada del riesgo real, basada en datos científicos y estudios específicos para cada región, es crucial para desarrollar infraestructuras resistentes y programas de prevención efectivos. Sin embargo, es igualmente importante gestionar el riesgo percibido por la población, que puede ser menor o mayor al real y afecta cómo la comunidad responde y se prepara.
Cuando la percepción del riesgo es baja en comparación con la amenaza real, los ciudadanos pueden subestimar su vulnerabilidad, lo que limita la efectividad de las medidas de prevención. Por el contrario, una percepción exagerada del riesgo puede llevar al pánico y a respuestas ineficientes, generando confusión y sobrecarga en los servicios de emergencia. La combinación de educación, comunicación clara y herramientas de alerta temprana efectivas permite reducir esta brecha, promoviendo una cultura de prevención y resiliencia que es esencial para hacer frente a desastres naturales cada vez más frecuentes y severos en España. Una vez más, gracias por leerme.
Albert Mesa Rey es de formación Diplomado en Enfermería y Diplomado Executive por C1b3rwall Academy en 2022 y en 2023. Soldado Enfermero de 1ª (rvh) del Grupo de Regulares de Ceuta Nº 54, Colaborador de la Red Nacional de Radio de Emergencia (REMER) y Clinical Research Associate (jubilado). Escritor y divulgador. |
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