Y hoy vamos a rescatar de la historia a un príncipe que llegó a ser emperador de Roma; fue un príncipe aislado, lejano y distante del pueblo; que visiblemente tenía mucha más consideración por sus caprichos personales y por el culto a su propia persona que por las necesidades del pueblo.
Este príncipe se llamaba Cómodo; y se proclamó emperador. Reinó desde el año 182 al 192, diez años, hoy diríamos, dos lustros, más o menos como dos legislaturas, gran coincidencia.
En Roma, le tenían por un emperador ajeno al pueblo, encerrado en su palacio, aislado en su ciudadela, donde vivía rodeado de su corte, entre bacanales, saunas, comilonas y lujuria de todo pelaje; ya me entiende usted, con sobrinas y sobrinos.
Tenía una favorita entre sus concubinas, una compañera que se llamaba Marcia, su carácter megalómano y ególatra hacía que no dudara en humillarla al igual que a otros subordinados, este era su constante modo de actuar deshumanizado, que caracterizó todo su reinado.
Se rodeó de sus cortesanos favoritos, a los cuales compraba su lealtad uno tras otro y les iba enviando a cargos relevantes, uno al capitolio o a gestionar los juegos y distribuía entre ellos prebendas cubriéndolos de honores. En otras palabras, para mantener su poder Cómodo se dedicaba al tráfico de colocaciones, trafico de honores, de puestos y de recompensas para tener a los suyos fieles y obedientes.
El carácter de Cómodo le condujo a hacer cosas terribles; una noche, en el palacio, después de cenar, en el patio, empujó a un pozo a su prefecto del pretorio en presencia de sus consejeros.
Lo que más le caracterizaba es que le gustaba mucho hablar, él hablaba, hablaba y hablaba, al muchacho, le gustaba hablar, ¡qué se le va a hacer!
Abandonó por completo el precepto imperial de la prudencia, más bien al contrario, el quería aplausos, quería a su alrededor cortesanos y gente que le aplaudiera; en ocasiones, descendía al anfiteatro él mismo, en unos juegos, entre los animales o vestido de gladiador; organizaba juegos que estaban centrados en su figura o colocaba un suntuoso trono en medio del espectáculo para recibir los aplausos hacia su persona, con gran ceremonia entorno a su imagen.
Ante este comportamiento, como era de esperar los reproches no tardaron en llegar y las críticas llovían entre la gente.
La primera crítica, grave de la que se le acusaba era de basar la paz en una política de fronteras abiertas, pues los que llegaban masivamente no tenían cultura romana y casi se les regalaba la ciudadanía, sin apenas requisitos y esto precipitaba los problemas sociales y de convivencia.
También fue acusado, de aumentar la llegada de trigo de África, lo que producía como consecuencia que los pequeños agricultores romanos de las provincias se arruinaran a causa de esta competencia injusta; y del mismo modo fue acusado de disparar los gastos del estado para la donación y distribución sin medida ni control de dádivas a los ciudadanos des-oficiados, el llamado, “pan y circo” aumentando muchísimo los impuestos a los ciudadanos productivos.
Cómodo, tomó el tesoro imperial y lo dilapidó y aumentó la presión fiscal sobre las provincias; las finanzas estaban fuera de control y la deuda del estado llegó a ser abismal.
Pero la fechoría presidencial se colmó, cuando acaeció un rebrote de la peste antonina en la cual, Cómodo, aprovechó para prohibir a los patricios bajar a reunirse en el Foro Romano, lugar de encuentro y de debate, los patricios lo criticaron mucho, ya que el emperador aprovechó este momento para cambiar la estructura jurídica de Roma, y esto los patricios no se lo perdonaron y Cómodo terminó mal, terminó muy mal; esta actitud autoritaria lo condenó definitivamente, y acabó traicionado por los más cercanos.
Y bueno, lo cierto y verdad es que no sé la razón por la cual me ha dado esta tarde por escribir estas cosas, historias de otro tiempo tan lejano que tal vez no interesen demasiado.
No obstante, he presionado mis parpados con los dedos al terminar de escribir, y al pensar que todo parecido con la realidad actual y con la situación de este momento en España es sin duda fortuita, o es simplemente, pura coincidencia.
Esperemos que llegue pronto un Gladiator y nos saque del apuro, de lo contrario tenemos Cómodo para rato.
Francis Martínez Peñaranda, escribe para usted de vez en cuando, gracias por atenderme, gracias por su tiempo.
Francisco Martínez Peñaranda. Artista y compositor, escritor y educador afectivo sexual.





1 comentario en «El Príncipe Cómodo | Francis Martínez Peñaranda»
Las similitudes con la situacion actual no pueden ser más precisas. Muy Buen articulo. Lo unico que queda por preguntarse es si la situación politica actual tendra un fin súbito tambien, por lo menos si lo tendrá.