Ante el golpe | Pío Moa

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Ante el golpe separatista de 2017 y la inacción del gobierno del PP, Felipe VI reaccionó valientemente, con lo que abrió paso a una situación nueva en España. Nueva desde que Aznar abrió camino al golpismo en 2002 (probablemente lo hizo por ignorancia histórica  e imprevisión, muy comunes en su partido, pero lo hizo). La novedad política abierta por el discurso del rey fue que por primera vez, y gracias a  VOX, se plantaba cara abiertamente al proceso de destrucción de la nación española y de la democracia.  Ahora estamos ante una reversión de aquella novedad, con un golpe  mucho más peligroso que el de 2017, pues viene organizado desde el propio gobierno. Y de momento no se observa reacción clara del rey.

Pero el golpe es real y extremo, y hay que resistirlo y anularlo por todos los medios. Abascal lo ha expresado con nitidez en su declaración institucional, tan distinta de las memeces manipuladoras de Pujoliño Feijóo o la fraudulenta Ayuso. Y ha expresado que ante tal situación, los españoles demócratas debemos resistir y detener a los golpistas. Una democracia como la de Perú, más defectuosa que la española (aunque esto es difícil), ha sido capaz de encarcelar a un presidente golpista, y esto es lo que debe ocurrir en España. Pues en otro caso los encarcelados, como bien ha señalado Abascal, seremos los demócratas.

El golpe podría ser parado fácilmente por las instituciones, desde el rey al poder judicial, las Cortes o el ejército, también la universidad y las instituciones culturales. Pero tantos años de involución antidemocrática han corrompido todas esas instituciones hasta un grado que podría impedir la  reacción. El poder judicial, empezando por el tribunal constitucional y el supremo, ha sido corrompido a fondo  por el PSOE y el PP en complicidad , y lo ha demostrado a menudo;  el Congreso y el Senado son precisamente el nido y alma de la corrupción, con algunas excepciones; la universidad es menos que mediocre, una factoría de falsificación histórica;  el ejército ha dejado de ser español para estar al servicio de la OTAN, es decir, de Gibraltar como si dijéramos; etc.  Este panorama no es, sin embargo, completo: hay en todas esas instituciones sectores patrióticos y democráticos que podrían evitar males mayores si tomaran la iniciativa. De otro modo solo quedaría la rebelión ciudadana contra el nuevo despotismo.

Quienes conozcan la historia, es decir, muy pocos entre los políticos y los periodistas, saben que la guerra civil se originó en el golpe de la falsificación electoral por el Frente Popular, que rompió todas las normas democráticas. Y que el Frente Popular consistió, como ahora, en una alianza formal e informal entre el PSOE y los separatistas, con el adorno de Azaña y sus majaderos partidarios. Y ahora, casi 90 años después, una nueva alianza de la maldad vuelve a atacar a fondo la nación y la democracia. “Un pueblo que olvida su pasado se condena a repetirlo”, decía Santayana. Recordémoslo, pues.

Pío Moa | Escritor | https://www.piomoa.es/

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