Los enviados especiales de la Casa Blanca para Oriente Medio aspiran a resolver el conflicto en los próximos meses.
Sánchez ha conseguido que España no pinte nada en política exterior.
EE. UU. deja fuera a España: el fracaso exterior de Sánchez
EE. UU. deja fuera a España en las negociaciones cruciales entre Argelia y Marruecos. La Casa Blanca avanza hacia un acuerdo histórico en el norte de África sin contar con Madrid. La política exterior de Pedro Sánchez ha llevado a nuestro país a la irrelevancia internacional más absoluta.
La diplomacia española, antaño un actor respetado en el Mediterráneo, vive su peor momento en décadas. Mientras Jared Kushner y Steven Witkoff, emisarios norteamericanos, avanzan hacia una solución al conflicto del Sáhara Occidental, el Ejecutivo español observa desde la barrera, sin voz ni voto.
El dossier Argelia-Marruecos: Estados Unidos toma el control
El enviado especial de Donald Trump, Steven Witkoff, confirmó en la cadena CBS que “habrá un acuerdo en los próximos días” entre Argelia y Marruecos, dos naciones enfrentadas durante décadas. Estados Unidos busca estabilizar el norte de África, impulsar la seguridad regional y frenar la influencia de Rusia y China.
EE. UU. deja fuera a España de este proceso pese a su histórica implicación en el Sáhara. El propio Witkoff aseguró que “nuestro equipo está muy comprometido en este asunto”, dejando claro que Washington lidera el diálogo con un plan estructurado y ambicioso. Mientras tanto, Sánchez permanece mudo ante un acontecimiento que afecta de lleno a los intereses energéticos, diplomáticos y económicos de nuestro país.
Sánchez y la crisis del Sáhara: la rendición ante Marruecos
Todo comenzó en 2021, cuando el Gobierno de Pedro Sánchez permitió la entrada clandestina en España de Brahim Ghali, líder del Frente Polisario. Aquel gesto encendió la ira de Marruecos, que respondió retirando a su embajadora y permitiendo la entrada masiva de inmigrantes ilegales por Ceuta y Melilla.
Para intentar recomponer la situación, Sánchez entregó de manera unilateral la soberanía española ante Mohamed VI, aceptando su plan sobre el Sáhara Occidental y renunciando a la posición tradicional de neutralidad. A cambio, obtuvo silencio y desprecio. Marruecos logró su objetivo, Argelia rompió relaciones diplomáticas con España, y nuestro país perdió credibilidad en el Magreb.
EE. UU. deja fuera a España porque ya no confía en un gobierno que ha dilapidado la política exterior española. Argelia, ofendida, suspendió el tratado de cooperación firmado en 2002. Los contratos energéticos y comerciales se congelaron, y los flujos diplomáticos se redujeron a mínimos.
El norte de África se decide sin España
La diplomacia norteamericana, con Kushner y Witkoff al frente, dirige ahora las conversaciones para resolver el conflicto entre Argelia y Marruecos. Ambos países disputan el liderazgo regional, se arman hasta los dientes y mantienen relaciones rotas desde hace años. El objetivo de Washington es evitar un conflicto abierto y garantizar estabilidad en una zona clave para Europa.
España debería ser actor esencial en este tablero. Su historia, sus lazos económicos y su posición estratégica le otorgan legitimidad. Sin embargo, el Gobierno de Sánchez ha borrado nuestra presencia internacional. Ni Moncloa ni Exteriores forman parte de las negociaciones. La prensa extranjera lo resume sin rodeos: España ya no pinta nada.
Una política exterior de sumisión y propaganda
Desde la llegada de Sánchez, la política exterior española ha caído en el servilismo y la improvisación. El Ejecutivo ha preferido la sumisión a intereses exteriores y la propaganda interna a la defensa de los intereses nacionales. Mientras otros gobiernos negocian en los grandes foros, España se dedica a discursos vacíos sobre feminismo, clima o memoria histórica.
La falta de seriedad diplomática, los constantes bandazos y el desprestigio internacional de Sánchez son evidentes. Ningún aliado confía ya en su palabra. Los resultados son claros: España ha perdido influencia en Bruselas, peso en la OTAN y credibilidad en el norte de África.
Mientras Argelia y Marruecos reconfiguran la región bajo supervisión norteamericana, nuestro país se limita a aplaudir desde la distancia, sin capacidad de decisión ni poder de negociación.
El desenlace es claro: EE. UU. deja fuera a España de las negociaciones más relevantes del Magreb. Y no se trata de un error diplomático puntual, sino del resultado directo de una política exterior torpe, ideologizada y sumisa.
La ausencia de España en el escenario internacional demuestra la pérdida de peso de una nación que alguna vez lideró el Mediterráneo. Hoy, mientras Estados Unidos, Argelia y Marruecos negocian el futuro del norte de África, España observa impotente. Somos el hazmerreir del mundo en política exterior.
