¿Es la familia y el matrimonio el mejor entorno para un niño? Los estudios dicen que sí.

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Si quieren reducir las cifras de pobreza infantil o abandono escolar, lo mejor es que los padres de esos niños se casen primero y luego tengan niños. Que vivan con ellos durante toda su infancia, por supuesto, con el mismo nivel de compromiso con el que sus padres (los abuelos) los criaron a ellos. Y si quieren reducir la desigualdad: la receta es la misma, matrimonios, y estabilidad familiar.

Todos los partidos hablan de la desigualdad y pobreza, especialmente la infantil, pero ninguno lo enfrenta realmente. Nadie habla de lo que más importa. Montan, entre otras cosas, un Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil que no sirve para nada, porque no ataca una de las principales causas del problema: en todos los países en los que se han realizado estudios en profundidad sobre el estancamiento de ingresos de ciertas familias o la ruptura del ascensor social, se ha señalado el efecto del incremento de hogares en el que uno de los dos progenitores (casi siempre el padre) no vive con sus hijos.

Es obvio que hay otras razones: (i) inestabilidad-precariedad laboral en España; (ii) salarios bajos; (iii) mal diseño de servicios, políticas públicas y fiscalidad. La diferencia es que todas esas otras razones están más o menos sobre la mesa, al menos teóricamente, aunque las soluciones que se proponen para enfrentarlas sean absurdas en su mayoría, y además, no se implementan casi ninguna. Pero del origen del problema, o sea, del matrimonio… nadie lo aborda. Nadie.

Dos noticias

– La primera, una encuesta del Pew Research Center, acerca de la visión que tienen los norteamericanos sobre el matrimonio y la familia. Una de las últimas preguntas gira en torno a qué elementos son necesarios para llevar «una vida plena». Las respuestas: 71% cita «tener una carrera» y un 61% «tener buenos amigos»; pero sólo un 26% «tener hijos» y un 23% «estar casado». Esto es, prefieren unos pocos dólares de más a una familia, para «mi felicidad» no es especialmente importante tener hijos o estar casado.

Luego, los mismos encuestados se dicen preocupados por el desplome en el número de matrimonios y por el hecho de que también en EEUU estén cayendo las tasas de natalidad. Aunque esto de los niños importa menos, quizás porque se han creído la milonga de que los niños son malos para el medioambiente (un 41% de los encuestados dice que es positivo para la naturaleza que nazcan menos niños, frente a un 11% que lo ve negativo).

También es verdad que estas encuestas nunca preguntan a los más interesados, los niños. Cuando los menores tienen la palabra siempre dicen lo mismo: queremos vivir con nuestros padres. No es que nos sorprenda, pero ya que estamos todo el día con la cantinela de escuchar al niño, no estaría mal hacerle caso en esto, porque son 100% coherentes y constantes en su exigencia.

Por otra parte, este otoño, en EEUU se ha publicado un libro que está generando bastante debate. Se llama  The Two-Parent Privilege. How Americans Stopped Getting Married and Started Falling Behind de Melissa Kearney [podríamos traducirlo como «El privilegio de la doble paternidad. Cómo los americanos dejaron de casarse y comenzaron a quedarse atrás»].

La tesis parece sencilla y no es nueva. Lo que explica es que hay pocos indicadores mejores para anticipar la vida futura de un niño que el hecho de si vive con sus dos padres de forma estable. Sí, los ingresos y estudios de los padres también importan. Sí, hay hijos criados por una madre soltera que terminan siendo millonarios, mientras otros hijos de familias tradicionales y de ingresos altos acaban en prisión por tráfico de drogas. Y sí, hay matrimonios muy tóxicos, en la que la mejor noticia para todos es que aquello termine cuento antes. Lo repito: sí, sí y sí a las tres cosas.

Pero, lo repito también, estadísticamente, para sacar a los niños de la pobreza lo que se necesitan son matrimonios estables. Lo que dice Kearney en las entrevistas es de cajón; dos padres bajo el mismo techo aportan todo aquello que un niño más necesita: ingresos más elevados, más tiempo y dedicación, estabilidad, protección frente a imprevistos, modelos-roles... Además, todos los que han estudiado el tema recuerdan que es bueno para los niños pero también para los padres: parece ser que lo de «sentar la cabeza» no es una manera de hablar y que nos hacemos más responsables y trabajamos más (sobre todo, los hombres) cuando nos casamos.

Los matrimonios no provocan desigualdad

Además, los mismos indicadores apuntan a que la evolución de los matrimonios en EEUU en los últimos 30-40 años tampoco ha provocado mayor desigualdad, otro de los mantras de la modernidad. Ha sido al revés.

¿Por qué esta diferencia entre el discurso anti-familia y la práctica? Pues es un misterio, pero los pobres (en EEUU, especialmente en las comunidades negras) están aplicando ese discurso al pie de la letra y con pésimos resultados.

Lo cierto es que el tener «los dos padres» es muy bueno: mejores resultados en la escuela, el mercado laboral y la justicia. Y mejor aún si los padres están casados, porque las parejas de hecho tienen ratios de disolución (a igualdad del resto de factores como edad, ingresos, estudios) superiores a los matrimonios.

Políticas antimatrimoniales o antifamiliares

Con todo ello, y como nos dicen todos los partidos políticos, que las preocupaciones más acuciantes son la pobreza infantil y la desigualdad, hay pocas cosas que deberían estar en la agenda legislativa y en los programas electorales, de forma más constante que la promoción del matrimonio y la familia. De hecho, si fuera verdad lo que dicen, debería ser una política incluso transversal, a derecha e izquierda.

Pero como bien saben, la palabra «matrimonio» y «familia» no existe en los programas electorales de los partidos españoles – por supuesto no entro en los temas de homosexualidad y transexualidad-.  Tienen la solución a mano pero la ignoran por completo o, incluso, aplican políticas contrarias al matrimonio y la familia.

En efecto, de hecho, en ocasiones toman medidas que van en la dirección contraria, puesto que perjudican a esos matrimonios que deberían mimar.  Llevamos mucho tiempo pagando por aquello que hace que los niños pobres sean más pobres y tengan menos posibilidades en la vida por políticas antifamiliares. El problemas es que la destrucción de la familia ha sido es el objetivo de la izquierda desde hace medio siglo en España. ¿ Y la derecha? Igual de maricomplejín que en otras cosas, hace al final la misma política que la izquierda.

(Con información de Libertad Digital/Domingo Soriano)

1 comentario en «¿Es la familia y el matrimonio el mejor entorno para un niño? Los estudios dicen que sí.»

  1. Es que la derecha está llena de complejos y piensa que no es progresista más que lo que dice la izquierda. Hay que quitarse los complejos empezando por ocupar la calle, que la izquierda cree suya y acosarlos como hacen ellos, se acabó el «faire play», ahora vamos a por ellos y se van a enterar.

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