Viene año de elecciones en España. Las vamos a tener de todo pelo… será por elecciones… estamos todo el día en las urnas. Unos se presentarán como “de derechas”, tildando a los otros de “comunistas”. Otros se van a presentar como “de izquierdas”, tildando a los otros de “fascistas”. Y eso será “lo más lindo” que se digan.
Las maneras serán espantosas, se insultarán entre sí, se burlarán los unos de los otros… algo en lo que no tienen que fingir demasiado, porque efectivamente se odian… y se odian porque tanto unos como otros desean los mismos puestos, desean las mismas prebendas, desean “el mismo falcon”, y no repararán en gastos ni en esfuerzos para conseguirlos.
A los votantes nos parecerá que nos jugamos el cuello con nuestro voto, y que podemos hacer que las cosas cambien radicalmente o que, por el contrario, sigan como están, porque es lo que queremos.
En realidad, sólo acudimos a una pelea de títeres, una pelea a bastonazo limpio… pero de títeres… Porque el titiritero nunca se pelea… sencillamente, no tiene nadie con quien pelear: él ha escrito el guion; él ha producido los títeres; él los ha vestido para que salgan al escenario tan pertrechados como él quiere que salgan. Luego los niños aplauden a unos títeres y abuchean a otros… nada que no haya previsto de antemano el titiritero, verdadero dueño y señor de la situación. El ha escrito también el desenlace. Los muñecos, gobernados a través de hilos de seda transparentes que el espectador no ve, no hace otra cosa que lo que desea el titiritero, al que el espectador no ve porque se oculta tras una cortina… y que los niños, mayoritarios entre el público, no sólo es que no vean, es que ni saben que existe, pensando que los muñecos son reales, tienen voluntad y hacen lo que efectivamente desean hacer… y unos son malos, y otros son buenos… unos son “de derechas”, y otros son “de izquierdas”.
Sí señores, tal es la triste realidad de la democracia en este momento de la Historia, -tal vez en algún momento fue mejor, no lo sé, no lo creo-, reducida a la convocatoria de elecciones periódicas, generalmente cada cuatro años, en las que vote uno lo que vote, el proyecto es el mismo… porque el guion ya está escrito.
Gane quien gane, el titiritero, escondido tras las cortinas que cuelgan de algún lugar del mundo, ya ha decidido el papel que va a representar cada uno de sus títeres: unos harán como que apoyan el proyecto, otros harán como que se oponen; unos dirán que hay que subir impuestos, otros harán como que hay que bajarlos… pero al final, todos harán lo que diga el titiritero. Y el titiritero sabe muy bien cuál es el guion, porque lo ha escrito él. Y el guion es siempre el mismo, el suyo, se ponga el muñeco como se ponga… Porque el muñeco también lo ha creado él, y el muñeco hace lo que él le dice en el guion.
Las leyes serán las mismas, los impuestos serán los mismos, no obstante lo cual, el titiritero ha previsto que el discurso sea diferente: unos parecerán más amables, para aliviar a los niños más asustadizos; otros serán más desagradables, incluso francamente desagradables, para arengar a los niños más resentidos… Al final, la única alternativa que el titiritero permite a su público, es que a la hora de aplaudir, ganen los asustadizos o ganen los resentidos. Pero asustadizos o resentidos, el guion lo ha escrito él, y no lo va a cambiar. El muñeco sólo interpreta.
Lo llaman democracia… en realidad es teatro de títeres… Nos dejan elegir al títere, pero no al titiritero. Al titiritero no lo ha elegido nadie. El titiritero se ha elegido él mismo.
Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
Luis Antequera | Escritor
3 comentarios en «Nos dejan cambiar el títere, pero no al titiritero | Luis Antequera»
Por favor, en la próxima háblenos del titiritero o titiriteros si es que hay mas de uno, no nos deje con esa curiosidad.
Un cordial saludo
Francisco A. López Martínez
El problema es ¿ Que hacemoos ? somos impotentes