Marcos López Herrador es poeta, novelista y divulgador histórico. Es autor de treinta y tres libros. Es autor de numerosos artículos y es colaborador del programas radiofónico como En la boca del lobo, de Informa Radio. Pertenece al grupo poético La Flor de Cristal, y es miembro de la Asociación de Escritores con la Historia.
El periodista Javier Navascués le entrevistó para Infocatólica. Por su interés reproducimos dicha entrevista
– ¿Qué le llevó a escribir el libro La Forja del Imperio Español?
Tiene mucho que ver con mi actividad como escritor. Hace unos años, la Editorial Sekotia me encargó que escribiera un libro sobre el Imperio español para su colección titulada: «Sin complejos», donde se abordaban temas que de alguna manera resultaban polémicos. Escribí entonces Imperio Español sin complejos. Como se trataba de un encargo, el número de páginas no pasó de las 185, y yo me quedé con ganas de más. Pero escribiendo uno de mis últimos libros: Historia de la banca y el dinero, entre la documentación y bibliografía consultada, me encuentro una y otra vez con que lo que está generalmente asumido es que la primera globalización es la que se produce con el Imperio británico a partir de 1874. Una vez más, se nos niega el pan y la sal, porque la primera globalización que el mundo ha conocido, como tantas otras cosas, es la que tiene lugar con el Imperio español a partir del siglo XVI. Vi que había llegado el momento de escribir La forja del Imperio español. La primera potencia global de Occidente.
– Es un libro más sobre el Imperio español, ¿qué aporta de original?
No es en absoluto un libro más sobre el mismo tema, porque aporta una visión original y distinta, que trata de poner en valor hechos, personajes y situaciones, que a la luz del relato generalmente admitido, no acaban de adquirir su verdadera dimensión. Este libro intenta de la forma más sencilla y divulgativa posible dar una nueva luz a cuanto no acaba de adquirir la verdadera grandeza que le corresponde, porque, de forma consciente o inconsciente, tenemos asumido el relato negrolegendario que todo lo retuerce hasta tergiversarlo, en contra de la verdad y de cuanto signifique ser hispano.
En esta obra hago y razono una serie de reivindicaciones que me parece imprescindible tener en cuenta, como por ejemplo el derecho de todo escritor español a escribir sobre la historia de España, sin la coacción de que, o adopta los dogmas negrolegendarios, o será tachada su obra de «leyenda rosa». Un escritor español debe tener la misma libertad que un francés para escribir sobre su historia, y no conozco a ningún historiador galo al que se le aplique ese calificativo.
Reivindico el verdadero papel de Isabel la Católica, que en mi criterio debe ser considerada como «madre de Occidente». Denuncio la banalización que pretende hacerse del hecho del Descubrimiento, cuando se afirma que de todas maneras América estaba a punto de descubrirse; en este caso, demuestro analizando país por país que no. Ocurre igual con la afirmación de que América ya había sido descubierta por otros pueblos. Reivindico la verdadera dimensión del Descubrimiento de América y la radical transformación que produce en un mundo que a efectos prácticos funcionaba como si fuese un planeta plano. En fin, tema a tema, he procurado aportar un nuevo enfoque, que aporte puntos de vista nuevos, originales e insospechados, pero siempre al servicio de la verdad.
– ¿Surge su libro como reacción a la lamentable enseñanza pública en España que olvida la historia de España y a su aportación a la historia del mundo?
No cabe duda de que la enseñanza de la Historia de España se encuentra en una lamentable situación en nuestro país. Y lo más duro de asumir es que forma parte de un plan político en el que, para construir dentro de nuestras fronteras naciones que no existen, resulta imprescindible negar la existencia de la única nación que sí existe: España. Para lograr el éxito buscado, todo lo que tenga que ver con ella ha de ser silenciado y demonizado.
Esta obra pretende formar parte de la lucha cultural en defensa de cuanto somos, lo que sólo puede entenderse a la luz de nuestra historia, que es única, grandiosa, irrepetible e inimitable, cosa que demuestro punto por punto.
– ¿Por qué menciona usted las Leyes de Indias y la importancia de la religión en la visión del Imperio español?
Porque son revolucionariamente pioneras en el enfoque de cómo han de relacionarse los seres humanos en una situación como la que se dio, cuando una potencia occidental inició su expansión por el mundo, resultando un caso único, dado que el resto de las naciones europeas, cuando formaron imperios, lo hicieron sobre bases religiosas, morales y culturales que nada tuvieron que ver con el Imperio español.
En el caso de España, la religión tuvo un papel fundamental; en concreto, fue decisivo que cuanto hicimos estuviese inspirado por un humanismo cristiano, que inspiraba un sentimiento de misión al servicio de Dios, del que carecieron por completo otros imperios de raíz protestante, imbuidos de una superioridad racial y religiosa, que determinaron su relación con otros grupos humanos, un individualismo radical, un materialismo absoluto y la aplicación de la codicia como valor supremo en lo económico.
Las Leyes de Indias son una manifestación de cuanto digo.
– ¿Fue el imperio español racista como afirma la Leyenda negra?
Si de algo no puede jamás acusarse al Imperio español es de racista. Desde el primer momento, y por voluntad e inspiración de Isabel la Católica, el racismo quedó expresamente excluido de toda relación con los indígenas. De hecho, el rasgo distintivo que definió la nueva sociedad que nace al otro lado del Atlántico es el del mestizaje.
Lo que no debemos es de caer en el error de confundir racismo con clasismo, cosa que sí que había en la sociedad española de los siglos XVI y siguientes. Las diferenciaciones, cuando las había eran por clase, no por raza.
– ¿Por qué muchos españoles, especialmente la izquierda, asumieron los mentirosos postulados de la Leyenda negra?
Resulta éste un fenómeno sorprendente y que raramente podemos encontrar en otros pueblos. Pudiera parecer que los españoles padecemos esa lacra de carácter. Sin embargo, y lamentablemente, hay razones históricas que lo explican. La sustitución de la dinastía de los Austrias por parte de los Borbones, al comienzo del siglo XVIII, dio lugar a que la corona fuese tomada por una dinastía francesa, que llevaba siglos siendo enemiga mortal de España y de todo lo español. Los nuevos reyes veían mal todo lo que tuviera que ver con los Austrias y, por tanto, con todo lo que tuviese que ver con el descubrimiento, conquista y evangelización de América, y nada mejor para apoyar ese punto de vista que utilizar la Leyenda Negra. Todo español que quisiera medrar o hacer carrera en la corte o en el nuevo régimen, si sabía lo que le convenía, debía adoptar ese discurso. De esta manera, lo nuevo, en alguna medida, lo moderno y por decirlo en términos coloquiales, aunque sea una palabra no aplicable en la época, lo «progre» era ser negrolegendario y enemigo de la historia de España. Esto vino a agudizarse en tiempos de la Guerra de la Independencia, en la que ser ilustrado, estar al día y ser liberal, equivalía a ser afrancesado. Por cierto, que también era la forma de hacer carrera en la corte de José I, hermano de Napoleón. Esta misma posición, en el siglo XX fue heredada por quienes se definían a sí mismos como progresistas, y hasta hoy.
– ¿Cree usted que ahora muchos jóvenes empiezan a informarse sobre la historia de España gracias a las nuevas tecnologías y a libros como el suyo?
Estoy convencido. Todo espíritu inquieto, y los jóvenes suelen tenerlo, necesita conocer cuales son su raíces, tanto personales como las que tiene por pertenecer a una determinada comunidad. Sólo la Historia puede satisfacer esa necesidad de saber. De este modo, acercarse a su estudio, significa que pronto empiezan a despertarse curiosidades sobre las contradicciones entre la verdad y lo poco y mal que le han enseñado. La Historia y su conocimiento pueden convertirse entonces en una verdadera pasión.
En cualquier caso, no sólo ésta mi última obra, sino en general cuanto escribo tiene la vocación de ser instrumento que abra y facilite el camino en el conocimiento de la verdad.
– ¿Qué simbolizó la idea de la Hispanidad en el imperio español?
La Hispanidad es el ser, es el alma, la más grande construcción cultural y civilizatoria que jamás se haya llevado a cabo en una extensión de territorio tan increíblemente enorme. Hispanidad e Imperio español son la misma cosa. En realidad, es la verdadera Madre Patria de todos nosotros. Es una forma de ver el mundo, de vernos a nosotros mismos, y de estar en el mundo, desde la concepción de este a través de un humanismo cristiano, en el que los bautizados somos hijos de Dios y todos iguales ante Él, y entre nosotros, con un sentido de trascendencia, por el que nos percibimos como formando parte de una misma comunidad, que habla un mismo idioma, que nos permite no sentirnos extranjeros entre nosotros, pertenezcamos o no a un mismo país.
– ¿Cuáles son las diferencias entre el Imperio español y otros imperios?
Debemos partir de la base de que el Imperio español es único e incomparable. De ninguna manera puede ser considerado como uno más de los imperios formados por naciones europeas, desde el Descubrimiento de América hasta mediados del siglo XX, en el que se producen los grandes procesos de descolonización.
Digo que es único, porque mientras el Imperio español existió, no existió ningún otro. Los llamados imperios europeos son un fenómeno propio del siglo XIX, justo cuando el español ya había desaparecido. Repito, mientras el español existió no hubo ningún otro. Ciertamente otros países europeos tuvieron la posesión de algunos territorios al otro lado del océano, pero nada que fuera mínimamente comparable con el que España había formado desde el siglo XVI.
Y es incomparable por esta razón y, con más motivo, porque estuvo basado en fundamentos que nada tuvieron que ver con los que inspiraron a los demás imperios europeos. Para empezar, fue un imperio generador y no extractivo, como lo fueron los llamados imperios coloniales. Fue un imperio integrador, que pretendió llevar el Reino de Dios a los habitantes de otras tierras, considerándolos hijos de Dios e iguales en dignidad. Y esto se logró desde la aplicación de los fundamentos del humanismo cristiano y del universalismo católico, en el nombre de Dios y con el sacrificio de la propia vida, si fuese necesario, de los evangelizadores.
Como bien puede comprobarse, nada que ver con la realización práctica de la obra de otros imperios, especialmente los de raíz protestante, que como ya he apuntado, estaban inspirados por un materialismo fundamental, un individualismo radical, una concepción propia de pueblo elegido, y, por tanto, que actúa desde la supremacía racial, que ha de imponerse al indígena, al que no le queda otra opción que desalojar el territorio o morir. Y todo ello, movido por un sentimiento de codicia como único motor de la economía.
Sí, efectivamente, hay diferencias radicales entre ambos modelos, de modo que podemos entender por qué resulta tan fundamental para la mentalidad protestante hacer pasar nuestro modelo por el malo e intentar hacerlo y hacernos desaparecer.
1 comentario en ««La Hispanidad es el ser, es el alma, la más grande construcción cultural y civilizatoria que jamás se haya llevado a cabo»»
la Hispanidad último reducto de la civilización cristiana