Regularizar inmigrantes ilegales es la gran bandera del Partido Popular, que vuelve a alinearse con el discurso globalista y renuncia a defender a la familia española.
El PP asume el marco ideológico globalista
El Partido Popular ya no disimula. La propuesta de regularizar inmigrantes ilegales confirma su deriva ideológica y su sumisión al pensamiento globalista dominante en Bruselas.
El vicesecretario de Economía y Desarrollo Sostenible del PP, Alberto Nadal, ha defendido abiertamente la regularización de inmigrantes ilegales para cubrir puestos de trabajo. Lo ha hecho en una entrevista concedida a Europa Press.
Nadal propone permitir que estos inmigrantes trabajen en sectores donde, según él, falta mano de obra. El dirigente del globalista PP plantea una supuesta “inmigración selectiva” -legal o ilegal-, basada en baremos diseñados por el Estado. Según su planteamiento, España debe importar trabajadores cuando no encuentre españoles dispuestos a ocupar esos empleos.
Este discurso no resulta nuevo. La izquierda lo repite desde hace años. Ahora, el PP lo asume sin complejos y lo presenta como solución técnica, cuando en realidad supone una rendición política.
La propuesta de regularizar inmigrantes ilegales ignora deliberadamente el drama de millones de españoles que sufren precariedad, paro estructural y asfixia fiscal.
Sustituir nacimientos por inmigración masiva
Alberto Nadal reconoce que la natalidad en España resulta “muy baja”. Sin embargo, lejos de apostar por una política firme de apoyo a la familia y a la natalidad, propone cubrir ese vacío demográfico con inmigración, mucha inmigración.
El dirigente del PP admite que fomentar la natalidad es una política a medio-largo plazo y requiere décadas. En lugar de asumir ese reto, opta por el atajo y el parche: traer población extranjera para sostener el mercado laboral.
Este planteamiento revela una visión profundamente materialista del ser humano. Reduce a las personas a meros recursos económicos y desprecia el valor social de la familia natural. Así mismo, no le importa el mantener la esencia y la identidad de España, solo le interesa el aspecto eonómico.
La regularización de inmigrantes ilegales no resuelve el problema demográfico. Solo lo disfraza mientras agrava otros conflictos sociales, culturales, religiosos y económicos.
España no sufre un problema de falta de población. Sufre un problema de abandono político de la familia y de la maternidad.
El PP habla de proteger a la familia, pero en la práctica rechaza aplicar políticas valientes. Prefiere importar mano de obra masiva ilegal antes que apoyar a los matrimonios jóvenes españoles.
La defensa de regularizar inmigrantes ilegales se presenta como una medida pragmática, pero esconde una renuncia ideológica a la soberanía nacional y al bien común.
Un mercado laboral castigado por el propio sistema
Nadal también señala que la tasa de ocupación en España se sitúa diez puntos por debajo de los países más avanzados de Europa. En este punto acierta, pero vuelve a errar en el diagnóstico final. Reconoce que existen pocos incentivos para trabajar y un castigo fiscal importante al empleo. Sin embargo, evita señalar a los responsables políticos que han creado este marco asfixiante.
El Partido Popular comparte con el PSOE la aceptación del modelo fiscal confiscatorio, del intervencionismo laboral y del sometimiento a las directrices globalistas. Eso sí, un poco más moderado.
La propuesta de regularizar inmigrantes ilegales sirve para ocultar el fracaso del mercado laboral español, que expulsa talento, penaliza el esfuerzo y cronifica la precariedad.
Nadal incluso respalda la propuesta de Foment del Treball y la CEOE para incorporar 1,5 millones de inmigrantes en la próxima década. Esta cifra resulta reveladora del rumbo elegido. Este modelo no fortalece España. Debilita salarios, tensiona servicios públicos y diluye la cohesión social.
Un proyecto nacional serio debe priorizar a los españoles, proteger el empleo digno y fomentar la natalidad. El PP elige otro camino.
