Bill Gates, a través de GAVI, Moderna y la propia OMS, es uno de los personajes centrales en la actual campaña mundial de vacunación contra el covid. Al mismo tiempo, el multimillonario invierte fortunas en su principal obsesión, reducir drásticamente la población mundial. ¿Le ven algún sentido?
El planeta entero está sometido a una frenética campaña de vacunación contra la primera pandemia gestionada a escala mundial, y detrás de esta estrategia sanitaria hay un nombre que aparece una y otra vez: Bill Gates, año sí, año no, el hombre más rico del mundo desde hace décadas.
Gates -directamente o a través de sus fundaciones- es el particular que más ha donado a la Organización Mundial de la Salud, y constituye, en general, una de las principales fuentes de financiación de la organización internacional, lo que, evidentemente, le da una influencia arrolladora sobre este ente supranacional que es el mismo que ha decretado la pandemia de coronavirus y ha ido decidiendo paso a paso la estrategia mundial de la lucha contra la misma, a menudo con medidas contradictorias.
El fundador de Microsoft aparece continuamente en los medios y en foros nacionales e internacionales para insistir en la necesidad de que se universalice la vacuna (un producto que vende a través de Moderna) o para anunciarnos cuál va a ser nuestro futuro.
Para lo primero la Fundación Gates ha donado 420 millones de dólares (hasta noviembre de 2020) para desarrollar vacunas anti-Covid y más de 4 mil millones de dólares a Gavi, una organización actualmente al frente en la distribución de la vacuna a países pobres.
En cuanto a lo segundo, hay algo que obsesiona a Gates como obsesionaba a su padre, socio de la fundadora de Planned Parenthood, Margaret Sanger: reducir drásticamente la población. Cuando habla del asunto -y lo hace a menudo-, Bil no se refiere a que la población mundial deje de crecer, o a recortar un millón aquí y allá: habla de reducirla en miles de millones.
La Fundación Bill y Melinda Gates anunció reciente su Plan de Acción para los próximos años, especificando las partidas a las que destinará los fondos, y la parte de león va a programas de anticoncepción: 1.400 millones de dólares para la planificación familiar y la salud de la mujer, con particular atención al aumento de las opciones y al acceso a anticonceptivos, y el apoyo a una red de socios para la planificación familiar, entre las cuales Unfpa Supplies Partnership, Family Planning 2030, Global Financing Facility y la nueva iniciativa “Shaping Equitable Market Access for Reproductive Health”.
Algo no cuadra. Estar al mismo tiempo obsesionado con reducir drásticamente la población y realizar denodados esfuerzos por salvarla es posible, pero improbable.
(Carlos Esteban. Infovaticana)