España cierra sus nucleares mientras China lidera el futuro energético

España cierra sus nucleares

China liderará el mundo en energía nuclear en 2030

Mientras España cierra sus nucleares, China acelera su carrera hacia la soberanía energética. Según Nikkei Asia, el régimen de Pekín ha aprobado la construcción de 10 nuevos reactores nucleares con una inversión equivalente a 27.700 millones de dólares. Estas plantas añadirán más de 12.000 megavatios de capacidad a su red eléctrica. Los reactores estarán distribuidos en cinco provincias costeras y gestionados por gigantes estatales como China National Nuclear Corp y China Huaneng Group.

Este impulso forma parte del objetivo estratégico del presidente Xi Jinping, que busca reducir la dependencia del petróleo —China importa el 70 % de su crudo— y consolidar un sistema energético limpio, autónomo y potente. La proyección para 2030 es clara: China se convertirá en el mayor productor de energía nuclear del mundo, superando a Estados Unidos y Francia.

La energía nuclear representa hoy un 4,7 % del mix energético chino, pero se espera que alcance el 10 % en 2040. Mientras tanto, en Europa, el coste, la burocracia y la agenda globalista ralentiza los proyectos . En China, la experiencia acumulada y la eficiencia estatal están logrando resultados.

Estados Unidos reacciona con ambición nuclear

El ejemplo chino ha tenido su eco. Estados Unidos, lejos de cerrar plantas, está revitalizando su programa nuclear. La Casa Blanca emitirá órdenes ejecutivas para acelerar el despliegue de nuevos reactores. El objetivo: modernizar infraestructuras, garantizar la seguridad energética y alcanzar los compromisos de emisiones cero.

Además, el Congreso ha aprobado la Ley ADVANCE de 2024, que reduce trabas regulatorias y promueve reactores de nueva generación. En un gesto inusual, demócratas y republicanos coinciden en que la energía nuclear es clave para el futuro. El objetivo declarado: triplicar la capacidad nuclear de aquí a 2050.

Mientras tanto, España cierra sus nucleares sin ni siquiera sentarse a debatir alternativas. Otros países miran al futuro; nuestro gobierno se aferra a prejuicios ideológicos.

España cierra sus nucleares y desprecia el diálogo

La ministra Sara Aagesen, que sustituyó recientemente a Teresa Ribera, continúa la senda del rechazo sistemático a la energía nuclear. No solo mantiene la hoja de ruta del cierre de las pocas centrales existentes, sino que además se niega a recibir a representantes del sector, como el Foro Nuclear o la Plataforma Sí a Almaraz, Sí al Futuro.

Por tercera vez, Aagesen ha rechazado reunirse con defensores de la central de Almaraz, una planta que ha demostrado eficacia, seguridad y aportación clave a la estabilidad de la red. Mientras tanto, su ministerio sí recibe al Grupo Asesor del Hidrógeno Renovable, un lobby formado por empresas interesadas en fondos públicos y subvenciones.

Es una declaración de intenciones ideológica, profundamente alejada de la realidad energética global.

Ribera, de cerrar reactores a aceptar la energía nuclear en Europa

La actitud del gobierno español es contradictoria. Teresa Ribera, artífice del cierre nuclear en España, hoy se acomoda como comisaria europea en Bruselas. Desde esa posición ya no se opone a la energía nuclear, e incluso la contempla como parte de la estrategia verde continental. Pero en su etapa ministerial, no se reunió jamás con Foro Nuclear ni con ninguna entidad del sector. Ahora, en Europa, ha tenido que alinearse con una realidad que aquí negó: la energía nuclear es parte del futuro energético de Occidente.

Mientras tanto, España cierra sus nucleares y desprecia décadas de desarrollo tecnológico, capital humano y experiencia acumulada. La soberanía energética se debilita y se entrega en manos de intereses extranjeros.

¿Cuál es el coste de esta ceguera energética?

El mundo opera hoy con 411 reactores nucleares activos. En total, suman 371 gigavatios de capacidad. China camina hacia los 110 GW en 2030. España, por su parte, se encamina al desmantelamiento total de su red nuclear para 2035.

Esta política suicida tendrá consecuencias:

  • Más dependencia del gas natural importado.
  • Mayor emisión de CO₂ por la intermitencia renovable.
  • Aumento del precio de la electricidad.
  • Inestabilidad en el suministro.
  • Pérdida de soberanía nacional.

España necesita diversificación, no dogmatismo. La energía nuclear no es una amenaza: es una herramienta clave para el desarrollo económico, la seguridad nacional y el bienestar de las familias

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