En torno al Magnicidio de Carrero Blanco | José María Manrique

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Cuando se cumple el 50 aniversario del Magnicidio del Presidente del Gobierno D. Luis Carrero Blanco, coincidente con un momento crítico como pocos para España y para Mundo, merece la pena repasar lo que pasó entonces y lo que supuso.

Puede considerarse que el magnicidio puso fin, drásticamente, al Régimen del 18 de Julio, bien que desde años antes estuviera herido de claudicaciones internas y que la denominada transición durará bastantes años más desde la implantación de la Constitución de 1978.

El asesinato del primer Presidente del Gobierno de Franco, apenas pasados cuatro meses desde su nombramiento, fue un hito trascendente para España. Para constatarlo basta considerar que no pasaron dos años más y ya el Príncipe Juan Carlos, en vida de Franco, entregó la Provincia nº 53, el Sáhara Español, a Marruecos por dictado norteamericano. Aquello ocurrió el 14 de noviembre de 1975 mediante Acuerdo Tripartito de Madrid o la «Declaración de Principios entre España, Marruecos y Mauritania», un texto jurídico contrario a la legalidad española e internacional, y ocultado a la nación. Con Carrero vivo (72 años) no hubiera ocurrido esto ni por asomo, como tampoco los cambios y la guerra revolucionario-subversiva que se desencadenó tras el magnicidio (oficialmente, 8 asesinatos antes, 19 en 1974, 17 en 1975, 19 en 1976 -Arias/Suárez, 13 en 1977, 69 en 1978 -Constitución-, 170 en 1979, 106 en 1980).

Si el rey nombró a Suárez casi un año después de su entronización, y también por entonces (noviembre 1976) fue aprobada la Ley para la Reforma Política, es lógico considerar que al menos Carrero habría sido mantenido en su cargo el mismo tiempo. La monarquía liberal juancarlista no estaba, ni con mucho, consolidada ni siquiera entre todos los monárquicos, por lo que los cambios y saltos al vacío no eran previsibles. Piénsese que con un Arias no opuesto a la demolición del Régimen, la misma tuvo que hacerse pausadamente en tres años (1973-76), y Carrero se habría opuesto, además de a la entrega del Sáhara, a una deriva rupturista, y también a facilitarla presentando su renuncia temprana al cargo.

Si la inestabilidad interna marroquí, de la que se hablará más adelante, hubiera forzado a Hassan II a declararnos la guerra en 1973, con un Franco que estaba dispuesto a la misma (la prueba más clara es que salieron tres promociones de tenientes de Zaragoza en dos años, las XXX  y XXXI en 1975, y la XXXII), el resultado de la misma habría sido una generación de militares que, como la de la “Guerra de África”, podría haber conducido el futuro de España.

El atentado. Generalidades

Nunca se sabrá a ciencia cierta quién y cómo hizo el magnicidio de Carrero, lo cual, por otra parte, es casi consustancial a todos los españoles “modernos” (Prim, Cánovas, Canalejas y Dato, más los intentos a Amadeo y Alfonso XIII), y en los extranjeros.  Ausencia de pruebas periciales y autopsias, procesos judiciales amañados o directamente interrumpidos, desaparición física de testigos o implicados, años de secreto oficial, censura o destrucción de los documentos clasificados, el que las órdenes más comprometedoras no se escriben, la ausencia de memorias y de “arrepentidos”, son una especie de constante universal en los grandes acontecimientos (lo demuestran las múltiples revoluciones, la voladura del Maine, el asesinato de Kennedy, la muerte de Juan Pablo I y un larguísimo etcétera)….

Lo cual, por otra parte, ocurre también en muchos otros hechos históricos.

Pero basándose en premisas sólidas, como documentos conexos e indicios diversos, así como los antecedentes y consecuencias de un magnicidio, se puede llegar a conclusiones “ciertas”.

Estudio del Atentado. El escenario del crimen

Tras la tremenda explosión que hizo desaparecer el coche del presidente de la vista del de su escolta, se produjo en la calle Claudio Coello un cráter 19×8 m, con 2’5 m de profundidad. El vehículo saltó limpiamente por encima del edificio de la residencia de los jesuitas, estimándose que se elevó 35 m, cayendo en el patio interior de la casa. Las fachadas y tejados de las casas de ambas aceras quedaron afectadas por los materiales lanzados por la explosión. El embudo producido por la misma se llenó de agua rápidamente al romperse las conducciones próximas.  Cuando se achicó la misma apareció un boquete por debajo de la acera, a la altura del nº 104. Era la salida de un túnel que partía del semisótano de aquel edificio, concretamente de un pequeño apartamento colindante con la vivienda del portero, el cual era precisamente miembro en activo de la policía armada. En las paredes del mismo aparecieron unas pintadas con la sigla “ETA”.  Por la fachada de la manzana, hacia la calle Diego de León se encontró instalado un cable que partía del semisótano en cuestión.

El túnel estaba a escasos 70 metros, en línea recta, de la embajada norteamericana, y muy próximo al domicilio del Almirante Carrero.

Poco después la policía determinó que los ocupantes de aquél estudio eran miembros de ETA, uno de los cuales se había hecho pasar por escultor para justificar los atronadores ruidos producidos al tener que horadar el muro maestro de la calle.

Llama la atención que una zona tan vigilada, y más en el momento de la visita de Kissinger, con los olores y ruidos denunciados por los vecinos a un portero policía (su familia resultó herida de consideración por la explosión), y con el entramado de conexiones de todo tipo en el subsuelo (agua, electricidad, etc.), se pudiera hacer esa perforación con total impunidad y acierto (no hubo derrumbes ni baches por el tráfico rodado). También la innecesaria pintada de “ETA”.

El Arma del Crimen

Más que la enorme potencia de la explosión, que para algún experto (Manuel Aguilar Bartolomé, comandante ingeniero de armamento, y el Juez de la Torre) era consecuencia de alguno basado en el muy poco difundido  “RDX-C4” militar, lo llamativo y revelador es la precisión con la que se activó. El coche se elevó prácticamente en vertical, lo cual solo pudo ser consecuencia de que la explosión se produjo precisamente bajo su centro de gravedad.

La inmensa dificultad de acertar, como escribió ETA, a dar fuego con tal precisión contra un vehículo en movimiento y desde una posición sesgada a casi 30 metros, solo con un interruptor manual, invalida la versión oficial basada en el relato etarra.

La detonación tuvo que producirse por un mecanismo activado por un mando a distancia manejado por un tirador con vista próxima y perpendicular al desplazamiento del coche.

Para el escritor norteamericano Stanley Paine, y muchos otros, el de Carrero es uno de los atentados más perfectos, técnicamente, de la historia. Como ejemplo, en 1937 un atentado similar contra Oliveira Salazar falló por la poca precisión en el disparo y porque parte de la fuerza explosiva se derivó por galerías y túneles próximos.

Reveladoramente, no se hizo un examen pericial científico de los restos de la explosión en ninguna facultad de químicas o centro similar, por lo que nunca se sabrá con certeza cuál fue el explosivo.

El “después” del atentado

Telegráficamente, para no alargar ni cansar al lector, entresacaré una serie de reveladores hechos que dan luz cegadora sobre el atentado.

En un piso usado por los etarras en la C/ Mirlo la policía encontró un número de teléfono en una caja de medicamentos; el número llevó hasta un doble escondite donde el jefe del partido comunista en España, Simón Sánchez Montero, quemaba documentos. Alguno de los cuales había salido de la caja de fuerte del secretario del Ministro del Ejército, a la sazón el que luego sería secretario del rey, Sabino Fernández Campos; los documentos eran una lista de agentes secretos del SECED en Vascongadas. En un registro posterior en la calle Mirlo se encontraron micrófonos muy bien escondidos, lo que demuestra que los etarras eran seguidos y vigilados de cerca.

No se establecieron ni las previstas medidas policiales de control para casos de graves acontecimientos y se invalidó las reglamentarias tomadas por el Director General de la Guardia Civil (Iniesta Cano, cuyo jefe de estado mayor, el luego general Sáenz de Santamaría, boicoteó inicialmente).

Desaparecieron las notas de la entrevista con Kissinger, tomadas por Carrero, desaparecieron de la caja fuerte de su despacho, y se falseó la duración del encuentro.

Con el tiempo se supo que la contravigilancia montada por el propio servicio de información de Carrero (SECED) para protección del almirante había sido retirada. Al respecto, cuando el juicio del 23 F, al Comandante Cortina, jefe del grupo operativo del CESID, acosado por el fiscal, se le oyó decir “que no me jodan, que saco hasta lo de Carrero Blanco”.  También se ha sabido que hubo muchos avisos procedentes de informes de los servicios secretos policiales y militares que no fueron tenidos en cuenta.

Uno de los instructores del sumario del atentado, el citado juez De la Torre, dijo a la revista Interviú (nº 411, 1984) que había indicios de que la implicación de la CIA en el magnicidio y habló de minas contracarro especiales salidas de Torrejón. Al respecto, el Fiscal General del Estado Fernando Herrero Tejedor, muerto en un extrañísimo y no investigado accidente en 1975, insinuó cosas parecidas. Su hijo Luis, el periodista, escribió en su libro El Ocaso del Régimen, que en su casa había un informe en ese sentido elaborado por el agente Alcázar de Velasco, quien también lo reseñó en su libro Memorias de un agente secreto.

Pero lo más dramáticamente revelador es que los presos etarras supuestamente autoproclamados autores materiales del magnicidio, y otros relacionados con los asesinatos de la “Calle Correo”, fueron amnistiados en 1977, ¡sin juicio previo!, extraditados en avión militar y asistidos con “viáticos” procedentes de fondos oficiales.

El Ministro de Interior, Arias Navarro, responsable de la seguridad de Carrero y del resto de los españoles, fue ascendido a presidente. El director general de seguridad, Coronel Blanco, fue nombrado precisamente Director General de Promoción del Sáhara. Díez Alegría, Gutiérrez Mellado, Sáinz de Santamaría y un largo etcétera de miembros de los servicios secretos fueron promocionados.

Difícil es sostener que el magnicidio lo hizo ETA, solo ETA y tal como contó.

El factor internacional

Personalmente, creo que el factor determinante de que el magnicidio fuera en 1973 fue la situación interna de Marruecos.

España, tras prácticamente ser un protectorado inglés en los siglos XIX y XX, se había liberado de esa carga y en el futuro podría establecerse esa situación de independencia y dignidad de forma más o menos clara y continua, quizás como la Francia de De Gaulle. Eran condicionantes de la política del Almirante las aspiraciones a que los acuerdos con los Estados Unidos fueran más igualitarios para nosotros, así como la independencia y neutralidad en las guerras árabe-israelíes y otras como Viet-Nam, sin olvidar el programa nuclear y espacial español, y la situación de Gibraltar y la defensa de Ceuta, Melilla y el Sáhara. Todo eso chocaba con la secular pretensión anglosajona a someter a nuestra Patria a una obediencia vergonzosa por medio de una “pseudo-democracia liberal”.

En este contexto, los gravísimos atentados del ejército marroquí en 1971 y 1972 contra Hassan II, fallados por muy poco, impulsaban al gran protegido de las potencias sajonas a conducir a su pueblo hacia objetivos externos de “grandeur”. Recordemos que ya en 1957 Marruecos, con ayuda «useña», nos había hecho la guerra. Que la ONU, impulsada por USA, nos obligó a independizar Ifni y Guinea, y ahora imponía la autodeterminación del Sáhara. En aquella provincia, donde en 1966 un ignorado referéndum había plasmado la voluntad saharaui de seguir siendo españoles, y donde, por presiones de las Naciones Unidas, desde octubre de 1973 Franco había iniciado el proceso de autodeterminación, estaba puesta la vista norteamericana.

Como he escrito anteriormente, para el punto de vista de Estados Unidos había factores más importantes en la política de independencia de Carrero más importantes, pero el más urgente era que no se independizara el Sáhara y Hassan II fuera asesinado a la tercera intentona. Apenas un mes antes de la muerte de Carrero, Kissinger se reunió con Hassan. En la foto de la reunión, la expresión corporal de aquel Secretario de Estado que pensaba que España no pintaba nada en África y que Carrero era un estorbo, lo dice todo.

Kissinger era hebreo de origen y hombre de los Rockefeller.

Dicen que Franco dijo “han sido los masones”, refiriéndose a los autores del atentado. Recordemos que la masonería moderna nació en Inglaterra y se afincó en USA.

Este puede ser el resumen de mi último libro.

José María Manrique | Escritor. Coronel de Artillería (r)

Autor del libro «Carrero asesinado. Clave de la transición»,

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