Antonio Hernández, era el director de Coordinación Política de Sánchez en Moncloa y pertenece a una Logia masónica sevillana.
La masonería vuelve al centro del escándalo tras la caída de Antonio Hernández, un alto cargo ligado al caso Salazar y a la logia Obreros de Hiram.
La masonería en La Moncloa y el epicentro del escándalo
La masonería en La Moncloa ya no es una sospecha marginal. Se convierte en un elemento central del nuevo terremoto político que golpea al Gobierno de Pedro Sánchez. El cese fulminante de Antonio Hernández Espinal, hasta hace días director de Coordinación Política del gabinete, abre una grieta que mezcla poder, redes de influencia, masonería y silencios incómodos.
El Gobierno intenta presentar la destitución como un “movimiento necesario”, pero la trama muestra otra cosa: una red en la que la masonería convive con las peores prácticas del aparato socialista. El caso Salazar expone que la sombra masónica no es un detalle folklórico, sino parte de una estructura que maneja mensajes, protege jerarquías y limpia rastros cuando conviene.
El caso Salazar y el engranaje interno del poder
Hernández cayó por su proximidad al denunciado Francisco Salazar, acusado por varias trabajadoras de acoso sexual. Tal como recoge Alberto Galone en el Cierre Digital, el nombre de Hernández aparece en los testimonios como quien restaba importancia a los hechos, un papel que él niega, aunque su cercanía a Salazar resulta imposible de disimular.
Sostuvo durante años la maquinaria interna del Gobierno. Ordenaba tiempos, afinaba discursos y alineaba el relato socialista. Su perfil técnico encajaba con precisión en un entorno político donde el control del mensaje pesa más que la verdad. Y ahí, de nuevo, surge la huella de la masonería como contexto personal y político.
Hernández no vivía esa doble vida en secreto. Desde 2005 era miembro activo de la logia Obreros de Hiram, adscrita a la Gran Logia Simbólica Española. Incluso alcanzó el grado de “venerable maestro”. Su defensa pública de la masonería encajaba con su carácter reservado, analítico y muy atento a los matices.
Pero esa imagen discreta se desmorona cuando la política exige responsabilidades.
De Sevilla a Moncloa: un ascenso lubricado por redes de poder
Nacido en Sevilla, Hernández inició su carrera en publicidad. En 2007 entró como asesor en el Ayuntamiento socialista. De ahí pasó a la dirección de Comunicación, acumulando poder entre bastidores. La salida del PSOE del consistorio lo devolvió brevemente al sector privado, pero pronto regresó gracias a contactos sólidos dentro del entramado socialista andaluz y de la masonería.
Este ascenso se aceleró con la llegada de Pedro Sánchez a la Presidencia. Hernández ocupó puestos clave en análisis, estrategia y coordinación política, convirtiéndose en uno de los funcionarios más cercanos a Salazar y a la estructura que controla la casa presidencial.
Todo este itinerario convivió con su vida masónica, lo que intensifica la sensación de que la masonería en La Moncloa llevaba tiempo presente y operativa.
La logia Obreros de Hiram y el peso simbólico
La logia Obreros de Hiram, donde Hernández militaba desde hace casi dos décadas, pertenece a la Gran Logia Simbólica Española (GLSE), una obediencia liberal, laica y mixta. La rama más jacobina y atea dentro de la masonería. En su logia ocupó cargos relevantes, lo que indica una fuerte implicación personal y doctrinal.
La combinación entre un puesto estratégico en La Moncloa y la pertenencia activa a una logia masónica despierta preguntas legítimas. La masonería en La Moncloa no es un cuento conspirativo; es un dato biográfico reconocido y documentado.
El PSOE y la masonería: una relación cada vez más visible
La presencia de socialistas en estructuras masónicas no es nueva, pero crece y se convierte en una tendencia visible. El caso más notorio es el del senador Txema Oleaga, Gran Maestro de la Gran Logia de España (GLE). Su doble condición provocó críticas, debates y sospechas sobre la neutralidad política de estas organizaciones “discretas”, que de discretas ya tienen poco.
Otros nombres dentro del PSOE también ocupan cargos de importancia masónica: Adolfo Zabala; Juan Carlos Goñi; Carlos Barón; Francisco Javier Rivas; Lluís M. Moyà Noguera; Jesús Oleaga, hermano del Gran Maestro
Todos integran un espacio donde ritual, poder y discurso se entrelazan con la estructura socialista. Del otro lado, la dirección masónica insiste en que cada miembro actúa “a título personal”, aunque la opinión pública reconoce que la coincidencia resulta, cuanto menos, llamativa.
De nuevo, la masonería se convierte en un elemento relevante. No por conspiración, sino por acumulación de hechos.
El caso Hernández como síntoma del deterioro del Gobierno
La destitución de Hernández pretende funcionar como cortafuegos, pero llega tarde. La caída de Hernández no es el final del escándalo, sino el principio. El Gobierno intenta frenar el desgaste, proteger a las denunciantes y encubrir la evidencia: la estructura interna falla porque el liderazgo falla. Y mientras Sánchez improvisa movimientos defensivos, su entorno inmediato se desmorona.
Escándalos previos pintan un cuadro que no requiere interpretación. Es un patrón. Una manera de gobernar basada en redes de influencia, fidelidades internas y silencios compartidos. En ese marco, la masonería añade una capa de opacidad que los ciudadanos no merecen.




