“Lo único que podemos pedir al Estado es que no pretenda hacernos felices ocupando nuestro lugar en ese empeño. Es decir, que se limite a su tarea esencial de garantizar nuestra paz, seguridad y justicia, dejándonos la mayor libertad posible para pensar, amar y emprender. Para lograr tal cosa, en contraposición a la tendencia centralizadora y burocrática que recorre hoy las naciones modernas, debe restringir sus poderes, en lugar de ampliarlos. Al vampiro le encanta disfrazarse de donante de sangre; tal y como son las cosas, conserva para sí la mayor parte del líquido vital que toma”. Así lo expresa en la obra «En defensa de lo evidente», al hacer referencia a la política y los milagros que promete.
En este ensayo se ofrece una colección de artículos escritos para lectores de Francia, Bélgica y Suiza entre 1960 y 1980, donde comparte una mirada de sentido común capaz de superar todo prejuicio.
Gustave Thibon (1903-2001) fue un filósofo y escritor francés, cuatro veces nominado al Premio Nobel de Literatura. Recibió el Gran Premio de Filosofía de la Academia Francesa. Amigo de la filósofa Simone Weil. Su abundante obra sigue publicándose en todo el mundo.
Su pensamiento luminoso, accesible a todos, se muestra entre referencias a acontecimientos fáciles de datar, que le sirven de pretexto para reflexiones atemporales, válidos para nuestros días.
El título hace referencia a lo evidente, a lo que es patente, lo obvio. ¿Por qué hay que acudir en su defensa? Pues precisamente, porque está expuesto al prejuicio, que ciega la vista y el entendimiento. Thibon ofrece una mirada de sentido común capaz de superar todo prejuicio.
Este autor, como se indica en el prefacio y en la introducción, era un maestro en el verdadero sentido de la palabra: la altura de su pensamiento y la luz de su juicio, acompañadas de la bondad de su corazón, imprimían verdadera autoridad a las respuestas que nos daba.
Esas respuestas se las dio a toda una generación de jóvenes, ya más que maduros, con la que estuvo dispuesto a conversar. No le preocupaban ni las condiciones materiales ni, menos aún, las compensaciones económicas. Para quienes le conocieron, sus pensamientos y la inmensa cultura que su prodigiosa memoria le permitía compartir los entregaba sin echar cuentas.
Los mayores encontrarán en estas líneas un eco de lo que transmitió, y los lectores más jóvenes descubrirán la claridad de su pensamiento, servido por la precisión y la elegancia de su lenguaje.
El genio literario de Thibon reside en el aforismo. A través de él, se sitúa en la larga línea de los grandes moralistas franceses, como Montaigne, Pascal y La Roche-Foucauld entre otros, pensadores que, si bien evitan las moralejas, sobresalen al exponer el funcionamiento interno del alma humana.
Explica Jacques Trémolet de Villers que el aforismo es un relámpago, una luz que brilla en las tinieblas, una conmoción que endereza a quienes se inclinaban y devuelve a la realidad a aquellos cuyo orgullo les extraviaba. El aforismo se queda grabado en la memoria, donde, en palabras de nuestro autor, “esculpe en nosotros el silencio”.
El pensador francés dijo en más de una ocasión: “Escribo para explicarme lo que pienso”, un pensamiento que va al encuentro de quienes también intentan decir con más precisión lo que piensan. Así forjó amistades verdaderamente espirituales, que ahora podemos ver que trascienden el tiempo y, como dijo Mistral, “se ríen de la tumba”. Este volumen es la segunda recopilación de las notas que escribió en abundancia a petición de diversos periódicos franceses, belgas y suizos a lo largo de más de dos décadas (entre 1960 y 1980). Escritos para el gran público, los breves artículos son lo que uno de sus mejores lectores llama “la moneda contante y sonante de su obra”.
Dividido en siete partes, se encuentran una multitud de temas como la sociedad, la calidad de vida, el sentido del valor, el mito del “buen salvaje”, la libertad, las ciencias humanas, la alegría y el placer, la escuela y la universidad, el sentido religioso, la desigualdad económica, la justicia y la razón, las leyes, el orden y la política.
La característica es que esos acontecimientos pasados no eran más que la excusa para producir reflexiones intemporales, pertinentes en todo momento, por lo que los detalles cronológicos no tienen aquí más que un interés anecdótico.
(Autor: Gabriel Cortina)
Ficha técnica:
En defensa de lo evidente
Gustave Thibon
Editorial Rialp
391 páginas