El conflicto de Ucrania necesita de una comprensión histórica sobre lo que significó la caída de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría.
Hace 33 años, el 20 de agosto de 1991 se produjo un intento de golpe de Estado contra el presidente Mijaíl Gorbachov. Con motivo del 50 aniversario de la editorial Turner, se ha vuelto a editar «El último imperio» (The Last Empire: The Final Days of the Soviet Union) de Serhii Plokhy, director del Ukranian Research Institute de la Universidad de Harvard.
Es un libro que merece ser tenido en cuenta para comprender uno de los momentos más decisivos de nuestra era: la desaparición del Partido Comunista y la liquidación de la Unión Soviética. Esto explica, entre otras cosas, las raíces del actual conflicto entre Rusia y Ucrania, y la posición de Bielorusia. Es uno de los ensayos más significativos sobre la comprensión del espacio postsoviético y las dinámicas de competición de las grandes potencias. Fue Premio Lionel Gelber 2015, el más prestigioso galardón del mundo para libros políticos y de no ficción.
En octubre de ese mismo año, en el Kremlin aún ondea la bandera de la URSS. Las cuentas del Estado indican que no hay dinero para pagar a los funcionarios y Gorbachov, el presidente a quien occidente mira como a un héroe, se halla cada vez más acorralado. Frente a él, miden sus fuerzas tres hombres. Boris Yeltsin, el presidente ruso, con un poder que nunca esperó y dispuesto a todo con tal de ocupar el despacho de Gorbachov. Leonid Kravchuk, el líder ucraniano, que decide convocar un referéndum para la independencia de su país, abriendo así la puerta a las demás repúblicas. Y en Estados Unidos, el presidente Bush, que mira con preocupación esa secesión inminente: ¿Qué pasará con las armas nucleares? ¿Y con las relaciones diplomáticas? ¿Y con la economía? En el fondo, él preferiría que la Unión Soviética siguiera… pero también está deseando aparecer por televisión ante sus ciudadanos diciendo «la Guerra Fría ha terminado y nosotros la hemos ganado». Aquí se narra la crónica de unos meses de infarto, que culminaron el día de Navidad de 1991 con el derrumbe del último imperio, de ahí el título del libro.
Dividido en seis partes, Plokhy ofrece criterios para comprender sus consecuencias, entre las que figura lo ocurrido en Georgia, en la península de Crimea y ahora en Ucrania. Un enemigo armado hasta los dientes y que no había perdido ni una sola batalla se desmembraba en doce estados sin que se hubiera disparado un solo tiro. El objetivo de estas décadas de conflicto latente nunca había sido la desintegración del estado soviético. Así como la Guerra Fría entre la Alianza Atlántica y el Pacto de Varsovia no se terminó enfrentando a la Washington contra Moscú, sino alcanzando un acuerdo con él, ocurrirá lo mismo con el conflicto Kiev-Moscú. Una de sus tesis, que merece ser tenida en cuenta, es que el relato de la victoria norteamericana sobre la URSS tiene mucho de mítico y no fue el resultado directo de la política de la Casa Blanca ni resultó una gran victoria para el bloque occidental.
Merece ser tenido en cuenta este libro porque impugna las interpretaciones triunfalistas del derrumbe del estado soviético, basándose en un estudio muy detallado de las propias fuentes desclasificadas de la biblioteca presidencial George H. W. Bush. La realidad es que el presidente y sus consejeros se esforzaron por prolongar la vida de la Unión Soviética, porque les preocupaba tanto la ascensión del futuro presidente ruso, Boris Yeltsin, como el afán independentista de las otras repúblicas; y porque querían que, desaparecida la Unión Soviética, Rusia se asegurara el control exclusivo sobre el arsenal nuclear y que mantuviera su influencia en el espacio postsoviético, especialmente en las repúblicas centroasiáticas. El profesor Plokhy demuestra cómo el objetivo primordial no era ganar la Guerra Fría, que de hecho ya había terminado, sino evitar una guerra civil en la Unión Soviética, pues existía el temor de que este conflicto convirtiera al antiguo imperio zarista en una «Yugoslavia con armas nucleares».
El relato se centra en un periodo – el comprendido entre finales de julio y finales de diciembre de 1991- en el que se tomaron decisiones trascendentales para el futuro de la URSS. En esos cinco meses se puede decir que el mundo cambió. Fue a finales de julio, apenas unos días después de que George H. W. Bush visitara Moscú para firmar con Gorbachov un tratado histórico de reducción de armamento nuclear, cuando el presidente soviético llegó a un acuerdo con Boris Yeltsin para reformar el sistema, y este pacto desencadenaría el golpe de estado de agosto. Afirma Plokhy que, si bien es cierto que la dimisión de Gorbachov, a finales de diciembre de 1991, supuso el hundimiento definitivo de la URSS, son muchos los autores que se han ocupado de la implosión del estado soviético, pero todos han pasado por alto el periodo decisivo comprendido entre el golpe de agosto y la dimisión del presidente.
Algunos participan, conscientemente o no, de la tesis según la cual la desaparición del Partido Comunista determinó automáticamente la liquidación de la Unión Soviética: «una idea errónea, como demostraré en el presente libro. En agosto, el partido ya no estaba en condiciones de mantener la unidad del país, ni la suya propia. La Unión Soviética quedó herida después del golpe, pero siguió en pie cuatro meses más. En el periodo examinado, el otoño y los primeros días de invierno de 1991, se decidió el destino de las repúblicas que la integraban y -lo que no es menos importante- el de los arsenales nucleares».
En su análisis fija la atención en lo que él denomina la «sociedad incivil»: las clases dirigentes del centro y la periferia del imperio soviético que decidieron abandonar el modelo comunista. Para comprender lo que ocurre en Ucrania hoy es muy importante atender al concepto de imperio al que se alude en el título. La idea esencial es que la derrota en la carrera armamentista, el declive económico, el movimiento democratizador y la quiebra del ideal comunista contribuyeron a la implosión soviética pero no determinaron, en cambio, la desintegración territorial, fenómeno que se explica por el carácter imperial, la composición multiétnica y la estructura pseudofeudal del estado. Aquí se responde a preguntas del cómo y del porqué, especialmente sobre las dificultades crónicas que impidieron a las dos principales repúblicas, Rusia y Ucrania, coexistir en la Unión a partir de 1991.
Serhii Plokhy (Rusia, 1957), creció y estudió en Zaporiyia (Ucrania), y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en Canadá y Estados Unidos. Actualmente, es catedrático de historia de Ucrania en la universidad de Harvard, donde también dirige el Ukranian Research Institute. Ha recibido los más prestigiosos premios editoriales por sus trabajos sobre las repúblicas soviéticas, en cuya política e historia es una autoridad mundial. Es autor, entre otros títulos, de «Yalta: The Price of Peace» (2010) y «The Gates of Europe» (2015), una breve historia de Ucrania.
(Autor: Gabriel Cortina)
Ficha técnica:
El último imperio
Serhii Plokhy
Editorial Turner
516 páginas