El laberinto de las lenguas cooficiales | Jose Ignacio Echegaray

El laberinto de las lenguas cooficiales

La Constitución Española en su artículo 3 dice: “El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla”.

Una vez más, se incumple nuestra Ley de leyes sin que ello tenga consecuencia alguna. El Tribunal Constitucional debería ocuparse de que se respete nuestro principal cuerpo legal, en lugar de usurpar competencias al Tribunal Supremo amnistiando a delincuentes condenados por sentencia firme.

Es incomprensible que, haciendo uso de un derecho consagrado en la Constitución, la Generalitat sancione a los comercios que no rotulen en catalán u obligue a que las clases en los colegios y en la universidad se den, exclusivamente, en catalán. En un estado de derecho alguien tiene que defender la ley y obligar a que se cumpla. Si no es así, no estamos en un estado de derecho. Hemos pasado de la cooficialidad a la exclusividad, y nadie hace nada.

Bajo una aparente defensa de las culturas regionales, se esconde un único objetivo: utilizar las lenguas como arma política para avanzar y promocionar el independentismo.

Eso de preservar la riqueza lingüística es un camelo. Si fuera cierto, no habría pasado lo que han hecho en la Comunidad Autónoma Vasca. Conscientes de que en su territorio se hablan varias lenguas (los de Durango no se entienden con los de Tolosa) no se le ocurrió otra cosa que inventarse una lengua nueva, el Batua, para que todos hablasen la misma lengua y así poder utilizarla como arma política que refuerce la idea de la independencia.

Si verdaderamente se hubiera tratado de defender la riqueza lingüística de su región, habrían conservado esas lenguas y no se hubieran inventado una nueva de laboratorio. Así que no nos vengan con cuentos, las lenguas cooficiales las utilizan con fines puramente políticos, no culturales.

Si utilizamos el sentido común, que es el menos común de los sentidos, lo que tenemos que hacer es favorecer nuestro idioma común, el español, que es la lengua en la que nos entendemos y nos comunicamos todos los españoles. Lamentablemente, estamos haciendo todo lo contrario.

Es muy triste viajar a determinadas regiones de España y sentirte en el extranjero porque te hablan en una lengua que no entiendes, cuando todos los españoles tenemos el deber de conocer el español y el derecho a usarlo.

Paso mis vacaciones en una región de España donde, además del español, hay otra lengua cooficial. A pesar de que es una zona que no está muy influenciada por el independentismo, la mayoría de las misas se ofician en esa lengua. No me parece mal que así sea, pero en verano, cuando la mayoría de las personas que van a misa son veraneantes que desconocen la lengua, me parece una desconsideración.

Como en otras diócesis, en esta, durante el verano nos visitan sacerdotes y obispos de otros lugares de España, concretamente este año hemos tenido el honor de disfrutar de la presencia de dos obispos, ambos desconocedores de la lengua regional. Cuando han oficiado, cada uno, la misa dominical, las lecturas se han hecho en esa lengua que no entienden. Me parece una falta de educación y una descortesía hacia los obispos y los feligreses. Hemos llegado a ese punto donde lo importante es defender mi terruño pasando por encima de todo y de todos. Es un excelente caldo de cultivo para los nacionalismos, que fueron los culpables de las dos grandes guerras. 

Con el ansia obsesiva de promocionar las lenguas regionales, hemos llegado al culmen de la estupidez. Tanto en el Congreso como en el Senado, donde siempre se ha hablado en español, ahora se puede hablar en cualquiera de las lenguas regionales. Como son muy pocos los que conocen y hablan esas lenguas, ha habido que dotar a ambas cámaras de la tecnología necesaria para que, mediante traducción simultánea, sus señorías puedan entender a los que se dirigen al resto en una lengua desconocida para la mayoría. Es francamente ridículo ver la imagen de diputados y senadores con el pinganillo en la oreja para entender lo que dice un compañero que habla el español perfectamente. ¿Se puede ser más imbécil?

Por supuesto, esta mamarrachada nos ha costado bastante dinero a los españoles. Si quieren hacer sandeces que se las paguen ellos.

La lengua es un instrumento que sirve para unir, para entenderse y comunicarse, pues estos han conseguido darle la vuelta a la tortilla y, lamentablemente, ahora, en España se está utilizando para separar, que es el objetivo que persiguen los independentistas y el presidente del gobierno.

Jose Ignacio Echegaray | Colaborador de Enraizados

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