Sánchez se prepara para el 2026 más complicado: casos de corrupción, líos judiciales, oposición interna y acoso sexual en el PSOE. A pesar de ello sigue avanzando en su golpe institucional.
2026 se presenta como un año decisivo: cárcel o golpe institucional de Sánchez resume el escenario que afronta España. Pedro Sánchez encara su año más crítico, cercado por corrupción, causas judiciales y un PSOE erosionado donde ya emerge una oposición interna organizada. A pesar de ello, o por eso mismo, sigue avanzando con un paso más acelerado en su golpe institucional.
Un 2026 marcado por la corrupción y los tribunales
El año 2026 aparece como el más complicado de toda la trayectoria política de Pedro Sánchez. En Moncloa conocen la magnitud del problema. El cerco judicial se estrecha y no se detiene. Los casos de corrupción se acumulan y no han terminado. Las investigaciones avanzan y afectan a familiares suyos y cargos socialistas del partido y del gobierno. El desgaste ya no se puede ocultar.
En el horizonte de 2026 figuran los juicios de su esposa, Begoña, y de su hermano, David. Este dato marca un punto de inflexión político y personal para el presidente. Desde Ferraz insisten en presentar estos hechos como comportamientos individuales, fruto de las cloacas de la ultraderecha. Sin embargo, el relato pierde fuerza cada semana. Las informaciones se acumulan y los procesos judiciales se alargan.
El clima político se ha encharcado. España vive rodeada de investigaciones, filtraciones y escándalos que deterioran la confianza institucional. El proyecto socialista aparece ya el ocaso. Es, como dicen los mismos socialistas, el final de ciclo.
El escenario de cárcel para Sánchez ya no resulta una exageración. Representa una posibilidad real.
Desgaste social y fractura interna en el PSOE
El desgaste político pasa ya factura. Aunque Sánchez controla aún el aparato del partido, su mayoría parlamentaria resulta frágil y dependiente de pactos de los partidos separatistas y comunistas. Por otra parte, la oposición ha intensificado su ofensiva política y mediática. Una parte creciente de la sociedad muestra rechazo ante los escándalos permanentes.
El PSOE sufre además una oposición interna impensable hace solo un año. Las tensiones internas emergen como consecuencia lógica del deterioro moral y político. Los casos de corrupción han reabierto heridas profundas. La dirección socialista repite que no existe una práctica estructural, pero los hechos contradicen ese mensaje. Ya emergen alternativas socialistas concretas y sólidas. Ya son figuras socialistas de renombre.
Especialmente grave resulta el impacto de las denuncias por acoso sexual dentro del PSOE. El partido que presume de feminismo afronta una contradicción demoledora. Y aquí también surge una alternativa a Sánchez por el lado del feminismo socialista que se siente traicionado. Y
La militancia expresa malestar. La dirección promete tolerancia cero, pero el daño reputacional ya se ha producido. Aunque sigue existiendo un electorado fiel, ya nadie lo cree. La credibilidad se ha erosionado.
Huida hacia adelante y control del poder
Ante este panorama, Sánchez no se aparta, no lo deja. Cualquier otro presidente habría dado un paso al lado. Sánchez elige la huida hacia adelante porque sabe que no puede abandonar el poder. La amenaza judicial le acecha a él y a su entorno familiar. Este factor explica muchas decisiones recientes. Pero es que, además, y es importante no olvidarlo, está ejecutando un golpe de estado institucional.
Por eso, Sánchez avanza hacia el control de la judicatura. También impulsa la mordaza de la prensa disidente y de la sociedad civil crítica. El control de empresas del IBEX 35 forma parte de esta estrategia. El objetivo resulta claro: blindar el poder político frente a cualquier alternativa.
El último movimiento apunta a la desactivación de la UCO. El ascenso de su jefe y el nombramiento de un perfil moldeable siguen un patrón ya conocido.
Si Sánchez logra este control, podrá mantenerse en el poder sin límites reales. Convocaría elecciones en el 2027 pero con todos los resortes de poder controlados. Ese es el gran objetivo de Sánchez, permanecer hasta 2027 para terminar de dar el golpe institucional
España se enfrenta así a un riesgo institucional sin precedentes. El escenario 2026 cárcel o golpe institucional de Sánchez define ese peligro. 2026 será el año del todo o nada.




