Balance del antifranquismo (I) En la guerra civil | Pío Moa

Balance del antifranquismo

Todas las acciones humanas tienen pros y contras, errores y aciertos, también partes sucias y partes decorosas o a veces brillantes. Por eso el análisis histórico debe hacer balance. El del franquismo, resumido en el blog anterior, parece muy positivo por los criterios políticos comunes. Naturalmente, debemos hacer lo mismo con el antifranquismo, empezando por su conducta en la guerra civil.

1. En la guerra, el antifranquismo se componía de los partidos marxistas (PSOE, PCE y POUM), los separatistas catalanes y vascos, los anarquistas,  y los republicanos de izquierda. Entre todos formaron lo que, de iure o de facto, fue un frente popular.

2. Las profundas diferencias entre ellos, que aquí no detallaremos, obligan a entender qué podría unirlos. La respuesta es: la oposición radical a la continuidad histórica de España. Con dos puntos básicos: a) Que la historia de España era retrógrada, oscurantista y, en América, genocida: “anormal”, “enferma”, en palabras de Ortega; o bien que no era una nación sino un estado impuesto sobre varias naciones que deberían poder  separarse, al modo del Imperio austrohúngaro.  b) Que un factor esencial de tal desgracia histórica era el catolicismo.

3. Así, el programa común a todos los componentes del frente popular  consistía en romper radicalmente con la historia y erradicar el catolicismo, incluyendo, por parte de ellos, el posible exterminio físico de la Iglesia. No sobra recordar, aunque debe tomarse con precaución, que a juicio de uno de sus dirigentes  más notables, Manuel Azaña, el nivel intelectual de la mayoría de dichos componentes no era destacable: “poca chaveta”, “codicia y botín sin ninguna idea alta”, “imbéciles”, etc.  

4. La guerra, reiniciada en julio del 36, comenzó con ventaja material abrumadora del frente popular: todos los recursos financieros, más de la mitad del país y las zonas más ricas, la capital,  las mayores ciudades y comunicación con el exterior, casi toda la industria, el grueso de la aviación,  la marina y las fuerzas de orden público, y la mitad del ejército de tierra.  La victoria parecía garantizada en cuestión de semanas, como advirtió el socialista  Prieto, uno de sus líderes más significados.

5. La seguridad en la victoria hizo que  cada partido pensara en aprovecharla lo mejor posible para sí mismo. Dado que los principales partidos eran revolucionarios, se lanzaron a experimentos revolucionarios que crearon un caos y favorecieron a los rebeldes. Así,  los nacionales o franquistas resistieron y tomaron la iniciativa, lo que obligó a todos ellos a plantearse una guerra larga y a encarar una serie de problemas: los más decisivos una dirección y estrategia única y conseguir armas modernas y apoyos exteriores para aislar al enemigo.

6. El  frente popular consiguió pronto  la unidad de todos sus componentes en un gobierno de hegemonía socialista, y rápidamente  atendió a la búsqueda de armas modernas en el exterior. De acuerdo con sus afinidades ideológicas,  el PSOE, buscó la ayuda de la URSS, a la que hizo llegar el grueso de las reservas de oro para asegurarse las compras de material bélico.

7. El envío del oro a Moscú hizo a Stalin el amo político del frente popular, ya que de él iba a depender el envío del material más moderno: aviones, tanques y otros, al principio superiores a los alemanes e italianos con que contaban los nacionales. Al revés que los soviéticos, los italianos y alemanes  nunca influyeron de forma algo importante en la dirección política y militar de Franco. 

8. Se ha especulado con una posible estafa económica de Stalin al  frente popular. Esto es improbable y desvía de la intención política: para él se trataba de atraer a la guerra de España a las potencias democráticas, de modo que la nueva guerra mundial comenzase entre ellas y los países fascistas, y no entre Alemania y la URSS.  De ahí su insistencia en presentar al frente popular como encarnación misma de la democracia, en cuyo socorro tendrían el deber de acudir Francia e Inglaterra contra el fascismo. Su propaganda no cesaba de afear la vergonzosa inhibición de ambas.

9. Al mismo tiempo, los comunistas españoles  debían hacerse hegemónicos en el frente popular y dominar el ejército y la policía,  a fin de determinar la situación a la hora del triunfo. De ahí la consigna “primero ganar la guerra y después hacer la revolución”, contra la idea contraria de anarquistas, POUM y muchos socialistas. Se impuso la tesis comunista ante el evidente caos creado por los ultrarrevolucionarios.

10. La inteligente estrategia comunista permitió al frente popular resistir casi tres años y en algunos momentos esperar la victoria. Los demás partidos carecían de  más estrategia que el afán de salvarse a sí mismos conforme las cosas se ponían difíciles; lo que dio lugar a continuas traiciones y reyertas internas: en mayo de 1937 se llegó a una pequeña guerra civil dentro de la guerra general. Finalmente, cuando quedó claro que la dirección comunista no ganaría la guerra, sus zascandiles aliados se sublevaron y así terminó todo, con una segunda guerra civil en el propio frente popular.

11. Junto con la cuestión de las armas había otras que no detallaremos ahora, en especial la del abastecimiento de la población y el terror de retaguardia. El pésimo abastecimiento hizo que el frente popular impusiera un estricto racionamiento que no impidió la mayor hambre de España en el siglo XX;  y el terror tuvo dos notas destacadas: un sadismo extraordinario y  su aplicación no solo a los presuntos  enemigos  sino también entre los propios partidos del frente popular.  

12. Conforme la victoria de Franco se volvía inevitable, la última esperanza del frente popular consistió en resistir hasta la segunda guerra mundial, que todo el mundo veía próxima.  Era lo que más temía Franco, habría multiplicado los daños y las muertes, y solo falló por cinco meses. Al frustrarse sus planes en España, Stalin tomó otro camino, buscando a última hora un entendimiento temporal con el propio Hitler. Lo consiguió, alcanzando así su gran objetivo: que la contienda europea no comenzase por el este, entre Alemania y la URSS, sino por el oeste.

Pío Moa | Historiador y escritor

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