Francia es la joya de la corona del islamismo, que sigue soñando con la conquista de Europa y ahora pretende hacerlo de forma silenciosa.
El islamismo en Europa avanza sin freno. Así lo ha denunciado el historiador Marcelo Gullo durante la presentación de su nuevo libro Lepanto (Espasa) en un acto organizado por la Fundación Neos, Gullo advirtió que “Francia ya está invadida, es Argelia”, asegurando que el islamismo ha encontrado en ese país “la joya de la corona” de su conquista silenciosa del continente europeo.
Según Gullo, Occidente enfrenta hoy una “invasión silenciosa” que no se libra con armas, sino con estrategias demográficas, culturales y religiosas. Mientras los gobiernos europeos miran hacia otro lado, el islamismo ha iniciado una expansión constante que amenaza los valores fundacionales de la civilización occidental.
De las invasiones armadas a la conquista silenciosa
El historiador recordó que, en sus orígenes, los islamistas no buscaban la conversión masiva porque los no musulmanes debían pagar impuestos, de los cuales dependían económicamente. Sin embargo, con el paso de los siglos, el islamismo cambió su estrategia. Gullo recordó que en Egipto se persiguió al cristianismo con el mismo método que se usó en el nazismo: la segregación.
La conquista de Constantinopla marcó el inicio de una expansión que solo encontró su freno en dos grandes momentos: Covadonga y Lepanto. Ambas batallas, explicó, fueron símbolos de resistencia cristiana ante el avance musulmán. “Había que tener una fe y un coraje extraordinario”, afirmó Gullo, quien subrayó que lo importante fue la fe que movió a aquellos hombres a defender su tierra y su civilización.
Europa pierde su fe fundante y abre la puerta al islamismo
Hoy, sin embargo, Europa carece de ese impulso espiritual. El verdadero problema no es solo político o económico, sino moral, religioso y cultural: Occidente ha perdido su fe fundante, aquella que le dio sentido a su existencia. Los europeos, señaló, han cambiado su escala de valores; pasan de tener tres hijos a tener uno, y después, a tener un perro. “El único dique real es la fe fundante”, sentenció.
Esta pérdida de valores favorece el avance del islamismo en Europa, que se infiltra bajo el paraguas del multiculturalismo y de una tolerancia mal entendida. Las sociedades occidentales, adormecidas por el relativismo, permiten la expansión de ideologías que niegan los fundamentos de su libertad, su cultura y su fe.
España, muro histórico frente al islamismo
Marcelo Gullo reivindicó el papel de España como el gran bastión de la cristiandad frente al islamismo. En la Batalla de Lepanto, España y la coalición católica formada con Venecia y los Estados Pontificios salvaron a Europa de caer bajo el poder del Imperio Otomano. “Si hubiese caído Lepanto, se le habría clavado a España una puñalada por la espalda”, afirmó. “Hoy, en Andalucía, veríamos a sus hermosas mujeres pero solo los ojos, y la Catedral de San Pedro sería la Mezquita más grande del Islam”.
La figura de Juan de Austria simbolizó la unidad europea frente al enemigo común. Gullo recordó su célebre decisión de mezclar a genoveses, españoles y venecianos en los barcos para evitar deserciones: “O ganamos todos, o morimos todos”. Ese espíritu, dijo, debería inspirar a las naciones europeas en la actualidad para frenar el avance islamista.
El islamismo en Europa y la complicidad de las élites políticas
El problema radica en que las élites políticas europeas han renunciado a defender la identidad occidental. Bajo el discurso progresista de la “inclusión” y la “diversidad”, se ha promovido una inmigración masiva islamista que desestructura las raíces culturales de Europa. Francia es el ejemplo más visible, pero España, Bélgica o Suecia siguen el mismo camino.
Mientras los gobernantes se arrodillan ante las exigencias del islamismo político, las iglesias se vacían, las familias se rompen y las nuevas generaciones crecen sin una referencia moral ni espiritual. Es la derrota interna de Occidente, no provocada por una invasión militar, sino por la rendición ideológica de sus dirigentes.
La historia de Lepanto es una metáfora actual: entonces, como hoy, el islamismo amenazaba con someter a Occidente. Entonces se luchó con barcos y espadas; hoy, la batalla es cultural, demográfica y espiritual. “El invierno de los bárbaros no llega nunca hasta que se ha terminado el verano de los pecados”, advirtió, recordando que solo la recuperación de los valores cristianos podrá salvar a Europa.
Recuperar la fe para defender Europa
El islamismo en Europa no es una teoría conspirativa ni una exageración mediática. Es una realidad constatable en las calles de París, Marsella o Bruselas. Francia ya está invadida, es Argelia. Europa debe despertar antes de que sea demasiado tarde.
España, que una vez salvó al continente en Lepanto, tiene hoy la responsabilidad moral de volver a erigirse en muro frente a la barbarie. Solo la recuperación de la fe, la familia y los valores occidentales podrá frenar la invasión silenciosa que amenaza con borrar siglos de civilización cristiana.




