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El senderismo de montaña atrae cada año a miles de personas sedientas de naturaleza, aire puro y desafíos personales. Sin embargo, detrás de esa belleza aparentemente tranquila se esconde un entorno que exige respeto y preparación. Los accidentes en montaña, muchos de ellos evitables, siguen siendo una constante en los reportes de los grupos de rescate. ¿Qué hace que una actividad aparentemente sencilla pueda convertirse en una situación de emergencia?
Índice de contenido
- Introducción: Raíces y cumbres
- La naturaleza dual de la montaña
- Los peligros invisibles de la montaña: Cuando el enemigo eres tú
- Prevención: Más allá del equipo básico
- Cuando las cosas salen mal: El arte de mantener la cabeza fría en la montaña
- El verdadero éxito: Volver para contarlo
- Conclusión: El sendero como escuela de vida
Introducción: Raíces y cumbres
La montaña corre por mis venas. Hijo de Antonio y Montserrat —dos almas que vivieron y respiraron las alturas—, aprendí desde niño que las cumbres no son solo paisaje, sino maestras. Mi infancia olía a mochila de cuero, a tienda de campaña y a tierra húmeda de senderos; mi juventud, a cuerda de escalada, mosquetones, pitones, piolet, crampones… roca, nieve, hielo y refugios.
El Pedraforca me enseñó respeto. Los Alpes y el Pirineo, humildad. El Garraf y el Figaró fueron mis gimnasios de roca. Y Montserrat… esa montaña mágica que todos los barceloneses llevamos tatuada en el alma, fue mi primer amor vertical. Aquellos riscos dorados al atardecer fueron para mí lo que para otros son los recuerdos de adolescencia: el escenario donde forjé carácter.
Más tarde, ya con los pies más firmes y la cabeza algo más fría, dediqué un par de años (hasta que el Ejército me llamó sus filas) a la Sección de Rescate en Alta Montaña de la Cruz Roja en Barcelona. Esto determinó la vocación de mi vida, la Enfermería. Allí, entre llamadas de emergencia y noches heladas de operativos, aprendí la lección más valiosa: en montaña, el conocimiento que no se comparte es equipaje inútil.
Por eso hoy, con esa mochila cargada de vivencias —y algún que otro arañazo de la vida—, me animo a escribir este nuevo artículo de la serie sobre prevención y emergencias. Este artículo, como los dos anteriores que ya conocéis, nace con un solo propósito: que vuestras salidas a la naturaleza sean seguras, para que solo tengáis que traeros de vuelta buenos recuerdos… y ninguna historia de susto.
Que la montaña os trate bien. Y si alguna vez os pone a prueba, ojalá estas líneas os ayuden a volver a casa con otra lección aprendida.
La naturaleza dual de la montaña
Hay un secreto que todo montañero aprende tarde o temprano: la misma montaña que te regala amaneceres de infarto puede quitarte el aliento de verdad. No es caprichosa, simplemente es. Como un espejo gigante de roca y hielo, nos devuelve lo que le llevamos: respeto o soberbia, preparación o improvisación.
Esta dualidad no es un defecto, sino su esencia. La montaña no tiene moral – no premia ni castiga. Sus reglas son claras como el agua de un torrente y tan innegociables como la gravedad:
• La misma ladera que en verano es un jardín de pinos y flores silvestres, en invierno se convierte en un tobogán de hielo traicionero.
• El sendero que a mediodía es un paseo accesible, al anochecer puede ser un laberinto de sombras donde hasta los árboles conocidos parecen enemigos.
• El clima que sonríe con sol radiante a las 10 de la mañana, a las 2 del mediodía puede descargar una furia de rayos que haga temblar la tierra.
Los antiguos pastores pirenaicos lo sabían bien. Sus refranes lo dejaban claro:
«La montaña no es peligrosa, lo peligroso es no conocerla», y sin embargo, en nuestra era de GPS y chaquetas ultraligeras, muchos olvidan esta sabiduría ancestral.
El equilibrio perfecto: Esta naturaleza dual es precisamente lo que hace la magia del montañismo:
✔ El riesgo calculado se transforma en adrenalina saludable
✔ El esfuerzo medido se convierte en satisfacción profunda
✔ El respeto genuino abre puertas a experiencias auténticas
Los mejores montañeros no son los que desafían a la naturaleza, sino los que bailan con ella. Saben leer sus cambios de humor en el color del cielo, en el sonido del viento entre los árboles, en la textura de la nieve bajo sus botas.
Porque al final, la montaña no tiene dos caras – tiene todas las caras que nosotros no sabemos ver. Y dominar este arte de la observación es lo que separa al excursionista sabio del que solo tiene suerte… hasta que se acaba.
Los peligros invisibles de la montaña: Cuando el enemigo eres tú
La montaña tiene trampas que no aparecen en los mapas. No son precipicios evidentes ni torrentes desbordados, sino amenazas sigilosas que se esconden en nuestra mente y en esos pequeños detalles que pasamos por alto. Estos son los riesgos que los montañeros más experimentados temen realmente:
1. La fatiga silenciosa: El cansancio que nubla el juicio
- Efecto acumulativo: Cada paso cuesta un 3% más de energía a partir de la 5ª hora
- Síntomas engañosos: Euforia inicial seguida de errores de cálculo en terrenos expuestos
- Dato crudo: El 68% de los accidentes graves ocurren en el descenso
2. La mentira grupal: Cuando el grupo se convierte en peligro
- Dinámica de manada: Nadie quiere ser «el débil» que pide parar
- Falsa seguridad: La presencia de otros relaja los instintos de autopreservación
- Caso real: En 2022, 5 excursionistas cayeron por un nevero en Pirineos porque el primero resbaló y los demás le siguieron automáticamente
3. La traición tecnológica: Espejismos digitales
- GPS que mienten: Errores de hasta 300m en cañones profundos
- El mito de la batería: Un smartphone al 80% puede apagarse en -5°C sin previo aviso
- Estudio impactante: El 41% de los rescatados por desorientación llevaban el móvil descargado
Nota: En muchos lugares, la cobertura de móvil es deficiente o simplemente inexistente. Yo siempre salgo a la montaña con un walkie-talkie. La Iniciativa #Canal77PMR (su frecuencia es 446.08125 Mhz; subtono 85.4) pretende aumentar la seguridad de todas aquellas personas que realizan actividades en la montaña portando una pequeña emisora/walkie sin licencia, que pueden adquirir en cualquier gran superficie o por Internet.
También La Guardia Civil anuncia en su folleto la frecuencia 146.175 Mhz, muy extendida en su uso por los refugios de Aragón, pero ésta es solo posible utilizar si tenemos emisora y licencia de radioaficionado para operar estos equipos, además de ser miembros de la REMER.
Yo defiendo sin fisuras la extensión el uso de un walkie en nuestras salidas de montaña. Generalizándolo añadiremos una capa de seguridad e incrementaremos significativamente las posibilidades de rescate en caso de un accidente en montaña.
4. La amnesia del terreno conocido: Familiaridad que mata
- Efecto «esta roca la conozco»: El 92% de las caídas en vías frecuentadas ocurren a montañeros que ya habían hecho esa ruta
- Cambios invisibles: Un árbol caído o un sendero erosionado pueden transformar un paso fácil en una trampa mortal
- Paradoja: Las zonas a 1h del parking concentran el 37% de los accidentes graves
El peor enemigo: Estos peligros comparten un mismo origen: nuestro cerebro. La montaña simplemente aprovecha:
- Nuestra tendencia a economizar energía mental
- Nuestra fe irracional en la tecnología
- Nuestra necesidad social de aprobación
Los rescates más dramáticos no suelen ser por avalanchas o tormentas espectaculares, sino por la suma de pequeñas negligencias acumuladas. Como dijo un veterano guía de montaña:
«El peligro no es lo que no sabes, es lo que ‘sabes’ con certeza, pero resulta falso».
Prevención: Más allá del equipo básico
Llevar una mochila con agua, comida y un botiquín es solo el primer paso. La verdadera prevención comienza mucho antes de pisar la montaña:
- Conocer los propios límites: Una ruta catalogada como «fácil» puede ser exigente para alguien sin condición física adecuada.
- Aprender a leer el terreno: Identificar zonas de riesgo—como canales de torrentera o laderas con piedra suelta—puede evitar accidentes.
- Entender la meteorología local: En montaña, el tiempo no cambia por horas, sino por minutos. Saber interpretar las nubes o el viento es crucial.
- Planificar alternativas: Tener siempre un «plan B» por si la ruta se complica o el grupo no avanza como esperaba.
El efecto Decathlon: Cuando el material da falsa seguridad en montaña
El auge del senderismo en los últimos años tiene un aliado inesperado: las grandes superficies deportivas. Grandes superficies que han democratizado el acceso al material de montaña, ofreciendo equipos a precios asequibles que hace dos décadas eran impensables. Pero este fenómeno tiene un lado oscuro: la falsa sensación de seguridad que genera el exceso de confianza en el equipamiento nuevo.
La paradoja del equipamiento accesible: Es innegable que la popularización del material técnico ha permitido que más gente disfrute de la montaña con mayor comodidad y seguridad. Botas con membrana impermeable por menos de 100€, mochilas ergonómicas a precios competitivos y ropa térmica de calidad han eliminado barreras de entrada.
Sin embargo, se ha creado un espejismo peligroso: la creencia de que el equipo nuevo equivale a estar preparado. Muchos novatos piensan que con estrenar material técnico ya están listos para rutas exigentes, olvidando que la montaña se gana con experiencia, no con etiquetas.
Los 3 mitos peligrosos del «efecto Decathlon»
- «Si llevo ropa técnica, estoy a salvo de la climatología»
- La realidad: Una chaqueta impermeable de 50€ puede fallar en una tormenta persistente. El conocimiento sobre cómo actuar ante cambios bruscos de tiempo es más valioso que cualquier tejido.
- «Tengo botas nuevas, así que no resbalaré»
- La realidad: El calzado ayuda, pero el 80% de la estabilidad depende de la técnica al caminar y la lectura del terreno. Las botas más caras no evitan torceduras en malas pisadas.
- «Con el GPS de mi móvil nuevo no me perderé»
- La realidad: Los dispositivos electrónicos fallan. En 2023, el 40% de los rescates por desorientación en Pirineos fueron a personas que dependían únicamente de tecnología.
El verdadero valor del equipamiento: El material adecuado es fundamental, pero solo como complemento a:
- Conocimiento técnico: Saber interpretar un mapa, prever cambios meteorológicos o elegir la ruta adecuada
- Experiencia gradual: Comenzar con rutas sencillas antes de afrontar desafíos mayores
- Autoconocimiento: Entender los propios límites físicos y psicológicos
Cómo combatir el efecto Decathlon
- Ver el equipo como herramienta, no como garantía
- Antes de estrenar material en ruta, probarlo en condiciones controladas
- Invertir en formación antes que en gadgets
- Un curso de orientación básica es más barato que un GPS de gama alta y más fiable
- Mantener la humildad
- Recordar que los mejores montañeros no son los que tienen mejor equipo, sino los que toman mejores decisiones
El verdadero kit de supervivencia en montaña no cabe en una mochila: está en la cabeza. La próxima vez que nos preparemos para salir, quizás deberíamos gastar menos tiempo eligiendo colores de chaquetas y más estudiando mapas y previsiones. Porque al final, la mejor prenda técnica es el sentido común.
Cuando las cosas salen mal: El arte de mantener la cabeza fría en la montaña
La montaña no perdona, pero tampoco avisa. Un resbalón en el momento equivocado, un cambio brusco del tiempo o una simple distracción pueden convertir una excursión placentera en una situación de emergencia. Lo que hagamos en esos primeros minutos críticos marcará la diferencia entre un susto y una tragedia.
El minuto cero: Cuando el plan se viene abajo: Ese instante en que algo sale mal tiene una cualidad extraña: el tiempo parece ralentizarse. Es cuando debemos activar un protocolo mental que muchos montañeros experimentados llevan grabado a fuego:
- Detenerse físicamente
- Congelar los movimientos, aunque sea instintivo seguir avanzando
- Hacer un escáner rápido
- Evaluar lesiones propias o de compañeros
- Comprobar peligros inminentes (caída de piedras, riesgo de aludes, tormenta eléctrica)
- Respirar antes de actuar
- Tres respiraciones profundas para oxigenar el cerebro
- Evitar que el pánico contagie al grupo
Prioridades en cadena: La Regla del 3: Los profesionales de rescate usan esta jerarquía instintiva:
- Protección inmediata (segundos)
- Sacar a todos del peligro directo (rayos, aludes, caídas)
- Protección secundaria (minutos)
- Aislar del frío/humedad con lo que haya disponible
- Improvisar refugio si la espera será prolongada
- Comunicación estratégica (horas)
- Intentar contacto con emergencias cuando la situación esté estabilizada
Errores que convertirán un problema en emergencia
- Moverse sin objetivo claro: El 70% de los perdidos que deambulan empeoran su posición
- Separar el grupo: Reduce las opciones de auxilio y duplica los recursos de rescate necesarios
- Subestimar el frío: La hipotermia progresa silenciosamente mientras nos preocupamos por otras cosas
La decisión más difícil: Esperar o moverse: Este dilema ha causado más víctimas que muchas tormentas juntas. La regla de oro:
Quedarse si:
- Hay heridos inmovilizados
- Se ha dado aviso de la posición
- La visibilidad es nula o el terreno muy peligroso
Moverse sólo si:
- El peligro inminente obliga (crecida de agua, alud)
- Se conoce con certeza la dirección a ayuda cercana
- Todos están en condiciones de progresar con seguridad
El factor humano: Cuando las emociones mandan: Las reacciones bajo estrés siguen patrones predecibles:
- Negación («Esto no puede estar pasando»)
- Ira («¿Por qué a nosotros?»)
- Negociación («Si salgo de esta prometo…»)
Reconocer estas fases ayuda a mantener el control. Los líderes naturales emergen no por ser los más fuertes, sino los que mantienen la calma y focalizan al grupo en soluciones prácticas.
La última herramienta: La memoria muscular: Esto es lo que realmente salva vidas:
- Haber practicado nudos básicos
- Saber usar una manta térmica antes de necesitarla
- Tener automatizado el protocolo de llamada al 112
La montaña no es justa, pero tampoco arbitraria. Quienes sobreviven a lo inesperado no lo hacen por suerte, sino porque en algún momento decidieron prepararse para lo que esperaban no vivir nunca.
El verdadero éxito: Volver para contarlo
En la montaña, el triunfo no se mide por metros ascendidos ni por selfis en cumbres, sino por algo mucho más valioso: el relato que podremos compartir al volver. Esta es la filosofía que separa al montañero sabio del temerario.
La paradoja del éxito montañero: Mientras el mundo celebra récords y hazañas extremas, los verdaderos conocedores saben que:
- La cumbre es opcional, el regreso es obligatorio
- Cualquier idiota puede llegar arriba; se necesita sabiduría para dar media vuelta
- Las mejores decisiones a menudo son las que nos privan de gloria momentánea
Los 3 retornos que importan
- Retorno físico
- Llegar con energía suficiente para el descenso (la mayoría de accidentes ocurren «de bajada»)
- Retorno emocional
- Volver con ganas de repetir (no traumatizado por una experiencia límite)
- Mantener intacta la pasión por la montaña
- Retorno social
- Poder contar la historia (los que toman riesgos innecesarios a menudo pierden esta opción)
El arte de renunciar: Los momentos que definen a un montañero:
- Cuando la niebla cae y decides retroceder a 50m de la cima
- Cuando el grupo quiere continuar, pero tú marcas el límite
- Cuando estrenas material, pero das media vuelta al primer signo de problemas
Estas decisiones calladas son las que realmente construyen la experiencia. Como decía el legendario guía francés Gaston Rébuffat:
«La montaña no es un estadio donde satisfacer nuestras ambiciones, es un templo donde practicar la humildad».
El único trofeo que vale la pena: Al final del día, cuando las fotos se borren y las estadísticas se olviden, lo único que permanece es:
- El aprendizaje obtenido
- Las amistades fortalecidas
- El respeto ganado hacia la naturaleza
- La historia completa que puedes contar
Porque en montaña, el verdadero fracaso no es quedarse a 100 metros de la cumbre… es no volver para intentarlo otro día.
Conclusión: El sendero como escuela de vida
La montaña no es solo un lugar al que ir, sino una maestra de la que aprender. Cada excursión bien planificada, cada paso dado con consciencia, cada decisión responsable tomada entre riscos y bosques, nos hace mejores montañeros… y mejores personas.
Este deporte nos regala algo único: la paradoja de sentirnos diminutos ante las cumbres inmensas, y al mismo tiempo enormemente capaces cuando superamos nuestros límites con inteligencia. El senderismo responsable no mata la aventura; al contrario, la hace más profunda y duradera. Porque cuando dejamos de ver la naturaleza como un enemigo a vencer o un escenario para selfis, descubrimos su verdadero regalo:
- La humildad de quien sabe que es un invitado en un territorio salvaje
- La libertad de quien conoce sus límites para poder ampliarlos con seguridad
- La plenitud de quien vuelve a casa con los pulmones llenos de aire puro y el corazón de experiencias auténticas
Por eso, a todos los que os estáis iniciando en este apasionante mundo: bienvenidos al club más exigente y gratificante. Que vuestras botas os lleven lejos, vuestros ojos sigan descubriendo horizontes nuevos, y vuestra actitud responsable os permita disfrutarlos durante muchos años.
La montaña espera. Con respeto y preparación, cada salida será el primer capítulo de una historia que merecerá la pena contar. ¿Estás listo para escribir la tuya?
Recuerda que el mejor equipo no cabe en la mochila: es tu sentido común, tu capacidad de adaptación y tu amor por la naturaleza. Todo lo demás son herramientas
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