Multiplica su protección personal con un despliegue inédito de agentes y barreras para evitar abucheos y protestas durante un veraneo en La Mareta
El dictador Sánchez blinda sus vacaciones en Lanzarote con un despliegue sin precedentes. Sánchez, cada vez más alejado del ciudadano común, ha movilizado a una unidad de élite de la Guardia Civil, cortado calles y ampliado cordones de seguridad hasta los 400 metros. Y todo para evitar lo que más teme últimamente: el rechazo abierto y los abucheos de la ciudadanía, convertidos en fenómeno recurrente desde hace meses
Su miedo no es solo físico. Es político, social y moral. Porque cuando un gobernante necesita más protección que el rey de Marruecos, el problema ya no está fuera, sino dentro de su conciencia.
¿Qué teme Pedro Sánchez para necesitar 40 agentes y cordón de 400 metros?
Sánchez repite vacaciones en la lujosa Residencia Real de La Mareta en Lanzarote, en un enclave paradisiaco gestionado por Patrimonio Nacional. Hasta ahí, podría parecer rutina institucional. Pero este año el nivel de seguridad se ha disparado. Pedro Sánchez blinda sus vacaciones como nunca antes lo había hecho en toda su etapa presidencial.
El despliegue incluye al Grupo de Reserva y Seguridad (GRS), una unidad de élite creada para intervenir en casos de catástrofes, disturbios o amenazas extremas. ¿Qué emergencia hay en La Mareta? ¿Quién amenaza al presidente? La respuesta es clara: el pueblo español, al que ya no se atreve ni a mirar de frente. Todo para evitar lo que más teme últimamente: el rechazo abierto y los abucheos de la ciudadanía, convertidos en fenómeno recurrente desde hace meses
Según fuentes cercanas a los equipos de seguridad, el operativo implica al menos 40 agentes, varios anillos de protección, francotiradores, personal encubierto y vehículos blindados. El perímetro de seguridad ha pasado de 200 a 400 metros. Por si fuera poco, se contempla el cierre de calles con apoyo de las policías locales.
¿Y por qué no 100 agentes y un cordón de 1.000 metros?
Uno podría bromear: si el presidente se siente tan inseguro, ¿por qué no despliega 100 agentes y 1.000 metros de cordón? ¿O mejor aún, 200 agentes y 2.000 metros? ¿No se lo merece acaso un presidente que ha polarizado España, cedido ante Marruecos, entregado el Sáhara, pisoteado la libertad de expresión , impuesto la ideología de género y trans?
Claro que lo merece. Merece vivir encerrado en una burbuja, blindado contra el clamor popular que le rechaza. Porque Pedro Sánchez blinda sus vacaciones por la misma razón que los dictadores blindan sus palacios: saben que su tiempo se acaba y que el pueblo no los quiere.
Sánchez no gobierna con autoridad, sino con miedo. Desconfía de todos, se encierra en su torre de cristal y huye de la calle. Como todos los tiranos cuando sienten que el suelo les tiembla bajo los pies.
Un despliegue que insulta al ciudadano común
Mientras miles de españoles sufren por la inflación, el paro estructural y la falta de vivienda, el presidente despliega una comitiva que incluye vehículos blindados de gama alta, como el Audi A8 Security, resistentes a balas, explosivos y ataques químicos. Todo costeado por los ciudadanos que apenas pueden llenar el depósito de su coche o pagar el alquiler.
Los desplazamientos aéreos los realiza en el Falcon 900B o el helicóptero Super Puma, siempre con tecnología de seguridad avanzada. En tierra, su convoy incluye unidades del Departamento de Seguridad de Moncloa y dispositivos con análisis previo del terreno.
Todo este espectáculo de opulencia y paranoia tiene un único fin: alejar a Sánchez del pueblo que no lo tolera. Porque Pedro Sánchez blinda sus vacaciones para esconderse, no para descansar.
La Moncloa admite: “polariza”
Desde el entorno de La Moncloa lo reconocen sin tapujos: “el presidente polariza”. Un eufemismo elegante para decir que Sánchez es rechazado por millones de españoles. No sólo por su gestión económica y social, sino por haber gobernado con pactos indignos: con los proetarras de Bildu, con Esquerra, con Junts, con golpistas y con separatistas.
Por eso no se atreve a pasear por la calle sin una muralla de escoltas. Pedro Sánchez blinda sus vacaciones porque ni sus propios votantes lo defienden ya en público.
Y no estará solo en su encierro veraniego: también se espera la llegada de Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior, y del nuevo presidente de la Generalidad, Salvador Illa. Un trío perfecto para simbolizar la decadencia del sanchismo y su aislamiento institucional.
El pueblo paga mientras él se esconde
La unidad GRS nació en 1988 para intervenir en crisis reales: atentados, desórdenes públicos, catástrofes. Ahora se usa para proteger a un presidente que teme los abucheos en las playas o los insultos en los bares. Es el signo más claro del divorcio entre un gobernante y su país.
Pedro Sánchez se blinda porque su gobierno se desmorona. Porque ha perdido el control, la credibilidad y el respeto. Y porque necesita sentirse presidente al menos en su burbuja de veraneo, aunque sea con 40 agentes apuntando al horizonte.
Sánchez huye del pueblo como los tiranos del pasado
Pedro Sánchez blinda sus vacaciones no por seguridad, sino por miedo. Y no es un miedo a una amenaza real, sino al juicio popular. Y lo sabe.
Por eso, el presidente acaba comportándose como un dictador tercermundista: rodeado de guardaespaldas, escoltas, helicópteros y calles vacías. El gobernante que dice hablar por el pueblo huye del pueblo. El que prometió transparencia se encierra entre muros.
España no necesita un líder blindado. Necesita un presidente que camine por la calle con los ciudadanos. Que no tema al mercado, al paseo, al saludo espontáneo. Que gobierne para todos y no contra todos.
Mientras ese día llega, el «puto amo del PSOE», el dictador de España, Sánchez seguirá escondiéndose, escoltado por su propia soledad política.