Von der Leyen aprovecha la ampliación de miembros de la UE para limitar la soberanía de las naciones y centralizar el poder

Von der Leyen y la pérdida de la soberanía nacional

Von der Leyen y la pérdida de la soberanía nacional vuelven al centro del debate tras la propuesta de eliminar el derecho de veto. Esta medida liquida la soberanía de los Estados.

La ampliación europea: excusa para destruir la soberanía

La Comisión Europea, con el respaldo de Ursula von der Leyen, está promoviendo una reforma institucional profunda bajo la excusa de la futura ampliación de la Unión Europea. El argumento es sencillo: más de 30 Estados miembros podrían dificultar la toma de decisiones. ¿La solución? Acabar con el derecho de veto nacional.

Esta medida es, en realidad, una brutal transferencia de poder desde los gobiernos nacionales hacia las estructuras de Bruselas. Lo que hasta ahora dependía del consentimiento de cada país, ahora podrá ser impuesto por una mayoría simple.

Esta iniciativa no busca eficiencia, sino subordinación. Un Estado que no puede vetar lo que le afecta, deja de ser soberano. Se convierte en un mero ejecutor de decisiones ajenas.

Cláusulas pasarela: el arma silenciosa del federalismo

Durante el pleno del Parlamento Europeo celebrado en Estrasburgo, la comisaria Ekaterina Zaharieva planteó “cambios suaves” que permitirían avanzar sin reformar los tratados. Esto incluye el uso de las llamadas cláusulas pasarela.

Estas cláusulas permiten reemplazar la unanimidad por mayoría cualificada en áreas críticas como política exterior, defensa o fiscalidad. Basta con que 15 países que representen el 65 % de la población aprueben una decisión. El resto de los Estados estarán obligados a acatarla.

Es decir, que las leyes o resoluciones que contradigan las constituciones nacionales, o que vayan en contra de la voluntad popular de ciertos países, igualmente serán obligatorias. Esta es la esencia de Von der Leyen y la soberanía nacional: la eliminación del veto equivale a la eliminación de la libertad política de cada nación.

El principio de unanimidad: último baluarte de soberanía

Históricamente, el principio de unanimidad ha protegido a los Estados frente a la imposición arbitraria. Gracias a él, ningún país podía ser forzado a aceptar políticas contrarias a sus intereses.

Ahora, Bruselas considera esta protección como un obstáculo. Lo llaman “parálisis institucional”. En realidad, lo que desean evitar es la resistencia nacional a su agenda ideológica, que incluye: Políticas de inmigración impuestas; Repartos presupuestarios sin control; Expansión de la agenda climática y de género; Adhesiones como la de Ucrania, sin consenso popular

Lo que está en juego no es solo un tecnicismo institucional. Es la supervivencia del Estado-nación como entidad política libre.

¿Quién manda en Europa? La Comisión o los pueblos

Si Bruselas puede decidir sin unanimidad, sin vetos y sin consultas populares, ¿qué papel juegan entonces los parlamentos nacionales, las constituciones, los ciudadanos?

Este modelo de gobernanza convierte a la Comisión Europea en un supergobierno sin control, con capacidad para anular las decisiones soberanas de los pueblos. Los Estados ya no serían más que delegaciones administrativas.

Por eso, Von der Leyen y la pérdida de la soberanía nacional no es un debate técnico. Es una cuestión de principios. Europa puede ser una unión de naciones libres, no una jaula de obediencias automáticas.

La eliminación del derecho de veto es el golpe final a la soberanía nacional. Con esta medida, Bruselas podrá imponer su voluntad sin obstáculos. No importa si los pueblos están en contra, si sus constituciones lo prohíben, o si su cultura lo rechaza. Lo que decidan otros será de obligado cumplimiento.

  • Referéndums vinculantes sobre cualquier reforma institucional
  • Rechazo absoluto al uso de cláusulas pasarela
  • Defensa activa del derecho de veto como símbolo de soberanía

Porque sin soberanía, no hay libertad. Y sin libertad, no hay democracia.

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