Vientres de alquiler: Un pseudodebate | Mariano Martínez-Aedo

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En España estamos lejísimos de lo que tanto alardean nuestros políticos y medios de comunicación.  Aquí, lamentablemente, no hay debates serios sobre los grandes temas que nos afectan como sociedad, sino que las élites deciden una medida y luego se vende atronadoramente como una maravilla (de la que, aparentemente, no habíamos echado de menos en absoluto hasta ese momento) que por fin podríamos disfrutar con el “consenso entusiasta” de todos/as/es/is/us.

Y no podía ser menos el tema de los vientres de alquiler, con un pseudodebate público, donde los medios de comunicación han comprado el relato de sus partidarios, empezando por su uso del nombre publicitario de “maternidad subrogada” que le han puesto sus promotores, ya que subrogada significa sustituida, y sería incoherente que la maternidad (el conjunto de actos donde la intimidad física es esencial) fuese posible hacerla por medio de intermediarios.   Sin embargo, hemos visto como las cadenas llevaban a extrañas madres intermediarias voluntarias, que no cobraban nada y que amaban el “ayudar” a otras personas a cumplir sus deseos.  También hemos visto en los medios a personas que habían conseguido su objetivo de tener hijos como fuese, acusando además a cualquiera que se opusiese a dicha práctica de egoístas, odiadores, etc.  en definitiva, un debate con demasiado orgullo por parte de sus promotores, con la “oposición” poniéndose de perfil o no se sabe si a favor, y el gobierno y sus ministros oponiéndose pero con unas motivaciones un poco incoherentes.  En definitiva, nada de un debate serio, con pocas razones y argumentos más allá de lo sentimental o ideológico a palo seco.

Es una auténtica pena que no se profundice en este tema tan importante, donde nos jugamos el concepto de persona y de maternidad y de su dignidad.  En efecto, es importante profundizar en la dignidad importantísima de la persona humana, tan atacada actualmente.  Hoy, se la niega al asimilarla a su papel social o vital, de esta forma, el aborto y la eutanasia se reconocen como “derechos”.  Hoy se la diluye, al pretender igualarla en cierto sentido a la de los animales, con las leyes animalistas recientemente aprobadas.

En resumen, si el ser humano no tiene una dignidad por el hecho de serlo, sino que depende de las circunstancias, sus derechos también dependerán de estas circunstancias y podrán ser preteridos a los derechos de otras personas (por ejemplo, la madre que no quiere tener a su hijo) o subordinados a los intereses sociales.

Por ello, es tan importante centrar el debate de los vientres de alquiler en la dignidad humana, que va contra la posibilidad de esa manipulación masiva (óvulos y esperma) en una mujer ajena, que sólo sirve como incubadora humana.  El hecho de que cobre por ello no es el centro del problema, sino sólo un detalle, aunque hace más patente aún lo antinatural del tema.  Cualquier persona puede sentir un rechazo instintivo a que un rico famoso compre un “hijo” de esta forma, pero el hecho de rebajar el precio (incluso hasta cero €, si realmente hay algún caso así) no cambia sustancialmente esa sensación de manipulación antihumana de nuestra naturaleza.

Igualmente, hay que aclarar en este debate que no existe un derecho a ser padres, en el sentido de que una persona tenga el derecho a hacer lo que sea para satisfacer una ambición, necesidad, capricho propio,… no por cambiar el epíteto aparecerá un derecho aquí.  Si existiera ese derecho omnímodo, deberían cambiarse las leyes que prohíban prácticas como “comprar” niños.

Lo que sí existe es el derecho a tener hijos de forma natural y acorde con la naturaleza humana, lo que debería llevar a las autoridades a tener una política familiar que apoyase a las familias y compensase los gastos y trabajos necesarios para cuidar a sus hijos.  En esto, España está a años luz del resto de los países europeos.

El hecho que desató la polémica, la exclusiva de Hola, profundizó todavía más el debate al aparecer de nuevo a la semana siguiente, aclarando que no era su hija sino su nieta, obtenida a partir de semen congelado de su hijo fallecido hace años, y sin permiso de su viuda ni de su padre.  Eso sí, legalmente pretende inscribirla como hija suya.  Todo esto muestra más claramente, cómo este camino de manipulación de lo más íntimo del ser humano, sólo puede derivar hacia las mayores aberraciones.  No podemos aceptar este desprecio del ser humano e irnos acostumbrando insensiblemente a tamañas manipulaciones del hombre.

El gobierno, PSOE y Podemos se muestran radicalmente en contra de dicha práctica.  Lamentablemente, por una vez que coincidimos con ellos, resulta que su argumentación es incoherente porque dicen lo contrario de lo que aplican en temas como el aborto.  Su postura es “feminista” porque la razón de la oposición es que «explota el cuerpo de la mujer» y lo han definido legalmente como una forma de violencia.   Es decir, la mujer puede hacer con su cuerpo lo que quiera, puede abortar, cambiar de género, etc. pero parece que no puede querer alquilarlo o ser “incubadora” voluntaria para el hijo de otros.

El tema es muy importante y no le ayuda nada que el debate se centre en tertulias del corazón, y se llene de argumentos sentimentaloides, y sin que aparezca en los medios ni personas que se opongan en serio, ni las auténticas víctimas de estos manejos, por no hablar de los especialistas que puedan hablar sobre los traumas de esos niños.

Eso sí, mientras la práctica sigue siendo ilegal en España, los usuarios de esta práctica siguen yéndose al extranjero a conseguirlos, siguen llegando a España exigiendo que se les reconozca legalmente y hasta cobrando las ayudas públicas por paternidad/maternidad.

Mariano Martínez-Aedo es Presidente del Instituto de Política Familiar (IPF)

 

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