Trastornos de la alimentación (III). Trastorno alimentario compulsivo | Albert Mesa Rey

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Feliz Año Nuevo amables lectores. Para cerrar el ciclo de artículos sobre los trastornos de la alimentación, en esta entrega hablaremos del “Trastorno alimentario compulsivo”.

El trastorno alimentario compulsivo o también conocido “o por atracón” es una afección en la que las personas pierden el control sobre su alimentación y tienen episodios recurrentes de comer cantidades inusualmente grandes de alimentos. Algunos psicólogos consideran este trastorno como una evolución de la bulimia.

No ha sido hasta muy recientemente, con la aparición del DSM-V, cuando se admite este trastorno de conducta, el Trastorno Alimentario Compulsivo (en adelante le llamaremos TAC), como una entidad diagnóstica específica.

Anteriormente, se habían establecidos unos criterios de investigación concretos a fin de unificar las pautas diagnósticas a seguir que permitieran llegar a reconocer (o no) plenamente esta conducta como un Trastorno.

A diferencia de la bulimia nerviosa, los períodos de atracones no son seguidos por purgas, ejercicio excesivo o ayuno. Como resultado, las personas con trastorno por atracón a menudo tienen sobrepeso u obesidad. Después de un atracón, pueden sentir culpa, enojo o vergüenza por la conducta y por la cantidad de alimentos consumidos.

Al atracón le sigue después otro largo periodo punitivo de ayuno, y el ciclo típico vuelve a empezar.

El sistema perceptivo-reactivo de estas personas se basa pues en la alternancia continua ayuno/atracón, control/pérdida de control. La capacidad de controlarse en estas personas al cabo de un año ya no consiguen manejarla y pierden el control. Es por tanto la prolongada abstinencia de la comida y el esfuerzo continuo por controlarse lo que determina la sucesiva pérdida de control.

Otras características del TAC, diferentes de las que se dan en el atracón asociado a la bulimia nerviosa, es que se dan tasas semejantes en mujeres y hombres (la bulimia nerviosa) es casi exclusiva de mujeres). Se da aproximadamente en el 5% de la población, el 2% de los hombres, el 3% de las mujeres y generalmente en adultos jóvenes alrededor de los 20 años. También se ha observado una incidencia creciente entre los adolescentes. Se calcula que alrededor del 1,7% padece el trastorno.

A pesar de que no existen datos epidemiológicos al respecto, la extensión del problema es mayor entre obesos que entre sujetos con peso normal (se ha encontrado que hasta un 30% de obesos que acuden a tratamiento presentan TAC, frente a un 2% en los no-obesos).

Causas:

A lo largo de los últimos años se han tratado de analizar y determinar explicaciones para este problema. La explicación más ampliamente aceptada para entender la presencia del TAC es la dieta: los sujetos con dietas de forma crónica desinhiben su control sobre su conducta alimentaria en situaciones tales como problemas emocionales, depresión, consumo de alcohol y violan su dieta. Además, la dieta continua lleva a una privación de energía, a la experimentación de hambre y a la urgencia de comer.

En suma, los sujetos con dietas crónicas abandonan más fácilmente, pasando al otro extremo de una ingesta compulsiva descontrolada, que aquellos que no las hacen.

Con todo, como en la mayoría de los trastornos alimentarios, el Trastorno Alimentario Compulsivo es multicausal, en el que influyen factores biológicos (incluso genéticos y/o familiares), psicológicos (como el que he señalado anteriormente) y también socioculturales (estilos de alimentación, urbanidad, etc.); que serán necesario tener en cuenta para realizar el tratamiento más adecuado.

En el plano físico, los atracones pueden conducir a enfermedades graves como diabetes, hipertensión, obesidad, enfermedades cardiovasculares y del sistema gástrico. Las consecuencias también incluyen aumento de peso e hinchazón, porque la persona que come demasiado tiene una respiración más corta, y los órganos digestivos se distienden por el exceso de comida y terminan sintiéndose muy mal después de una crisis.

Un aspecto importante para considerar en la identificación y atención del TAC es el de la comorbilidad asociada con otros trastornos psicopatológicos, principalmente con la obesidad, trastornos afectivos y trastornos de la personalidad: será necesario analizar si son distintos los sujetos con TAC que no presentan asociado otros trastornos psicopatológicos, de aquellos que presentan asociado trastornos afectivos y/o tienen asociado un trastorno de personalidad.

Será necesario analizar qué implicaciones terapéuticas tiene la presencia o no de comorbilidad psicopatológica asociada, para adecuar la atención en cada caso.

Tratamiento:

Todo tratamiento dirigido al TAC debería tratar de conseguir los siguientes objetivos:

  1. Procurar que la terapia se rija bajo dos principios básicos: uno educacional y otro referido a la necesaria participación activa del paciente.
  2. Procurar conseguir un cambio en el estilo de vida del sujeto, mediante el cambio en los patrones alimentarios y de su actividad física, que facilite la reducción o supresión de la sobre ingesta compulsiva y una pérdida de peso.
  3. Conseguir un peso razonable y, sobre todo, saludable, que pueda mantener en el tiempo.
  4. Potenciar la autoaceptación del sujeto para mantener la motivación y mejorar su bienestar psicosocial.
  5. Dotar al sujeto con TAC de habilidades para la prevención de posibles recaídas, tratando de conseguir que los cambios alcanzados sean duraderos.

¿Cómo ayudar?

Tener una red de apoyo es muy importante para tomar la decisión de buscar ayuda médica, ya que es bastante común que las personas que nos rodean a menudo no se den cuenta de lo que está sucediendo y de que estos trastornos realmente existen.

Gracias por vuestro interés y por leerme.

Albert Mesa Rey | Escritor

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