¿Tiene la culpa la pornografía del aumento de las violaciones?

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En internet existen más de 500 millones de webs pornográficas. Según SimilarWeb, tres de las 15 páginas más visitadas del mundo son de contenido adulto. España, siendo el 30º país del mundo en población, ocupa el undécimo puesto en número de visitas al popular portal PornHub.

Son sólo tres datos que hablan del cada vez mayor consumo de pornografía, así como de su fácil acceso. Ante esta realidad, cabe preguntarse si el visionado de estos contenidos es beneficioso o si, por el contrario, presenta riesgos y efectos: riesgo de adicción, efectos perniciosos e incremento de violaciones.

Crea adicción y tiene efectos

El doctor Alejandro Villena autor del libro ¿Por qué no? Cómo prevenir y ayudar en la adicción a la pornografía (Alienta Editorial, 2023), señala numerosas personas que demandan ayuda porque tienen «falta de control» y porque «quieren dejar el porno y son incapaces». Además de en su experiencia diaria, el psicólogo clínico fundamenta su argumento en los estudios neurobiológicos que, explica, hablan del impacto de la pornografía en el sistema de recompensa y en las cortezas frontal y prefrontal del cerebro. Estas áreas, precisa, están involucradas en la toma de decisiones, en la inteligencia, en la voluntad, en el control de los impulsos, en la memoria y en la atención.

Los efectos de la pornografía

Que la pornografía engancha es indiscutible. El Dr. Villena señala que el porno da placer y estimula el deseo a corto plazo —«si no, nadie lo usaría»— pero que es «un problema en sí mismo» que «no ayuda nunca y entorpece siempre». Entre los problemas que provoca, el psicólogo clínico enumera la rebaja de la excitación, la falta de satisfacción en la pareja, las secuelas en la vida profesional o académica, la alteración del sueño y, en casos extremos, contratiempos económicos o legales (estos últimos por el uso de pornografía infantil). Además, insiste en las «graves consecuencias» de la pornografía a la hora de fomentar la visión de la mujer como un objeto y en la forma en que estamos viviendo la sexualidad, «compulsiva, rápida, despersonalizada y poco humana».

Educación sexual

Villena echa mano de la famosa frase atribuida a Pitágoras: «Eduquemos a los niños y no será necesario castigar a los adultos». Para el psicólogo, la educación es «la herramienta más poderosa con la que contamos para darles verdadera libertad a los adolescentes, así como un criterio para distinguir entre la sexualidad y la pornografía». Y es que, argumenta, el porno no es una manera saludable ni real de representar la sexualidad.

En los últimos tiempos han crecido las voces que apuntan a que la pornografía ha pasado a constituir la principal educación sexual para los jóvenes, lo que algunos relacionan con el aumento de delitos sexuales. Esta corriente apunta particularmente a las violaciones en grupo, las llamadas ‘manadas’, como efectos visibles del avance de la cultura del porno.

Según cifras de Interior, las agresiones sexuales con penetración cometidas por la población general se han incrementado un 67,4% entre 2012 y 2021 y llevan seis años seguidos al alza con excepción de 2020 (presumiblemente por la pandemia). Además, poniendo el foco específicamente en los jóvenes, el Instituto Nacional de Estadística (INE) contabilizó 609 delitos de naturaleza sexual cometidos por menores en 2021, lo que supone un 27,7% más que el año anterior y un 11,1% más que en 2019.

La Fiscalía General del Estado, a través del Fiscal de Sala Coordinador de Menores, Eduardo Esteban, advirtió en marzo del «efecto criminógeno» de la pornografía. «No tenemos ninguna duda, es una cosa muy obvia que el acceso cada vez más joven a la pornografía está provocando una descomposición, una pérdida tremenda de los valores, una banalización del sexo absoluta», afirmó el fiscal en declaraciones a Europa Press.

El doctor Villena afirma que, tras haber revisado de forma sistemática los datos de los últimos veinte años, «claramente» hay una relación. Para el psicólogo clínico, el porno favorece la agresividad física y verbal, la coerción sexual, la visión cosificante y deshumanizante de la mujer y la tendencia a incorporar mitos sobre la violación (como culpar a la víctima y no al agresor). Villena no tiene problema en reconocer que «la violencia sexual no sólo se explica por la pornografía» y que «hay muchas aristas en este problema social». Pese a ello, no tiene dudas de que la pornografía es una variable más que «potencia, normaliza, erotiza y legitima la violencia».

(Con información de Juan Cervera/The Objective)

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