Santiago Ramón y Cajal. El padre de la neurociencia moderna | Albert Mesa Rey

Share on facebook
Share on twitter
Share on linkedin

La semana pasada se cumplieron 88 años del fallecimiento de uno de nuestros científicos más preeminentes. El Dr. D. Santiago Ramón y Cajal, fallecía en Madrid un 17 de octubre de 1934.

Fue un médico especializado en Histología y Anatomía Patológica y es considerado el padre de la Neurociencia.

Compartió el Premio Nobel de Medicina en 1906 con Camillo Golgien reconocimiento de su trabajo sobre la estructura del sistema nervioso”.​ Fue pionero en la descripción de las diez sinapsis que componen la retina.​ Mediante sus investigaciones sobre los mecanismos que gobiernan la morfología y los procesos conectivos de las células nerviosas, desarrolló una teoría nueva y revolucionaria que empezó a ser llamada la «doctrina de la neurona», basada en que el tejido cerebral está compuesto por células individuales. Descubridor de la individualidad de las neuronas, las llamó «esas mariposas del alma«.

El 1 de mayo de 1852, nace en Petilla de Aragón, Santiago Ramón Cajal, hijo de Justo Ramón Casasús y de Antonia Cajal. Su padre era médico, profesión que obligó a la familia a cambiar de residencia constantemente.

Santiago cursó sus estudios primarios y secundarios, entre Jaca y Huesca. Una época en la que comienza a mostrar su rebeldía, negándose a memorizar conceptos, también desarrolló habilidades en dibujo para el que parecía estar dotado, dibujos que realizaba siempre en contacto con la naturaleza, una pasión que le llevó a otra, su afición a la montaña.

Santiago Ramón y Cajal, estudió la carrera de medicina en Zaragoza donde se había trasladado toda la familia en 1870. Cursó sus estudios con éxito y se licenció en 1873. Ese mismo año es llamado a filas, el servicio militar era obligado en esa época, una ley que había establecido Emilio Castelar, presidente de la Primera República.

La movilización a filas tuvo un fuerte impacto en su vida. Se presentó a las oposiciones para el cuerpo de Sanidad Militar y fue el número seis de una centena de aspirantes. En lugar de quedarse tranquilamente en su destino de Lérida, solicitó plaza en Cuba. Partió con el grado de teniente, en plena fuerza juvenil y volvió al cabo de un año con grado de capitán, pero hecho una ruina humana. Las fiebres palúdicas casi acaban con su vida.

Sin embargo, un aspecto positivo es que las pagas atrasadas que consiguió cobrar después de algunas vicisitudes administrativas le permitieron comprar un equipo básico de laboratorio con el cual inició su carrera de investigador.

1879 fue un importante año en su vida por dos motivos. Se casó con Silveria Fanyanas García, con la que tuvo siete hijos y obtuvo la plaza de director de Museos Anatómicos de Zaragoza. Un evento que le dio estabilidad sentimental durante toda su vida y el otro, estabilidad económica. Posteriormente obtuvo la cátedra de Anatomía Descriptiva de la Facultad de Medicina de Valencia en 1882, y allí presenció en vivo y en directo la epidemia de cólera de 1885.

Pero fue en Barcelona, a donde se trasladó para ocupar la cátedra de Histología, donde en 1888, descubrió los mecanismos que gobiernan la morfología y los procesos de conexión de las células nerviosas de la materia gris del sistema nervioso cerebroespinal, Fue positivamente la cima de su carrera. Sus méritos fueron reconocidos en 1906 con la concesión del Premio Nobel en Fisiología o Medicina. Dicho premio fue compartido con Camillo Golgi, del cual hizo amplio uso de su método de tinción para la visualización de los tejidos, pero del cual siempre estuvo en desacuerdo en cuanto a las conclusiones de sus trabajos.

Después de una vida llena de reconocimientos a su labor, falleció en Madrid en 1934. Un español honesto, al servicio de la ciencia.

 El premio Nobel.

Se le concedió el Premio Nobel en Medicina por su trabajo pionero sobre la estructura fina, llamada glía, del sistema nervioso; demostró la discontinuidad celular de las neuronas y anticipó el mecanismo de propagación del impulso nervioso, por los descubrimientos sobre la morfología y conexiones de las células nerviosas de la sustancia gris.

Complementó sus descubrimientos con estudios del cerebelo, como de crecimiento, polarización de las neuronas y métodos de tinción de células nerviosas.

Epilogo:

Santiago Ramón y Cajal fue un científico extraordinario que rompió moldes en sus investigaciones. Fue un pionero, capaz de ir a contracorriente de las ideas científicas establecidas y fue riguroso y perseverante. Nunca se apartó de su objetivo, el estudio de la composición del cerebro. Tuvo muchas pasiones: el ajedrez, la pintura, la gimnasia, la fotografía; pero una sola vocación: la investigación científica. A ella entregó sus energías hasta el último día de su vida.

Le costó, pero al final logró convencer en España, y a todo el mundo, de lo acertado de sus descubrimientos. Su labor contribuyó al avance de la Histología y la Neurología y a que en España se creara una escuela de investigación científica.

Para las nuevas generaciones interesadas por la ciencia, la personalidad de Ramón y Cajal tiene enorme interés. Él reunió los requisitos que ahora se consideran clave del éxito: fue provocador, fue íntegro y aprovechó al máximo las nuevas tecnologías de su época.

 Amable lector: Si tienes tiempo e interés en ampliar o contrastar alguno de los conceptos citados de este artículo, sugiero que “pinches” en los enlaces que he ido resaltando. Gracias por leerme.

Albert Mesa Rey | Escritor

Deja un comentario