Sánchez «se aísla» en la finca de Quintos de Mora a la espera del próximo escándalo que le afectará en persona

sanchez aislado en Quintos de Mora

El presidente del Gobierno ha volado en la mañana del viernes tras reunirse con Bolaños y su jefe de gabinete

Pedro Sánchez se queda solo en el momento más delicado de su mandato. Lo decíamos ayer. El escándalo de Santos Cerdán, señalado en un informe de la UCO, ha precipitado su dimisión. Pero no ha entregado su acta. El caos es absoluto. Y el presidente, sin control, opta por huir de La Moncloa y refugiarse en Quintos de Mora para “reflexionar”. Traducción: no confía ya ni en los suyos.

Un presidente acorralado: solo le quedan Bolaños y Rubio

En la mañana del viernes, un helicóptero militar lo trasladó discretamente desde Moncloa, y aterrizó en la finca de Quintos de Mora. Iba solo. Sin su equipo habitual. Sin el PSOE. Solo.

Antes de aislarse, se reunió con sus dos últimos hombres de confianza: Diego Rubio, jefe de gabinete, y Félix Bolaños, el ministro filomasón de Justicia y presidencia, que es el encargado de su última tentativa para controlar la judicatura. Nadie más. Ni Montero, ni Alegría, ni ningún miembro del Comité Federal del PSOE. ¿Por qué? Porque Sánchez se queda solo, y lo sabe. Ya no confía en nadie. Espera su traición.

La confianza se ha roto incluso dentro de su núcleo más cercano. Bolaños, ideólogo del asalto institucional a la Justicia, y Rubio, ejecutor del relato propagandístico desde Presidencia, son los últimos pilares de un poder que se derrumba. El resto del partido ha saltado del barco.

Su aislamiento no es estratégico ni vacacional. Es forzado por la descomposición total de su estructura de poder. Recuerda al aislamiento del Hitler en su bunker antes de su suicidio.

La dimisión incompleta de Cerdán: un símbolo de descomposición

El caso de Santos Cerdán lo deja todo en evidencia. Este jueves, tras conocerse el informe de la UCO, Cerdán anunció su dimisión de todos sus cargos. Pedro Sánchez compareció para decir que había sido él quien le exigió su renuncia. “No debimos confiar en él”, afirmó en una sorprendente admisión de culpa.

Sin embargo, a día siguiente, el nombre de Cerdán seguía figurando como diputado en activo en la web del Congreso. A las 18:00, al cerrar el registro oficial, no se había presentado su renuncia al escaño. Un gesto que no es menor: mantener el aforamiento puede ser decisivo si el escándalo judicial escala.

Y lo más grave: Cerdán no contesta al PSOE. No responde llamadas. No aclara su situación. El partido está literalmente en manos de un diputado fantasma. ¿Qué sabe Cerdán que podría comprometer a Sánchez? ¿Por qué su silencio genera tanto nerviosismo?

La respuesta está en el aire. Pero mientras tanto, Sánchez se queda solo. La estructura del PSOE se resquebraja. Los que ayer eran leales hoy callan o desaparecen.

Bolaños: el último bastión del régimen sanchista

Félix Bolaños se ha convertido en el operador clave del socialismo autoritario. Ha tomado el control del CGPJ, ha maniobrado para proteger a aliados judiciales, y ahora se presenta como escudo del presidente.

Su misión es clara: contener el daño, aislar los escándalos y evitar que salpique a Pedro Sánchez. Y más; controlar a la justicia si logran esquivar este golpe. Pero la tarea es casi imposible. Cuando Sánchez se queda solo, ni Bolaños ni Rubio podrán salvarlo del colapso.

Además, dentro del partido, Bolaños genera rechazo. No es del PSOE clásico. No es militante de base. Es una persona impuesta desde arriba. Por eso, los barones regionales ya no ocultan su descontento. El sanchismo ha dejado de ser rentable.

En esta caída libre, el presidente ya no dirige. Solo aguanta. Cada día es una cuenta atrás hacia su derrumbe.

La huida a Quintos de Mora: símbolo del fin

Quintos de Mora no es una escapada ocasional. Es un acto desesperado. Sánchez huye de Moncloa porque no quiere enfrentar a su partido. No quiere aparecer en público. No quiere dar explicaciones. Su equipo filtra que necesita “reflexión”. En realidad, necesita tiempo para contener los próximos escándalos.

Ya hay rumores sobre nuevos casos que salpicarían directamente a él. Si eso ocurre, la legislatura muere automáticamente. Por eso, el PSOE guarda silencio. Por eso, los ministros desaparecen. Por eso, Sánchez se queda solo.

La unidad del PSOE, rota por el oportunismo y el miedo

En los pasillos del Congreso, el caos es palpable. La bancada socialista está paralizada. Nadie quiere asumir portavocía. Nadie quiere dar declaraciones. La consigna es esperar. Pero la paciencia tiene límite.

Diputados veteranos admiten que hay miedo a ser los siguientes en caer. Empiezan a aparecer voces socialistas que piden cambios en la estructura del partido, un reseteo. Hay preocupación por cómo impactará la crisis en los próximos comicios autonómicos y municipales. La marca PSOE se ha convertido en un lastre. Y Sánchez, en un jefe sin autoridad.

Barones como Page, Lambán o incluso García-Page se desmarcan claramente del presidente. Los alcaldes no quieren fotos con Moncloa. Las juventudes callan. El sindicalismo se distancia. Sánchez se queda solo. No ya por traición, sino por desgaste.

La caída es cuestión de días

Pedro Sánchez está en caída libre. La dimisión no ejecutada de Santos Cerdán, su encierro voluntario en Toledo, el vacío institucional, el rechazo interno… Todo converge en una realidad indiscutible: Sánchez se queda solo.

Y lo que hoy parece un repliegue táctico, mañana será el preludio de su final político. Porque cuando un presidente no tiene partido, ni aliados, ni credibilidad… no tiene poder.

Y ya se barajan fechas para la dimisión de Sánchez. Fuentes expertas señalan que será entre el 25 de junio, fecha en la Santos Cerdán declarará ante el Tribuna Supremo y el 5 de julio donde el PSOE celebrará un Comité Federal en Sevilla donde se elegirá al sustituto de Santos Cerdán… y Sánchez. Ya queda poco.

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