El cabildo arranca la cruz y una inscripción tras la presión de la izquierda
La retirada de la cruz del Pilar muestra una nueva cesión de la jerarquía ante la izquierda, que presiona con su revisionismo para borrar símbolos históricos ligados a la victoria nacional en 1939.
La izquierda fuerza la retirada de una cruz histórica del Pilar
La retirada de la cruz del Pilar refleja el avance agresivo del revisionismo promovido por la izquierda así como la cobardía del cabildo que ha eliminado una cruz y una inscripción de una placa de la Virgen de Montserrat, colocada hace 86 años por 2.500 peregrinos catalanes que viajaron a Zaragoza para agradecer la victoria del bando nacional en 1939.
La cruz incluía las fechas 1936 y 1939, junto a la insignia de los Caballeros de España, acompañada del texto: «Le presentamos esta humilde ofrenda en acción de gracias por la liberación y la victoria. Año de la victoria 1939». La placa quedó ahora mutilada y descontextualizada, dejando solo la inscripción: «Dos mil quinientos peregrinos de Barcelona postrados en este día a los pies de la Milagrosa Virgen del Pilar».
La retirada de la cruz del Pilar no responde a una necesidad patrimonial. Responde a la petición de un único ciudadano que envió un escrito al Gobierno de Aragón alegando que la placa constituía “apología del franquismo”. Y ante esa persona, la jerarquía cede. Chunta Aragonesista, parte de la coalición de Sumar, celebró la presión.
El cabildo del Pilar cede a la presión ideológica
La retirada de la cruz del Pilar muestra inquietantes señales sobre la debilidad de las instituciones religiosas frente a una ofensiva política que jamás oculta su objetivo: borrar la memoria histórica y religiosa y cualquier manifestación de fe que no encaje con la narrativa socialista.
El Gobierno de Aragón recordó que no tenía competencias porque la Ley de Memoria Democrática autonómica quedó derogada gracias a la iniciativa de Vox. Aun así, la consejería de Cultura, dirigida por el PP, remitió la cuestión al Ministerio de Ángel Víctor Torres, actual impulsor del revisionismo memorialista. El cabildo actuó sin esperar respuesta. Retiró la cruz. Retiró la inscripción. Dejó agujeros vacíos donde antes se encontraba una ofrenda religiosa con un valor histórico indiscutible. Cobardía y traición.
La retirada de la cruz del Pilar no solo mutila un objeto de devoción. Mutila un trozo de la historia espiritual y social de España.
Una devoción marcada por la resistencia y la fe
La devoción nacional hacia la Virgen del Pilar se reforzó desde 1936, cuando cuatro bombas lanzadas por el bando republicano cayeron sobre el templo. Dos de ellas impactaron sin explotar. La propaganda del Frente Popular no supo explicar aquel hecho, que, por el contrario, el bando nacional lo interpretó como un milagro. Los testimonios recogidos en la época relatan la sorpresa ante la integridad casi milagrosa de la basílica.
El avión que lanzó las bombas despegó de Barcelona, un detalle que da contexto a la ofrenda realizada años después por los combatientes catalanes. Ellos acudieron en “agradecimiento”, según rezaba la placa. Gracias a aquella victoria, pudieron sentirse liberados de la persecución religiosa y el terror marxista que arrasó templos, quemó imágenes y asesinó sacerdotes.
La retirada de la cruz del Pilar pretende borrar esa memoria y reemplazarla por una visión unidireccional de la Guerra Civil, dictada desde los despachos ideológicos de la izquierda, con el beneplácito de cierta jerarquía eclesial.
La ofensiva continúa: más símbolos bajo amenaza
La ofensiva no termina con la retirada de la cruz del Pilar. El Ministerio de Memoria Democrática apunta ahora a las dos bombas sin detonar que se conservan en la basílica. Sus placas recuerdan que fueron arrojadas contra el templo el 3 de agosto de 1936. Representan un episodio clave de la resistencia espiritual del pueblo español.
En 2023, el cabildo también ocultó una inscripción latina situada junto al órgano y que decía: «tras la guerra de liberación de la patria y obtenida felizmente la victoria, los fieles cristianos de toda España». La sustituyeron por un texto descafeinado, sin referencias históricas, sin memoria y sin verdad.
El patrón se repite. Se borra. Se tapa. Se edulcora. Se manipula. Y cuando los responsables deberían defender su patrimonio, entregan un legado que no les pertenece. Pertenece a España.
Defender la memoria frente a la presión política
La retirada de la cruz del Pilar muestra la deriva de una sociedad y una jerarquía intimidada y acobardada por la corrección ideológica. Si permitimos que la izquierda reescriba nuestra historia, pronto veremos cómo se desmantelan los últimos símbolos que recuerdan la resistencia, la fe y la unidad espiritual de España.
El Pilar no merece este silencio. España tampoco.




