Sigue la invasión: Aumenta en un 650% el número de inmigrantes con residencia por arraigo familiar desde 2020

inmigración por arraigo familiar

La inmigración por arraigo familiar ha crecido un 650 % bajo el gobierno de Pedro Sánchez, al pasar de 43.848 personas en esta situación en marzo de 2020 a 328.841 en el mismo mes de este año. consolidando así su apuesta por una política migratoria expansiva.

Un incremento descontrolado y sostenido desde 2021

La inmigración por arraigo familiar se ha disparado sin control desde 2021. En marzo de aquel año, había 46.695 personas con este tipo de permiso. Para diciembre de ese mismo año, la cifra ascendía a 73.625. El crecimiento fue notable y sostenido en cada trimestre, sin pausa ni corrección.

Durante 2022, los datos se incrementaron trimestre a trimestre:

  • Marzo: 87.678
  • Junio: 106.921
  • Septiembre: 118.986
  • Diciembre: 148.938

En 2023, la tendencia se consolidó aún más, alcanzando cifras nunca vistas:

  • Marzo: 186.429
  • Junio: 208.982
  • Septiembre: 221.591
  • Diciembre: 238.991

Ya en 2024, la escalada siguió de forma alarmante. Los datos muestran que:

  • Marzo: 265.128
  • Junio: 286.237
  • Septiembre: 307.558
  • Diciembre: 312.995

Y en marzo de 2025, se ha batido otro récord con 328.841 personas con residencia por arraigo familiar, siendo 167.539 mujeres y 161.302 hombres. ¿Hasta cuándo continuará este despropósito?

¿Qué es el arraigo familiar y por qué lo promueve Sánchez?

La residencia por arraigo familiar permite a los extranjeros que tienen vínculos familiares directos con españoles o residentes legales regularizar su situación. En apariencia puede parecer una medida de protección, pero la realidad es otra: se ha convertido en el instrumento perfecto para la inmigración masiva, legalizada bajo justificaciones sentimentales y sin debate público.

Pedro Sánchez ha potenciado este tipo de residencia mientras se multiplican los conflictos sociales, la saturación de servicios públicos y la inseguridad en múltiples barrios. La izquierda sabe que, al incentivar este tipo de regularización, consigue crear una base electoral cautiva que garantice su permanencia en el poder.

Además del arraigo familiar, existen otras vías que refuerzan la inmigración por la puerta de atrás:

  • Arraigo laboral, para quienes han trabajado seis meses en dos años.
  • Arraigo social, para quienes llevan tres años en situación irregular.
  • Arraigo por formación, que basta con dos años de residencia y compromiso de realizar cursos.

Todas estas medidas, lejos de ser excepcionales, se han convertido en canales rutinarios de regularización masiva. Se está premiando la irregularidad y fomentando la llegada descontrolada.

Sánchez no frena: cada trimestre supera al anterior

El crecimiento trimestral constante demuestra que no hay intención alguna de frenar esta tendencia. Mientras países europeos empiezan a endurecer sus fronteras, en España Pedro Sánchez abre los brazos sin condiciones ni límites.

Con cifras como estas, resulta evidente que no se trata de casos puntuales ni de una política humanitaria. Es un plan deliberado y estructurado para transformar demográficamente España. Cada trimestre se alcanzan nuevos récords de inmigración por arraigo familiar, sin que los medios de comunicación del sistema lo denuncien ni la oposición actúe con contundencia.

El problema no es solo numérico, sino de modelo social, cultural y religioso.

¿Dónde están los límites? La soberanía nacional en jaque

La inmigración por arraigo familiar es solo la punta del iceberg. El modelo de Sánchez incluye:

  • Apoyo a ONGs subvencionadas que promueven la entrada masiva.
  • Legislación favorable a la reunificación familiar ilimitada.
  • Planes de acogida que priorizan al inmigrante sobre el español.

Esta política no es casual. Forma parte de la agenda ideológica de la izquierda globalista, que busca destruir la identidad nacional, diluir la cultura cristiana y convertir a los ciudadanos en meros consumidores dependientes del Estado

La inmigración por arraigo familiar se ha convertido en una herramienta política del sanchismo. No responde a una necesidad real del país, sino a un proyecto ideológico que pretende alterar las bases culturales, sociales y electorales de España.

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