El dictador Sánchez cortará cabezas en la Ejecutiva del PSOE para tapar sus culpas e intentar salvarse

El dictador Sánchez hará una gran purga de la Ejecutiva del PSOE para tapar sus culpas

Los socialistas aguardan con impaciencia el Comité Federal que Sánchez ha convocado este sábado en Ferraz para conocer el calado de la reforma en el organigrama del PSOE que su jefe de filas prepara.

Sánchez corta cabezas para salvarse. El plan ya está en marcha. En las últimas horas, varios miembros de la actual Ejecutiva del PSOE han recibido llamadas informándoles de su inminente destitución. Estos dirigentes fueron elegidos hace apenas siete meses en el 41º Congreso Federal del partido. El motivo oficial de su salida es el incumplimiento de los Estatutos del PSOE, que prohíben ostentar simultáneamente más de un cargo institucional. Pero el trasfondo es otro. El verdadero motivo es puramente político: blindar el poder de Pedro Sánchez y dar sensación que lucha contra la corrupción. Craso error.

Purga a gran escala en Ferraz

Esta purga interna es una estrategia desesperada para contener el escándalo que ahoga al PSOE. El equipo de Santos Cerdán será eliminado sin miramientos. Su adjunto, el diputado Juanfran Serrano, también caerá. El objetivo es claro: borrar todo rastro de un equipo que ha quedado manchado por la corrupción y el fracaso, como si fuera un caso aislado y que no involucra al PSOE que lo desconocía.

A las 10:30 horas comenzará la reunión del máximo órgano del PSOE entre congresos. Han confirmado su presencia 315 de los 400 miembros. Es probable que alguien solicite un Congreso extraordinario y pida que Sánchez no se presente. Pero esa será la excepción. La mayoría de las federaciones territoriales están en manos de fieles al presidente. Ahí están María Jesús Montero en Andalucía, Salvador Illa en Cataluña, Pilar Alegría en Aragón, Óscar López en Madrid, Diana Morant en la Comunidad Valenciana y Ángel Víctor Torres en Canarias. Todos obedecen sin rechistar.

Una estrategia de supervivencia

La técnica de cortar cabezas no es nueva. Cualquier dictador o el capo de la mafia actúa igual: elimina al mensajero, al testaferro, al lugarteniente, a quien haga falta para salvarse. El problema para Sánchez es que ya no le quedan muchas cabezas que cortar. Y pronto solo quedará la suya.

Hasta el momento, las medidas adoptadas por el presidente son escasas y cosméticas. Ha cesado a Santos Cerdán, que está en prisión provisional, pero «casualmente» ha recibido la visita de dos abogados vinculados al PSOE. Ha expulsado definitivamente a José Luis Ábalos, tras mantenerle en un limbo de 15 meses. Ha anunciado una comisión de investigación en el Congreso, cuando hace apenas ocho meses se cerró la de las mascarillas sin citar a los principales implicados. También ha encargado una auditoría externa de las cuentas de Ferraz. Y ha solicitado comparecer en el Congreso el 9 de julio, algo que ya estaba previsto por ley.

El control del aparato ya no es suficiente

El cortar cabezas de Sánchez ya no engaña a nadie. Los socios de gobierno no están satisfechos. Exigen medidas reales, no gestos teatrales, porque les puede afectar a ellos electoralmente. Cada decapitación interna es vista como una muestra de debilidad, no de autoridad. El partido está fracturado, desmoralizado y sin rumbo. Todos dan por muerto a Sánchez. Políticamente ya es un cadáver.

El PSOE intenta mostrar unidad, pero es solo apariencia. Nadie quiere hundirse con el capitán. El cortar cabezas de Sánchez es una huida hacia adelante. Ya no es una opción estratégica. Es la última carta de un hombre sin salida.

La estrategia de Sánchez ha fracasado. Ha sacrificado a todos, menos a sí mismo. Pero ya no puede ocultarse. El dictador está solo. Las cuchillas ya apuntan hacia él. Y no habrá purga que lo salve.

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