España vivió un apagón eléctrico histórico. Pero más grave que la oscuridad, fue el silencio gubernamental: Casi un mes después no han dado ninguna explicación de su origen. Un informe del diario británico The Telegraph destapó que el apagón podría no haber sido accidental, sino un experimento deliberado del Gobierno de Pedro Sánchez. ¿El objetivo?: evaluar hasta dónde puede someterse al pueblo español sin respuesta.
No es casualidad. No lo fue en Valencia con la Dana. No lo fue en el Covid con el confinamiento y las inyecciones Tampoco lo ha sido ahora. Cuando el sistema eléctrico colapsa, es porque quienes deben garantizarlo no actúan o lo provocan. Según The Telegraph, el Ejecutivo ensayó un escenario de emergencia bajo la excusa de avanzar en energías renovables. Pero el trasfondo revela otra realidad: control, censura y manipulación de masas.
«El hedor del encubrimiento se cierne sobre el gigantesco apagón de España, el peor fallo eléctrico en cualquier país desarrollado en los tiempos modernos«, afirmó el artículo británico. No se trata solo de un fallo técnico, sino de una jugada política premeditada. La izquierda, en su desesperación por perpetuarse en el poder, en implantar una dictadura, ha optado por medir la sumisión del pueblo. Y los españoles, mientras tanto, quedamos incomunicados, desorientados y sometidos a una única fuente de información“oficial”.
¿Qué buscaban? Observar cómo respondemos al miedo. Cómo protegemos a nuestras familias. Cómo nos doblegamos ante la incertidumbre. Pero también querían probar algo más peligroso: normalizar el apagón, silenciar la disidencia digital y mantener a la población bajo un solo canal de propaganda.
Las palabras del artículo son demoledoras: «El gobierno socialista de Pedro Sánchez intenta ganar tiempo con explicaciones que carecen de sentido técnico o rozan el absurdo.» «Red Eléctrica, que gestiona la red, está acusada de poner trabas a todo el mundo.«
Nada de esto es nuevo. ¿Vamos a permitir que conviertan a España en su laboratorio ideológico? La dependencia ciega de las renovables, sin infraestructura suficiente, ha sido un suicidio eléctrico. Y si, además, se fuerza intencionadamente el colapso, entramos en el terreno de la traición.
Desde Moncloa lo niegan todo. También Red Eléctrica. Pero, como ya es habitual, las negativas no vienen acompañadas de explicaciones claras ni transparentes. La presidenta de Red Eléctrica, una militante del PSOE sin experiencia técnica y con un sueldo escandaloso, ha evitado toda responsabilidad. Su antecesor dimitió por «intromisión política». El control partidista de la infraestructura nacional es ya un hecho.
The Telegraph insiste: «Aceleraron el ritmo de forma imprudente, antes de realizar las inversiones necesarias en una sofisticada red inteligente del siglo XXI capaz de gestionarlo.«
La Asociación Española de Empresas de Energía Eléctrica (AELEC) ha calificado el manejo del apagón como una «farsa». Cuando el sector privado lanza esa acusación, no hay dudas: el experimento ha fracasado y nos ha puesto en riesgo a todos.
No faltan expertos que defienden la versión gubernamental. Pero incluso ellos reconocen que las explicaciones son difusas, las responsabilidades diluidas, y los datos, insuficientes. La verdad oficial no convence ni a quienes la intentan justificar.
La censura ya se ha activado. Quienes cuestionan la versión del Gobierno han sido silenciados o ridiculizados. Las redes sociales, principales canales de resistencia ciudadana, fueron inoperativas durante el apagón. ¿Coincidencia? No. Fue un ensayo general para el día en que, como ya se teme, Marruecos avance sobre Ceuta, Melilla o Canarias. ¿Y qué hará el Gobierno? Cortar la luz, el internet y el derecho a hablar, a la crítica, a la libre expresión
El problema no es solo energético. Es político. Es ideológico. Es una lucha por el alma de España. Pedro Sánchez y su Ejecutivo han demostrado que no dudan en jugar con la estabilidad del país si eso les da poder. Ya han medido la obediencia del pueblo. Ya saben hasta dónde pueden llegar. El apagón no fue solo una caída de tensión. Fue una caída de la libertad.
La historia nos enseñó que cuando un Gobierno manipula la energía, manipula la vida. Y que cuando se apagan las luces, se encienden las sombras del totalitarismo. No podemos permitir que España caiga en ese abismo.
Esto no va de energías renovables. Va de libertad. Va de quién tiene el control. Va de qué estamos dispuestos a tolerar. Y va de defender la soberanía nacional, la verdad y la dignidad de los españoles.
Desde este diario, denunciamos este nuevo atropello del socialismo. Llamamos a la ciudadanía a exigir respuestas. A organizarse. A no aceptar el relato impuesto. Y a prepararse, porque volverán a apagar la luz cuando más nos necesitemos ver.