¿Hacia una «guerra híbrida» entre Rusia y Occidente?

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Es una nueva estrategia bélica que evita identificar al primer atacante y se mueve en una zona gris entre la paz y el conflicto

Es un nuevo tipo de contienda que supera a la de los tradicionales combates entre tropas de varios bandos, con una ventaja añadida: evita que se atribuya el comienzo del ataque a una de las partes.

Por eso, para Kiev la «guerra híbrida» ha comenzado. Y da por hecho que el Kremlin ha puesto en marcha toda su maquinaria de desinformación y ataques cibernéticos. De este modo aludió, entre otras cosas, al ciberataque que sufrieron sus servidores la semana pasada que llevaban la marca rusa.

Propaganda y provocación antioccidental

El concepto de «guerra híbrida» lo resume a la perfección las palabras pronunciadas por la administración de Joe Biden. «Las entidades militares y de inteligencia moscovitas participan en estas actividades en todo el ecosistema de desinformación antioccidental y propaganda de Rusia, con el fin de ejecutar operaciones maliciosas en redes sociales, el uso de medios digitales expresa o tácitamente aliados, la introducción de desinformación en la programación en medios de radio y televisión, la organización de conferencias destinadas a influir en los asistentes para que crean equivocadamente que Ucrania, y no Rusia, es la culpable de la escalada de las tensiones en la región».

¿De dónde viene esta idea de “guerra híbrida”?

El concepto de “guerra híbrida” nace junto al nuevo siglo de la mano de la Marina estadounidense que, en el marco de la “Guerra contra el terrorismo” que se abre luego del atentado sobre las Torres Gemelas, formulan esta noción para referirse principalmente a aquellas guerras en las que convergen una serie de características propias de las guerras regulares, pero también se distinguen elementos de las llamadas guerras irregulares o anteriormente denominadas “guerrillas”.

Pero no debemos confundirnos. El fenómeno es mucho más complejo y llega a rebasar a otros conceptos previos que intentaban informar acerca de las nuevas modalidades que adoptan los conflictos; como fueron los conceptos de guerra compuesta o lo que se conoció como guerra de cuarta generación.

Las guerras híbridas, como decimos, son más que todo lo anterior. Una forma más o menos general de aproximarnos a ellas para dar con una definición, es señalando que una de sus características básicas es que entre los beligerantes irrumpen con fuerza los actores no-estatales. Estos destacan por su forma de operar descentralizada, pero con la novedad del uso de armamento y tecnología militar de avanzada que no eran comunes en las milicias o guerrillas tradicionales.

Hoffman (2007) profundiza y señala que la guerra híbrida es básicamente el despliegue de “diferentes modos de guerra, incluidas capacidades convencionales, tácticas y formaciones irregulares, actos terroristas que incluyen violencia y coerción indiscriminada, así como desorden criminal”.

Así mismo, aunque los actores no-estatales predominen como los protagonistas de estas guerras, estos pueden articularse junto a actores estatales. O incluso, como veremos al final, también pueden ser actores estatales quienes impulsen las guerras híbridas.

La primera guerra híbrida

El 2006, y con el adelantado concepto de guerra híbrida ya instalado en el imaginario colectivo de los estrategas militares, estos tuvieron la oportunidad de asistir a la materialización de dicha noción en un teatro de operaciones concreto:  la Guerra del Líbano. Los certeros y devastadores ataques del reducido grupo guerrillero Hezbollah contra posiciones de fuerzas militares de primer nivel como son las del estado de Israel, daban cuenta de la potencial amenaza de esta nueva modalidad de operaciones.

Aprovechando su conocimiento de las zonas montañosas y la adhesión de la población local, Hezbollah siempre operó con la agilidad y las tácticas de una guerrilla. Pero complementaron estas tácticas con la instalación de búnkers, el uso de complejos sistemas de comunicación y recurrieron al uso de armamento pesado como cohetes, minas antitanques y misiles tierra-tierra, antitanques, antiaéreos y antibuques. Es decir, agregaron elementos de una guerra regular.

No obstante, aunque Hezbollah fue un pionero en pasar de ser una milicia irregular a convertirse en un auténtico y disciplinado ejército de la guerra híbrida, en los años venideros, los ejemplos de este tipo de conflictos se sucederían. A modo de ejemplo podemos nombrar las guerrillas chechenas contra Rusia, la insurgencia de los grupos talibanes y, más recientemente, la amenaza de Estado Islámico, que ha de ser la expresión más avanzada de este tipo de guerra híbrida.

Pero, más allá de las experiencias de Hezbollah u otros grupos de tradición irregular que han devenido como exponentes de las guerras híbridas en cuanto a sus redefiniciones en el campo de las operaciones militares, el concepto de guerra híbrida supera lo meramente táctico y logra definir una modalidad de guerra propia de nuestro tiempo en que “Lo característico (…) es que los conflictos contemporáneos se desarrollan en una zona gris entre la paz y la guerra” (Almäng, 2019). Es decir, no es necesario que se declare una guerra; la conflictividad es permanente y opera en todos los frentes.

¿La guerra del futuro?

Cuando hablamos de guerra híbrida también sumamos el uso de tecnologías de las comunicación e informática avanzadas en todas los ámbitos y etapas de los conflictos. En ella, caben las acciones descentralizadas de tipo terrorista o de influencia sobre la población por medio de actos de agitación y propaganda. Y, por supuesto, como es de esperar, es de especial preocupación el campo de las ciberoperaciones.

Y es por este rebasamiento de lo estrictamente armamentístico que se abre la posibilidad de que las viejas asimetrías de poderío bélico en las que se fundaban los equilibrios geopolíticos, puedan ser redefinidos, desde, la irrupción de nuevos actores, hasta la adopción de nuevas tácticas de guerra que escapan tanto de los paradigmas tradicionales de conflicto como del derecho humanitario internacional.

Sin ir más lejos, y dejando de pensar en guerras híbridas como algo propio de grupos insurgentes, las formas de operar de China y Rusia contra potencias enemigas como Estados Unidos, contienen elementos de lo que podemos denominar guerra híbrida. Ambos estados, conscientes de su inferioridad militar frente a Estados Unidos en un esquema convencional, explotan con bastante éxito algunas de las notas definitorias de lo que más hemos descrito como guerra híbrida. Las ciberoperaciones o las acciones de agitación y propaganda son un botón de muestra.

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