Objetivo conseguido de la izquierda, 138 votos a favor, 84 en contra y cinco abstenciones. Entre los votos favorables varios conservadores.
Es la segunda vez que se presenta, el presidente, católico, en uso de sus atribuciones paralizó la anterior ley enviándola al Constitucional.
La Cultura de la Muerte sigue avanzando. Esta vez ha sido en Portugal. La semana pasada, poco antes de disolver la Asamblea, en vísperas de las elecciones anticipadas del 30 de enero, el bloque de izquierda aprueba la ley de eutanasia en Portugal con el apoyo de algunos diputados de derechas.
De este modo, después de una serie de retoques, después de que el presidente Marcelo Rebelo de Sousa consiguiese detenerla hace ocho meses, se ha procedido a su aprobación.
La izquierda radical, , con el partido socialista portugués a la cabeza, los comunistas y el Bloco de Esquerda lo habían tomado como una cruzada: 138 votos a favor, 84 en contra y cinco abstenciones. Además se les han unido algunos diputados «conservadores» del PSD que no impusieron disciplina parlamentaria, y votaron a favor de la ley.
Disposiciones revisadas
Para lograr la aprobación de esta nueva versión de la ley, cuatro disposiciones fueron revisadas por los diputados para sortear las dificultades. Únicamente así ha sido posible la reasignación.
Y es que a Rebelo de Sousa le llamó la atención en su momento que se utilizaran «conceptos claramente indeterminados» en los requisitos para despenalizar la muerte médicamente asistida, una sospecha refrendada por el Tribunal Constitucional, que inicialmente consideraba «inconstitucionales» las cláusulas cuarta, quinta, séptima y vigesimoséptima.
La ley tumbada establecía la eutanasia para los supuestos de «sufrimiento intolerable, con lesiones definitivas de gravedad extrema, de acuerdo con el consenso científico, así como enfermedad incurable y fatal».
La controversia persiguió el proceso de tramitación de la normativa. Incluso dentro de la propia izquierda saltaron chispas.
Así, el comunista Antonio Filipe expresó con rotundidad: «La muerte es inevitable, no un derecho fundamental. Si fuese un derecho, no sería lícito hacer depender la anticipación de la muerte de la decisión de terceros». Todo lo contrario que Moisés Ferreira, del Bloco de Esquerda: «Se trata de la libertad de la persona para decidir cómo va a pasar los últimos momentos de su vida. La vida es un derecho, pero no una obligación más allá del sufrimiento».
Pero, en el último momento, los ‘socios’ comunistas dieron su brazo a torcer y su frontal posición en contra ha sido vencida en la nueva fase de negociación.
El Gobierno socialista portugués llegará, pues, a la extinción del actual arco parlamentario con los macabros deberes hechos en lo que se refiere a uno de sus proyectos estelares: la ley de eutanasia.
Y la ley que será enviada ahora al Presidente de la República define como «muerte médicamente asistida» la que «ocurre por decisión propia, en ejercicio de su derecho fundamental a la autodeterminación y libre desarrollo de la personalidad, cuando se practica por profesionales de salud».
El «suicidio médicamente asistido» se define como la «autoadministración de fármacos letales, por parte del médico o profesional de la salud debidamente capacitado para ello».