La nueva ley entrará en vigor en enero de 2024
La Cultura de la muerte sigue avanzando en los Países Bajos. Se está produciendo una auténtica “pendiente resbaladiza” que se observa en los países donde se legaliza y a su expansión desde casos terminales a pacientes crónicos, a niños, a cualquier tipo de sufrimiento y hasta a “cansados de vivir”, como ya se plantea en la actualidad, porque, en definitiva, ¿dónde poner el límite?.
Nueva ley en Países Bajos
Una nueva ley que regulará en Países Bajos la eutanasia en niños de entre 1 y 12 años con enfermedades terminales y un dolor insoportable – ¿quién determina eso? entrará en vigor el próximo enero, después de que el Parlamento neerlandés diera su respaldo a la propuesta en un debate este jueves sobre cuestiones médicas y éticas.
La regulación afecta a los niños con enfermedades terminales que experimentan ¿un sufrimiento insoportable ¿ y no tengan esperanzas de recuperación?
Desde el partido liberal (VVD), Harry Bevers opinó que es bueno que los niños pequeños con enfermedades graves y terminales puedan morir con dignidad y espera que esta regulación ponga fin al dilema al que se enfrentan los médicos para llevar a cabo la eutanasia en niños que no pueden decidir por sí mismos.
La actual Ley de Eutanasia, que entró en vigor en abril de 2002, es accesible a los mayores de 12 años con un sufrimiento insoportable e irreversible, siempre que lo hayan autorizado y solicitado cuando estaban en total uso de sus facultades. Los padres de bebés menores de un año también tienen acceso a esta norma.
Pero esta ley no regula los casos de niños de entre 1 y 12 años. Un estudio de 2019 mostró la gran necesidad de tener esta opción y enumeraba varios ejemplos en los que los padres denunciaban cómo sus hijos gritaban de agonía durante días o sufrían convulsiones casi continuas por enfermedades terminales.
Un estudio de la Universidad de Tilburgo muestra que los neerlandeses de entre 20 y 30 años tienen una visión cada vez más conservadora sobre el aborto y la eutanasia, en comparación con generaciones anteriores.
Y es que la eutanasia, además del asesinato de una parte, trae consigo la desconfianza creciente entre pacientes y médicos que propicia la eutanasia, lo esperable es que la implicación profesional con los pacientes más difíciles de tratar disminuya, dando lugar a un deterioro asistencial del que tampoco se habla, pero que es fácil de entender. Si es más rápido y más fácil invitar a solicitar la eutanasia al paciente o a sus familiares, ¿para qué dedicar esfuerzos, ocupación de camas y gastos sanitarios en estos pacientes? La tentación es abandonarlos. La eutanasia no es un avance en derechos, es un claro retroceso. La eutanasia no se pregunta por qué se sufre, su único objetivo es acabar con la vida del que sufre. ¿Estamos aún a tiempo de frenar todo esto?