Odio proetarra | José María Nieto Vigil

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ETA no ha dejado de existir. Como banda terrorista tiene comandos no controlados, células durmientes, tampoco ha entregado las armas ni ha hecho declaración alguna pidiendo perdón por las atrocidades cometidas. Es así de claro y concluyente, además los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado lo saben.

La cronología de la mentira y la burla es la siguiente.  En septiembre de 2010, ETA anunciaba un alto el fuego, como paso previo a posteriores declaraciones. Así el 5 de septiembre, a través de la cadena británica BBC, comunicaba el “cese de las acciones armadas ofensivas”. El  día 18 del mismo mes, por medio del diario Gara, entre otras muchas  puntualizaciones, instaba a los gobiernos español y francés a negociar la paz. El 20 de octubre de 2011, emitió un comunicado, publicado en los diarios Gara (Somos) y Berría (Nueva), en el que daba a conocer el cese definitivo de la lucha armada. Posteriormente, el 8 de mayo de 2018, pregonaba su autodisolución y daba por terminada su iniciativa política.  Éste es grosso modo el relato del largo adiós de la banda criminal.

Los últimos asesinatos fueron perpetrados en Francia (11 de marzo de 2010), cuando se asesinó a un brigada de la Gendarmería francesa durante un tiroteo, que tuvo lugar en Dammarie- Les-Lys. Entonces fue detenido Joseba Fernández Aspuriz, “el Guindi”, mientras que el resto del comando consiguió huir. En España, el 30 de julio de 2010, tenía lugar el atentado que costó la vida a dos guardias civiles en Calviá (Mallorca). El criminal y cobarde método empleado fue el de la bomba lapa. Morirían Carlos Sáez de Tejada García, de veintisiete años, y  Diego Salva Lizaún, de veintiocho años de edad respectivamente. Además, sedientos  de sangre y odio, habían dispuesto otro artefacto similar en otro vehículo que no llegó a estallar y que fue desactivado por los artificieros.

La historia de ETA, desde su creación aquel fatídico 31 de julio de 1959, es la de una organización terrorista, criminal, sanguinaria, desalmada y cruel. Su mal llamada “lucha armada”, era la de acciones cobardes, miserables, sádicas, atroces e inhumanas. Sus métodos siempre fueron salvajes y terriblemente encarnizados. No cabe el perdón, menos aún el olvido y el blanqueamiento de la banda asesina, como parece pretenderse en estos últimos años.  Por cierto, siempre ha sido tratada de una manera más delicada y amable durante los gobiernos socialistas. Primero por el infame José Luis Rodríguez Zapatero, cuando dio luz verde a la negociación con la banda, después con Pedro Sánchez Pérez-Castejón, nuestro ínclito presidente que, sin sonrojo ni vergüenza, dialoga, negocia y acepta los apoyos políticos de Euskal Herria Bildu (Reunirse en vasco), para sostenerse, no ya al frente del ejecutivo, sino para dar salida a cuantas iniciativas parlamentarias plantee el grupo socialista en el Congreso. Es decir, apoyos de los acólitos de ETA declarados, con discursos marcados por el proselitismo de las tradicionales reivindicaciones de los terroristas ¿”autodisueltos”? A título de recordatorio, señalaré que el coordinador general de los bilduetarras no es otro que Arnaldo Otegi Mondragón, un pacifista, defensor de la libertad de expresión, que siempre se ha caracterizado por su moderación y apoyo a las víctimas de sus patronos,  y por generar un clima de paz y tranquilidad en las provincias vascas.

Miren ustedes, los datos son escalofriantes: 829 asesinatos, 84 secuestros, miles de heridos –muchos de ellos mutilados y con gravísimas secuelas-, miles de familias directamente afectadas, millares de vascos que se han visto en la obligación de abandonar la tierra de sus padres, centenares de miles de vascos que se sienten españoles cuya vida está amenazada y, cuando menos,  privada del derecho de la libertad de expresión o de reunión. Esta es la verdad, muy groseramente expuesta, del diario acontecer de muchas gentes de bien que ansían la paz y el cese del odio antiespañol que allí se respira.

Este gobierno de retales de la anti España, mal cosido y amorfo, cacarea como una gallina clueca el diálogo y el fin de la cultura del odio y la exclusión. Es verdaderamente infame, abyecto, rastrero y despreciable. Actúa  profundamente servil  y –perdonen mi vulgaridad-  como lameculos  de los secesionistas y los bilduetarras ante sus demandas obscenas y ocurrencias rupturistas. Lo ocurrido, una vez más, durante el pasado fin de semana en aquellas tierras hermanas, es un elogio a la locura de nuestro lindo Don Diego, Pedro Sánchez, cuya vanidad y egolatría no tiene parangón  alguno.

ETA no ha dejado de existir. Su disfraz es el de toda una legión de colectivos, asociaciones, coaliciones, sindicatos, organizaciones que, como si fueran ramas, tienen un tronco común y unas raíces que son representadas por el hacha ensangrentada  y la serpiente venenosa. De ahí toman su savia ideológica toda esa pléyade de abertzales, a la sazón, terroristas in péctore. Ya no necesitan la pistola, tienen las tribunas de oradores de las instituciones en las que están representados, las subvenciones que reciben por los votos obtenidos, el acceso libre a los medios de comunicación, o la libertad de poder tomar las calles cuándo y cómo les apetezca. Es decir, su programa político es defendido públicamente sin ninguna cortapisa, mientras sus arcas se recuperan rápidamente. Es, en toda regla, un  evidente éxito y un rotundo triunfo para la banda, ahora más protegida que nunca.

¿Cuál es el futuro? ¿Qué va a hacer el gobierno del todavía Reino de España? Pues seguir haciendo lo que viene desarrollando. Es decir, acercar los presos al País Vasco, entregándolos a la custodia del gobierno del palacio de Ajuria Enea,  redimiendo sus condenas y concediendo todo tipo de permisos a los criminales encarcelados. Recordemos que, desde el pasado 10 mayo, en que fue firmado el traspaso de competencias en materia de prisiones,  y a partir del próximo 1 de octubre, el ejecutivo vasco tendrá una capacidad de la que ya goza Cataluña desde 1983 en esta cuestión. “Cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar a las piedras” –decía Don Quijote-.

La verdadera memoria  histórica no selecciona sus capítulos  a conveniencia de sus redactores, olvidando oscuros y deleznables episodios que duran y perduran más de cincuenta años. El asesinato del guardia civil, José Antonio Pardines, en Aduna (Guipuzcoa), el 7 de junio de 1968, marcaría el inicio de una trayectoria sanguinaria que, a día de hoy, sigue aclamándose y homenajeándose a cara descubierta, con el beneplácito y la aceptación de sus aliados de partida.  Estos gualtrapas que tienen el gobierno de Sánchez en sus manos, nos recuerdan lo farisaico de la cultura de la memoria histórica y democrática, y la laxitud en la interpretación del delito de incitación al odio y a la violencia (artículo 510.1 del Código Penal). Exijo para las víctimas, MEMORIA, DIGNIDAD y JUSTICIA.

José María Nieto Vigil | Escritor

 

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