No somos nadie | José Antonio Ruiz de la Hermosa

Esta semana hemos vivido una de las sensaciones más bochornosas que un pueblo, o sea, el conjunto de los ciudadanos que forma una Nación, puede sobrellevar. Y no solo hemos sido los españoles los que nos podemos sentir humillados, sino el conjunto de los habitantes nacionales de los diferentes países de Europa.

Desde el 20 de enero en que el nuevo presidente de un Sitio Americano tomó posesión de su despacho oval en la Casa Blanca, ha actuado como se preveía tras la persecución sin cuartel que ha sufrido por parte de los wokes y sus sicarios en todo el mundo. Y dirán ustedes, ¿qué tiene que ver? Mucho. Donald Trump, que no tiene que ser santo de mi devoción, ha sido perseguido y vilipendiado por una pandilla de corruptos, pederastas, defensores del ataque a los más importantes valores humanos y sobre todo unos y unas, y aquí sí que hago bandera de su principal estupidez, que es el género.

Donald Trump ha ganado unas elecciones en U.S.A. por una simple razón: el número de los perseguidos, apartados y pisoteados en su calidad humana por los wokes es alto, e iba camino de ser tantos como los granos de las arenas del desierto, si tantas personas existieran. Aunque el primer caballo de batalla de los wokes, su amada O.N.U., tenía como uno de sus objetivos principales la disminución de la población mundial a unos 500 millones de habitantes; la cifra ideal según esas elites necesaria para que su reino de maldad fuese el adecuado y se prolongase eficientemente en el tiempo.

Y de ahí que, temas como las pandemias, creadas artificialmente, como ya se verá cuando Kennedy cumpla su principal objetivo al frente de la Sanidad norteamericana; temas como la conversión de las personas en meros números que ejecuten lo que se les mande, como buenos seguidores de lo políticamente correcto y pagados con las migajas que caen del mantel de los poderosos, algo que pretende demostrar y destruir Musk, etcétera, etcétera, demuestran que quizás no estuviésemos en Europa en el lado correcto de lo que se estaba pergeñando desde el tenebroso valle de Silicon, que podría haber sido perfectamente la guarida del maléfico “Blade”, en lugar de Transilvania.

Lo cierto es que las campanas tocan a venganza y, además, tocan a recuperación de cada uno en su sitio y dejémonos de tonterías y Hare Krishna. Lo cierto es que, y repito que Trump no es santo de mi devoción, hay que ir poniendo a cada uno de los sicarios, listillos que no son inteligentes, que hemos tenido en U.S.A., y sobre todo en Europa, en su sitio. Y esta semana ha empezado el circo de tres pistas en que se ha convertido la política internacional. Y no hay que ver más que la cara de quienes están implicados en la destrucción de cada uno de los países europeos y de su población.

Durante, y tras la reunión, o reuniones, de las diversas delegaciones que han tratado de seguridad en Munich, mientras en la calle los de “la religión de la paz” demostraron los resultados de la invasión que está llenando los bolsillos de las elites globalistas; en el interior de las salas de reuniones, los enviados del emperador de Washington les ponían las pilas a estas medianías intelectuales que estaban allí gracias a los sistemas de corrupción creados por las diversas partidocracias electoralistas y enemigas de sus poblaciones y estados a carta cabal.

Me recordaba la actuación norteamericana de Munich, la de hace tantos años, cuando en ese mismo lugar, en Munich, le daban la puntilla a las corruptas democracias, en realidad partidocracias corruptas, que había llevado a sus naciones a situaciones caóticas desde el punto de vista económico y social tras la Primera parte de las Guerras Mundiales.

Esta semana nuevamente hay quien le ha puesto a cavilar a estos meapilas del wokismo, la nueva religión mundial, con más fuerza si cabe que en esos años treinta del siglo pasado. Pero creo que la sensación de impunidad en la que viven, el verse acostumbrados a hacer de su capa un sayo, sin importarles las más mínimas reglas de ética y moral y esa sensación, real por otra parte, de que le deben todo al amo del wokismo, que se han permitido la alegría de ponerse «campanudos» frente al enviado del “señor”. Una locura por su parte, pues ha quedado claro y diáfano que no son nadie y que desde la capital del imperio no cuentan con ellos, más que para arrojarlos a una escombrera.

Pero claro está que, como son incapaces de reaccionar con sabiduría e inteligencia, porque a los puestos que ocupan han ascendido por ser lo que son, es decir medianías, listillos pero no inteligentes y que, en definitiva, todo se basa en destruir Europa y a los europeos, saqueándolos y dejándose invadir por los de «la religión de la paz» o lo que haga falta, siempre que haya beneficios, pues estaremos siempre hay, siendo como somos: “Nadie”. Que es lo que han demostrado. No son nadie y han hecho que nosotros también seamos “Nadie”.

Y ahí lo dejo.

José Antonio Ruiz de la Hermosa es, de primera formación, Sanitario y Capitán retirado de Sanidad Militar. Después, historiador, escritor y divulgador. Actualmente dirige en Decisión Radio varios programas de divulgación histórica y “La Cortina de Humo” sobre la actualidad nacional.

 

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