Los partidos del sistema contra la #VIDA | Julio García

Es importante manifestar con claridad nuestra postura frente a la actual legislación relacionada con el aborto: radicalmente en contra del aborto, y a favor del derecho a la vida. Y ello por varios motivos:

Religiosos. La Iglesia Católica ha manifestado siempre su total oposición al aborto, al considerarlo contrario a las leyes naturales, como puede verse en todos sus testimonios, en diversas Encíclicas, en el Catecismo de la Iglesia Católica y en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.

Es de suponer que otras confesiones cristianas (ortodoxos, protestantes, evangélicos, etc.) tienen el mismo criterio al respecto. Igual sucedería con otras religiones no cristianas (islamismo, judaísmo, religiones orientales, etc.) Lo cierto es que, al menos en España, las voces de otras confesiones religiosas no se han oído en contra del aborto, ni en sus aspectos morales (conducta individual), ni en su incidencia en la legislación (leyes de 1.985, 2010 y 2022). Nos gustaría que a partir de ahora fuese de otra manera, y oír una respuesta coral, ecuménica, interreligiosa, frente al problema planteado. Nunca es tarde.

Éticos y morales. Igualmente, sin necesidad de ser creyentes, se puede defender el derecho a la vida desde una postura humanista o vitalista, desde la generosidad o la solidaridad, desde un enfoque biocéntrico o ecológico, desde el deseo de paz y armonía universal, o incluso desde las posturas que defienden el bienestar animal. La actitud provida puede ser defendida también desde estas perspectivas no religiosas. Bienvenidos sean todos aquellos de buena voluntad que defiendan la causa de la Vida.

Filosóficos y científicos. Citamos: “Así que incluso en un embrión de una semana, con esas nuevas técnicas, podemos decir ya, “él es un hombre” o “ella es una mujer”, y por tanto sabemos que el embrión ya es, de hecho, una persona humana. Y, si no estoy confundido con el inglés; cuando se refiere al embrión yo no diría “eso”, porque sabemos que ahí hay un ser humano.  Yo preferiría decir: ella está ahí. Recuerden que el pequeño embrión humano posee ya las propiedades que nos permiten reconocer que ella es una mujer, por ejemplo. Rebasa a mi imaginación como genetista que los legisladores, sabiendo que este embrión de una semana es una niña, ¡no se dieran cuenta, al mismo tiempo que es una persona humana! (Jérôme Lejeune, genetista). Todos los dedicados a la ciencia o a cualquier tipo de investigación sobre el conocimiento deberían adoptar una actitud clara de defensa de la vida.

Jurídicos. La Constitución Española no reconoce en ningún artículo el derecho a abortar, ni que los poderes públicos tengan obligación alguna de facilitar a nadie ninguna posibilidad de abortar, ni el aborto es un tema que genere derechos de cobertura sanitaria, ya que abortar no mejora la salud; al contrario, puede suponer riesgos físicos y psicológicos para la madre, aparte de la muerte de una persona.

Y el artículo 15 de la Constitución proclama que “todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral”; aun no siendo una proclamación rotunda, es suficiente para amparar una legislación favorable a la vida de los no nacidos. Las leyes abortistas que fueron aprobadas parlamentariamente se pueden modificar o derogar del mismo modo, cuando se disponga de los apoyos necesarios.

Políticos. En la sociedad española actual, la práctica de la ingeniería social contra la natalidad tendrá en el futuro consecuencias desastrosas: desde cómo y quiénes pagarán las pensiones futuras hasta la importación de mano de obra barata de otros países, pasando por los problemas que plantea la inmigración sin control, el multiculturalismo, la despoblación o la disgregación social y territorial. Se puede llegar a la España vaciada por razones demográficas.

Por todo ello, y por muchos más motivos, el objetivo final de cualquier política de Estado debe ser el de alcanzar el objetivo de cero abortos, por difícil o lejano que pudiera parecernos en el momento actual.

Para ello se pueden plantear muchas medidas: sin ser exhaustivos, desde una política integral de protección de la familia, eliminar la financiación pública del aborto en la Sanidad Pública, facilitar la objeción de conciencia a los sanitarios o médicos, mejorar y agilizar los procesos de adopción o acogida de los hijos que no pueda mantener la madre, hasta campañas informativas de todo tipo, o la educación en valores. El último hito sería la prohibición total. El éxito no está garantizado de antemano (la labor puede ser larga y agotadora, sin duda), pero incluso si sólo se salva una única vida, el esfuerzo habrá merecido la pena. Cuando se defiende un valor infinito, si se consigue salvar algo, por poco que parezca, la recompensa también es infinita.

En paralelo, el mismo tipo de razones son válidas para estar en contra de la eutanasia, y de la legislación que la facilite. Además, al igual que el aborto, se produce a lo largo del tiempo una deriva (legal, o en la práctica sanitaria) que incrementa la facilidad para este tipo de acciones, y la pérdida de valor o importancia de los cuidados paliativos. Llega un momento en el que nadie controla que las decisiones de acabar con la vida de alguien puedan ser tomadas unilateralmente por entidades abortistas o pro-eutanasia. Incluso, como también hemos visto, se castiga legalmente a quienes traten de convencer personalmente a las mujeres de no abortar en clínicas abortistas, o a quienes recen delante de un abortorio.

El socialismo considera a la familia tradicional (padre, madre e hijos) como un instrumento más del “capitalismo” para explotar a “los trabajadores”. Piensan que la “abolición de la familia tradicional, -que ellos llaman “burguesa”-, también es un objetivo para llegar al socialismo”; este es el verdadero mensaje socialista, aunque lo camuflen con supuestos “derechos de la mujer”. El hacer fácil el aborto es una de las medidas que implantan los socialistas para destruir la estructura tradicional de la familia.

El Presidente del partido que encarna al centro (Núñez Feijoo) ha dicho a su círculo próximo de poder que no tiene intención de derogar ninguna ley del aborto, ni pasada, ni presente, ni futura; y que su partido sólo se va a dedicar a los temas económicos o de gestión. De hecho, en Galicia el Parlamento Gallego (con mayoría absoluta del PP) ha aprobado hace poco ayudas económicas a las mujeres que quieran abortar en el Servicio Gallego de Salud. Y también  hemos conocido posturas proabortistas de Ayuso, defendiendo que una menor de 16 años aborte sin el permiso de los padres, y la existencia de miles de contratos “menores” promovidos por el gobierno de Ayuso para camuflar la financiación a centros de aborto.  O Moreno Bonilla implementando equipos móviles para practicar la eutanasia en Andalucía, ya que todos los médicos son objetores.

El PP lleva años haciendo políticas de centro, pero apoyándose en los votos de las personas de derechas o católicos (a los que luego no hacen ni el menor caso). Cualquiera puede apreciarlo, bien por experiencia cercana, o por conocimiento sociológico.

Su propaganda quiere hacernos creer que basta con “echar a Sánchez” para que todo se arregle con un simple cambio de ocupante de la poltrona, cuando sabemos de sobra que la solución es más compleja. Hay que acabar con todas las políticas socialistas que llevan décadas destruyendo los fundamentos materiales y especialmente morales de nuestra sociedad. Las legislaciones proabortista y proeutanasia son los ejemplos más claros.

Particularmente en este tema, hay muchas personas con una posición personal claramente contraria al aborto que siguen aún votando a partidos como el PP (o los PPs, el de Ayuso y el de Feijoo), que no van a tocar una coma de la legislación abortista, y que si llegan al poder van a seguir –como ya lo hacen donde gobiernan- con políticas proaborto o proeutanasia. Incluso hay militantes destacados, que presumen de ser provida -algunos de ellos muy conocidos por su importancia política en otros tiempos- con ese comportamiento contradictorio.

Ya va siendo hora de que despierten. Cualquier nuevo proceso electoral puede ser un buen momento para empezar a cambiar, al menos dejando de votar a partidos que por acción o por omisión colaboran con políticas contrarias a la Vida.

Su voz y su voto pueden propiciar un cambio real.

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