La islamización de España ya no es una hipótesis, sino un hecho comprobable. Los recientes disturbios en Salt (Gerona) han demostrado cómo el islamismo radical ha comenzado a tomar el control de ciertas zonas de España. Todo estalló cuando los Mossos d’Esquadra intentaron desalojar a un grupo de inmigrantes ilegales que habían okupado una vivienda. Para ssu sorpresa, el líder de la okupación era nada menos que el Imán de Salt, quien tuvo que ser retirado por la fuerza. Este hecho desató una respuesta violenta e inmediata: la comunidad islámica local, lejos de acatar la ley, se lanzó a la calle intentando asaltar la comisaría con piedras y objetos contundentes, desafiando abiertamente el orden público.»
El estallido de violencia islámica no se ha detenido en Salt. En Mataró, la situación se ha tornado aún más alarmante: decenas de magrebíes han provocado incendios y disturbios al grito de «Allahu Akbar», dejando claro que la violencia es su herramienta de presión. El epicentro del conflicto es un local regentado por inmigrantes magrebíes, que acumula más de 180 expedientes abiertos por actividades ilegales. Vecinos, hartos de la situación, denunciaron los hechos, lo que desató la furia de los islamistas radicales. Mientras tanto, las autoridades siguen sin actuar con la contundencia necesaria.
El estallido de la violencia islámica en España no es espontáneo, sino que responde a un plan estructurado en cinco fases bien definidas.
La primera fase es la llegada masiva de inmigrantes, tanto legales como ilegales, generando una auténtica invasión demográfica. La segunda fase consiste en la creación de comunidades cerradas donde se imponen leyes propias, generando las llamadas zonas «No-Go». Salt es un claro ejemplo de esto: la población islámica ya es mayoritaria y la Sharia comienza a imponerse como norma de convivencia, mientras las autoridades temen intervenir.
En la tercera fase, los islamistas exigen privilegios culturales, religiosos y educativos y desafían el orden establecido. Aquí comienzan a aparecer actos de violencia puntual como método de intimidación: incendios, amenazas a residentes y enfrentamientos con la policía. La cuarta fase se caracteriza por estallidos de violencia islámica masiva como demostración de fuerza, donde muchedumbres islamistas ejercen presión para obtener más concesiones. Finalmente, la quinta fase es la islamización total de la sociedad, imponiendo sus reglas sobre el resto de los ciudadanos.
En Cataluña y en algunas zonas de Andalucía, la cuarta fase de la islamización ya es una realidad, mientras que en el resto de España la tercera fase avanza de forma imparable. La permisividad —cuando no la promoción activa— de las administraciones, tanto nacionales como autonómicas, ha sido clave para este avance. Han permitido que comunidades islámicas radicalizadas desafíen abiertamente el orden público. La inacción frente a esta escalada de violencia es alarmante, y el riesgo de que las amenazas de incendiar viviendas y extender el caos se cumplan es cada vez mayor.
La islamización de España sigue un camino preestablecido y está alcanzando niveles críticos. Mientras las administraciones locales y nacionales continúan cediendo ante el chantaje islámico, las comunidades radicalizadas musulmanas ganan terreno y poder.
España está en una encrucijada histórica. Es imprescindible que se tomen medidas firmes y urgentes para detener el avance islamista. La seguridad de los ciudadanos está en peligro, al igual que la identidad y los valores que han definido nuestra nación durante siglos. Si no se actúa de inmediato, España podría entrar en la quinta fase de islamización antes de que la mayoría de los ciudadanos se dé cuenta de la magnitud del problema.
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1 comentario en «España camina hacia la islamización: los estallidos de violencia islámica en Salt y Mataró»
TENEMOS QUE HACER ALGO, PERO YA…….