Marcelo Gullo Omodeo es un geopolitólogo hispanista argentino que ha alcanzado un notable reconocimiento por su anterior libro, «Madre Patria»,- que ha tenido una enorme repercusión- y que ahora vuelve con otra obra en la que reivindica la herencia hispánica: «Nada por lo que pedir perdón».
Por su interés reproducimos parte de la entrevista que le hace el periodista Javier Navascués en Infocatólica
Después de su primer libro, Madre Patria, ¿qué le ha llevado a escribir una segunda obra sobre la necesidad de combatir la leyenda negra?
Hay una gigantesca falsificación de la historia universal. Hay una historia negra de España y de la conquista española de América que se enseña en todos los colegios y universidades del mundo y hay una historia rosa de Holanda, de Inglaterra, de Alemania, de los Estados Unidos y de sus respectivas conquistas que se enseña en todos los colegios y universidades del mundo. Hubo una guerra gigantesca, entre el protestantismo y el catolicismo, que ganó el bando protestante. Y como la historia la escriben los vencedores, las potencias protestantes falsificaron la historia. A esa jauría de potencias que falsificaron la historia, para presentar a España como la nación más abominable del mundo, se unió después de 1789, por odio al catolicismo, la Francia revolucionaria. Este libro es la otra cara de la moneda de esa historia falsificada. Si la historia la escriben los que ganan quiere decir que hay otra historia.
Demostrar que España fue juzgada por un tribunal arbitrario que tenía las manos manchadas de sangre y ninguna autoridad moral para llevar a España al banquillo de los acusados es lo que me ha llevado a escribir este libro que titulé Nada por lo que pedir perdón.
¿Por qué lo ha titulado «Nada por lo que pedir perdón»?
Justamente porque España no tiene nada por lo que pedir perdón porque la conquista de América fue uno de los mayores intentos que el mundo haya visto por hacer prevalecer la justicia y los valores cristianos en una época brutal y sanguinaria. Importa resaltar que ese intento fue exitoso y ese hecho convirtió a España en una excepción en la historia de la humanidad porque ni antes ni después una nación se comportó de esa manera. El pueblo español no era un pueblo de santos, porque eso no existe. Hubo españoles que en América fueron crueles y asesinos, como hubo otros que fueron santos y héroes. Cuando uno dice que España no tiene nada por lo que pedir perdón no está diciendo que España no cometió errores, pero en honor a la verdad cabe hacerse las siguientes preguntas
¿Si España conquisto América, con el objetivo de saquearla, robarla y expoliarla, como sostienen los negrolegendarios por qué España sembró América de hospitales de primer nivel? ¿Si España conquistó América, con el objetivo de saquearla, robarla y expoliarla, como sostienen los negrolegendarios por qué España sembró América de universidades de primer nivel? ¿Si España conquistó América, con el objetivo de saquearla, robarla y expoliarla, como sostienen los negrolegendarios, por qué en esas universidades -pobladas de criollos, indios y mestizos- se enseñaba que el rey tenía que ejercer el poder como un padre y que, si no lo ejercía de esa manera, el pueblo tenía derecho a destituirlo e incluso a asesinarlo?
La labor educativa y la multitud de universidades no tiene parangón en otros imperios, ¿qué opina usted?
Es a partir del año 1538, con la fundación de la Universidad de Santo Domingo, que España se lanza febrilmente a la fundación de Universidades en América. España, como poseída por un impulso irrefrenable, año tras año, crea universidades, desde la meseta mexicana, hasta las sierras de Córdoba, en la actual Argentina. Y ese impulso, no se detuvo nunca. El “rosario” de fundaciones es una prueba irrefutable de ello.
Francia conquistó Argelia en 1830 y ésta permaneció como colonia francesa hasta 1962. Los franceses, al parecer sin mucha prisa, fundaron la Universidad de Argel, recién en 1909. Portugal comenzó la conquista de Mozambique en el año 1505 y fundó la “Universidade de Lourenço Marques”, el 23 de diciembre de 1968, es decir 463 años después del comienzo de la colonización. En las colonias británicas de la América del Norte, si es que generosamente se equipara un “College” a una Universidad, se puede decir entonces, que los ingleses fundaron la Universidad de Harvard en 1636. Nótese que los ingleses fundaron la Universidad de Harvard, 83 años después de que los españoles fundaran la Universidad de San Marcos.
Resulta interesante saber que la Biblioteca del Colegio Máximo de San Pablo de Lima llegó a reunir, en el año 1750, la increíble cifra de 43.000 libros. Cifra que se agiganta cuando tomamos conciencia que la biblioteca de la Universidad de Harvard tenía, por esas fechas, apenas 4.000 ejemplares.
¿Por qué afirma que América, antes de 1492, se asemejaba más al infierno que al paraíso? ¿De qué aberraciones liberó España a los nativos?
Porque lo que reinaba en el Nuevo Mundo era el canibalismo, los sacrificios humanos, la esclavitud, el machismo golpeador y la prostitución. En el actual territorio de Argentina, entre los indios mocovíes, cuando una familia con un hijo recién nacido debía emprender un viaje, el padre ordenaba a su mujer que diera muerte a la criatura para que no resultase una incómoda carga. En Colombia, cerca de la ciudad de Popayán, los indios pijaos tenían como práctica capturar a todas las mujeres de sus enemigos que pudieran para abusar de ellas y dejarlas embarazadas. A los hijos que nacían los alimentaban con mucho esmero hasta que cumplían 12 o 13 años, momento en el que, estando ya bien gorditos los comían con gran fruición. Entre los guaraníes la prostitución era impuesta por los padres a sus hijas e incluso a sus esposas. Los caciques disponían de todas las mujeres de su tribu, a las que utilizaban como objeto de trueque u ofrenda con otras tribus.
El indigenismo imagina que había un paraíso terrenal antes de la llegada de los españoles, pero lo que vivían las naciones sometidas, como los tlaxcaltecas en México o los huancas en Perú era un infierno. Realmente lo que existía en México era una nación dominante, que era la azteca, que oprimía a decenas de otras naciones de la peor forma posible, porque no les exigía materias primas sino vidas humanas para llevárselas a sus templos. No para sacrificarlos a los dioses, sino porque las élites aztecas habían hecho de la carne humana su principal alimentación. Williams Prescott calcula en 20.000 por año el número de las victimas sacrificadas por los aztecas, pero hay autores que dicen que mataban 150.000 personas por año.
La situación no era mucho mejor en el Perú, donde la nación quechua dominaba de forma brutal a cientos de naciones, haciendo tambores de la piel de los vencidos y vasos de sus cráneos. Cuando el inca Pachacútec murió, se enterraron junto a él mil niños y mil niñas de entre cuatro y cinco años pertenecientes a los pueblos que los quechuas habían dominado.
Potencias como Gran Bretaña, Holanda, Estados Unidos, Francia y Alemania tienen el gran cinismo de exigir a España que pidan perdón, olvidando sus propios crímenes.
La crueldad holandesa en sus colonias llegó a tal extremo que Karl Marx escribió: “A la juventud raptada se la sepulta en mazmorras secretas, hasta que estaba lista para enviarla a los barcos esclavos. Donde los holandeses ponían el pie, la devastación y el despoblamiento señalaban su paso. Una provincia de Java, Banyuwangi, tenía en 1750 más de 80.000 habitantes; en 1811, solo quedaban 8.000”.
Por cierto, no se portaron mejor los ingleses en América del Norte, ni sus hijos los estadounidenses. En 1703, el gobierno de Massachusetts pagaba doce libras por cuero cabelludo, cantidad tan atrayente que la caza de indios, no tardó en convertirse en una especie de deporte nacional. El 27 de noviembre de 1868 el Séptimo Regimiento de Caballería, liderado por el general Custer, atacó por sorpresa uno de los campamentos cheyenes y ni siquiera tuvieron piedad con las mujeres embarazadas ni con los bebés recién nacidos, que murieron aplastados por las patas de los caballos del Séptimo de Caballería para ahorrar municiones. En la propia Francia durante la guerra de la Vendée el general Francois Pierre Joseph Amey se hizo célebre por la práctica de encender hornos y meter en ellos a las mujeres y los niños católicos. Nadie recuerda hoy en Alemania que Martín Lutero traicionó a los campesinos alemanes que en un primer momento le habían brindado su apoyo y que, en una de sus arengas dirigidas a los nobles, llegó a decir: “Todo el que pueda debe aplastarlos, degollarlos y ensartarlos, en secreto y abiertamente, lo mismo que se mata a un perro rabioso”. La represión del campesinado ordenada por Lutero le costó al pueblo alemán 130.000 vidas. Por último, me gustaría decirle que en la Segunda Guerra Mundial la política adoptada por Churchill para la India provocó que alrededor de tres millones de indios murieran de hambre. Churchill los despreciaba profundamente y los consideraba “seres repugnantes e inferiores que se reproducían como conejos”.
Lamentablemente continúa la oleada neomarxista indigenista en Hispanoamérica, como se ha visto en Chile y Perú. ¿Cómo se puede luchar para que el indigenismo no se adueñe de Hispanoamérica?
La Leyenda Negra es hegemónica en toda Hispanoamérica, pero tiene pies de barro porque es una mentira histórica. Por eso, con solo explicar la verdad, se cae como un castillo de naipes. De ahí que impongan en universidades, colegios y medios de comunicación la dictadura de lo políticamente correcto. No permiten que nadie cuestione el relato negrolegendario porque no quieren que haya debate, saben que si hay debate perderían.
Para acabar de una vez por todas con la falsificación de la historia, los españoles y los hispanoamericanos que dicen amar la verdad y amar la Hispanidad, deben combatir una “guerra cultural”. Obviamente, las guerras culturales no se ganan en un día. Para la vida de los pueblos las décadas son como un día en la vida del hombre. Ni en España ni en Hispanoamérica podremos salir de la situación en la que nos encontramos si no ganamos la guerra cultural que se dirime entre quienes odian a la Hispanidad y quienes la aman. Si los que dicen amar la verdad y amar a la Hispanidad no están dispuestos a dar esta batalla de largo plazo, entonces apaga y vámonos.
La Corona española nunca impuso un régimen opresivo, sino que aportó muchos elementos de civilización y colaboración con los pueblos indígenas. ¿Por qué se sigue negando esto, incluso en la misma España?
Se niega porque en España hay un sector político-intelectual de izquierda que odia a España. Odia todo lo que España representó en la Historia. Sector cuya figura más representativa es nada menos que el señor Pedro Sánchez. Para él España es un error y el descubrimiento, por tanto, otro error. Él es simplemente la expresión política de un grupo de militantes políticos disfrazados de intelectuales que tienen un Sumo sacerdote en la Universidad Complutense de Madrid, pero que en realidad este Sumo sacerdote no es otra cosa que un monaguillo de la oligarquía financiera mundial. Asimismo, la izquierda que hoy gobierna España no es más que un caniche de la oligarquía financiera mundial. Con ese sector no hay nada que hacer. Porque es como querer hablar de colores con los ciegos. ¡No hay nada que discutir! Ellos parten de la idea de que España es un mito, que no existe. Tampoco tienen buena voluntad, ni predisposición de llegar a la verdad. Son, repito, militantes políticos disfrazados de intelectuales, disfrazados de investigadores, disfrazados de profesores.
¿No es mejor la situación en Hispanoamérica?
Los falsos profetas de Hispanoamérica: los señores Evo Morales, Pedro Castillo [recién detenido], Andrés Manuel López Obrador, Gabriel Boric y Gustavo Petro, creyéndose anti imperialistas, resultan ser la mano de obra más barata de la que han dispuesto el imperialismo anglosajón y el imperialismo internacional del dinero a lo largo de su historia.
¿Por qué yo afirmo que estos señores (Morales, Boric, Petro…) son la mano de obra más barata del imperialismo internacional del dinero? Porque, en mi opinión, el objetivo de las potencias anglosajonas (primero Inglaterra, después EEUU) es la fragmentación territorial de las repúblicas hispanoamericanas. ¿Acaso son malvados? No. Pero saben que los Estados pequeños y minúsculos (cuanto más pequeños mejor) son más fácilmente dominables. Entonces, ellos buscan la fragmentación territorial de las Repúblicas hispanoamericanas.
Si esto es así, ellos fomentarán el indigenismo, puesto que el indigenismo nace del mito de que antes de la llegada de España había un paraíso terrenal. Si existió un paraíso terrenal precolombino en el que se hablaban cientos de lenguas distintas, había cientos de naciones y pueblos distintos, hay que volver a ese paraíso. Y para ello se debe rechazar la lengua y los valores llevados por España a América, hay que rechazar la catolicidad y reconstituir las repúblicas indígenas. Tarde o temprano van a imponer, en determinadas regiones, el uso obligatorio en las escuelas, en los colegios, en la administración pública –como ocurrió en Cataluña con el catalán- de la lengua guajira, de la lengua mapuche, de la lengua quechua provocando la fragmentación étnico-lingüística. Esta fragmentación cultural, como afirma Manuel Ugarte, siempre anuncia la fragmentación política. Pues bien, cuando el señor Evo Morales, el señor Pedro Castillo, el señor Boric y compañía toman el indigenismo y pretenden caminar hacia la existencia de una pluralidad de naciones y lenguas se ponen en el camino que conduce inevitablemente a la balcanización de las repúblicas hispanoamericanas. Y, por tanto, se alinean con los intereses de la oligarquía financiera mundial que necesita de Estados más y más pequeños. ¿Qué son ellos? Por lógica consecuencia, la mano de obra más barata del imperialismo anglosajón y del imperialismo internacional del dinero.