La “lucha de las mujeres” por la igualdad | Pío Moa

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1. La  “lucha de las mujeres” por la igualdad  tuvo que ser tremenda, prácticamente una guerra civil contra el otro sexo… Pero los parlamentos que han concedido el derecho de voto a la mujer eran muy mayoritaria o incluso totalmente masculinos. En España solo había en él  tres  mujeres (elegidas por hombres), y dos de ellas, las izquierdistas Kent y Nelken,   se oponían al voto femenino, contra la derechista Campoamor, favorable.

2. El número de mujeres interesadas en el voto era muy escaso. Se trataba de un derecho inventado por hombres en tiempos históricamente recientes,  y fueron algunas mujeres y probablemente más hombres los que abogaron por extender el voto a la mujer.

3. La cuestión del sufragio universal  planteó el problema de cómo podía valer igual el voto de un campesino ignorante que el de un profesor universitario. El problema es falso: vean la “galería de charlatanes” de este blog para comprobar, a) que dichos profesores pueden ser peores que los ignorantes; y b) que los “campesinos ignorantes” tienden a orientarse por lo que dicen los profesores.

4. Para evitar la presunta demagogia de los ignorantes se impuso el voto censitario, suponiendo que los propietarios serían más razonables políticamente que los infrapropietarios. Pero desde que se asumió la igualdad ante la ley, sustituyendo a las anteriores leyes privadas (privi-legios) el sufragio censitario tenía que ser universalizado antes o después, por pura consecuencia.

5. Del mismo modo que la expansión del voto censitario al universal masculino, la expansión del masculino al femenino venía impreso en la dinámica de la propia igualdad ante la ley. Esto fue respaldado por muchos hombres y por eso apenas hubo lucha al respecto más allá de las manifestaciones de las feministas inglesas y similares.

6.  El feminismo nació como exigencia del principio de la igualdad ante la ley. Pero ha derivado a algo diferente, extendiendo el concepto de igualdad a hechos y situaciones a las que no es aplicable, por lo que genera ideologías histéricas. Una de sus manifestaciones es, por ejemplo, el aborto considerado un derecho, y con negación del padre.

7. Otro problema en el sufragio universal: la civilización europea se había edificado en buena medida sobre el derecho a la propiedad. Ahora bien, había masas de gentes con muy poca propiedad, por lo tanto proclives, quizá,  a la anulación de tal derecho. Y, efectivamente, surgieron las teorías comunistas y anarquistas, que pretendían anular la propiedad privada, y con ella una base clave de la civilización occidental. La lucha entre esta y el comunismo ha sido un rasgo histórico esencial en los últimos dos siglos. Pero los teorizadores y jefes políticos de la abolición de la propiedad no eran los desposeídos, sino intelectuales y políticos no carentes de bienes, incluso ricos.

8. Los principios políticos generalmente invocados de libertad e igualdad son contradictorios. La tensión entre ellos marca en gran medida la historia. Pero cuando la tensión es sustituida por el antagonismo se genera la desarticulación social. La igualdad al estilo comunista o feminista destruye la libertad; la libertad al estilo anarcoliberal destruye la misma igualdad ante la ley, la misma dignidad humana de quienes poseen poco.

9. (Al margen):  La idea de un Dios creador único contrasta con las de la mitología pagana, en la que los dioses no eran creadores sino ordenadores del mundo y la vida. En cierto modo, la idea monoteísta es una hazaña extrema de la razón, pues esta busca un factor único y decisivo en la base de la enorme variedad del mundo. Sin embargo lo que encontramos siempre es un dualismo, que complica mucho las explicaciones. Así, ha sido preciso oponer al Dios único a Satanás, el demonio, para explicar el destino humano.

Pío Moa | Escritor

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