Fotovoltaica en tejados | Jacinto Seara

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Desde siempre uno de los elementos que contribuye a que este planeta sea habitable es el llamado “efecto albedo”, que es la causa del 30 % de la radiación que absorbe la Tierra. Un cambio en este porcentaje hará que nuestro planeta se caliente o enfríe, lo que es importantísimo para el clima global. Las superficies claras, como el hielo o la nieve, tienen un mayor albedo, mientras que las superficies oscuras, como los bosques, rocas u océanos, tienen un albedo menor. Se comprende que los últimos siglos, con el abandono del campo y el aumento de los edificios, calles y carreteras, la reflexión cambió y afectó al clima.

Con el encarecimiento de la energía eléctrica, se está extendiendo el consumir la propia o parte que se puede conseguir con las placas solares. La mayoría son de simple silicio monocristalino. Mayor energía obtienen las placas de arseniuro de galio, utilizadas en las granjas solares. Generan corriente continua al convertir los fotones de la luz en electrones mediante el ánodo (boro) y el catado (fósforo). Hay que proteger a la placa cuando de noche no hay luz suficiente, se necesita un diodo de bloqueo para que la energía almacenada no regrese y estropee la placa solar

La energía eléctrica de un panel fotovoltaico es corriente continua. Precisa de un elemento inversor, que la transforma en corriente alterna. La potencia nominal de un panel solar se mide a 25 grados centígrados; empieza a disminuir a medida que la temperatura los supera. Cuanto más suba la temperatura, menos va a producir. Por ello, la placa debe de estar protegida de los rayos del sol. Lo normal son las “superficies selectivas”, que tiene gran absorción y baja reflexión. Son superposición de capas. También pintarlas de negro favorece al edificio, pero refleja tanto como absorbe y produce menos energía.

Jacinto Seara | Escritor

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