Foro de São Paulo: hacia una nueva radicalización de los comunistas en Iberoamérica

Share on facebook
Share on twitter
Share on linkedin
FORO-DE-SAO-PAULO-ORTEGA-MADURO-
Hace casi cuatro años, en agosto de 2019, Caracas acogió el XXV Encuentro del Foro de São Paulo (FSP), la organización fundada en 1990 por el dictador comunista cubano Fidel Castro y por el guerrillero comunista brasileño Luiz Inácio da Silva, quien luego asumiría el mote de Lula.

 En 2023 el FSP se ha vuelto a reunir con toda la pompa, en el marco de su XXVI Encuentro. El propio presidente brasileño participó en la apertura de esta iniciativa. El sitio seleccionado para volver a las andadas no ha sido otro que Brasilia, en un contexto en el que justamente Lula da Silva ha vuelto al Palacio de Planalto para un tercer mandato.

El evento, con la participación de 150 representantes de más de una veintena de países, supone una demostración de fuerza de las formaciones comunistas de la región, que en los últimos años han logrado un avance importante al tomar los Ejecutivos de varios países, bien sea de manera directa o indirecta.

Aparejada a la vuelta al poder de Lula en Brasil, otros países de Hispanoamérica también han caído en las manos de Gobiernos proclives a favorecer las agendas radicales de la izquierda comunista. Tal es el caso del actual presidente chileno Gabriel Boric, o de su homólogo colombiano, Gustavo Petro, quienes, aunque no forman parte oficialmente del FSP, son vistos con abierta simpatía por sus integrantes.

Y es que el contexto de la región ha cambiado muchísimo desde la última vez que el pleno del Foro de São Paulo se reunió en Caracas. Por poner sólo dos casos: vale recordar que para 2019 otro de los miembros fundamentales del FSP, el dictador venezolano Nicolás Maduro, estaba en una encrucijada diplomática mundial tras haber cometido un fraude electoral para permanecer en el poder; al mismo tiempo que en la Casa Blanca estaba todavía instalada la administración de Donald Trump.

Al día de hoy muchos de los países del planeta que apoyaron la aplicación de sanciones económicas al régimen chavista han decidido «dejar hacer y dejar pasar» con el caso Venezuela, en un momento en el que Maduro parece haber tomado un segundo aire y pretende revalidar su mandato el año próximo en otras sospechosas elecciones presidenciales.

Entretanto, la llegada de Joe Biden y los Demócratas al poder nuevamente en los Estados Unidos ha significado un retroceso a las políticas de máxima presión  en países como Cuba o Venezuela, dándole así razones al FSP para sonreír.

La agenda del XXVI Encuentro del Foro de São Paulo no puede ser más cliché, y han debatido con temas absolutamente trasnochados como anti-imperialismo, lucha contra el neo-liberalismo. Obviamente, para no quedarse atrás, también lo han hecho sobre medidas contra el cambio climático, uso de las redes sociales y la amenaza de las «fake news».

Estos dos últimos temas son fundamentales a esta altura, dado que el propio Lula da Silva ha demostrado un interés especial en perseguir a la disidencia a su Gobierno basándose en la supuesta preservación de la verdad en los mecanismos alternativos de información y comunicación que suponen las redes sociales.

No resultaría extraño que, en tiempos en donde la censura ha ganado cuerpos de ventaja en la carrera de los grandes medios de comunicación mundial , sea justamente la lucha contra la información «no ajustada a verdad» la nueva piedra de toque utilizada por la izquierda radical para promover sus agendas.

Es imposible olvidar que el Foro de São Paulo surgió a principios de la década de los noventa esencialmente como un mecanismo de reacomodo de las izquierdas iberoamericanas frente al colapso de los socialismos reales en Europa.

En aquella oportunidad la decisión a la que llegaron Castro, Lula y los suyos fue la de hacer más potable sus intenciones criminales ante los ojos del mundo, llegando a la conclusión de que esto sólo sería posible buscando la conquista de nuevos espacios de poder a través de los métodos democráticos. La apuesta era, en todo caso, llegar a las presidencias de los países mediante los votos, dinamitar las instituciones y luego, desde allí, construir la autopista para afianzar su control político. Y lo están consiguiendo. Vaya si lo están consiguiendo.

(Con información de la gaceta)

Deja un comentario