La importancia de España y la Hispanidad frente al Globalismo es «esencial»

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El hispanismo está de moda y cada vez son más los que se levantan contra el discurso negrolegendario. Sus referentes no se engañan y saben que el poder que enfrenta esta nueva legión de escritores y pensadores es todavía «muy superior» en el orden cultural mediante el incesante desarrollo de la Leyenda Negra.
Una Leyenda que, como explica Sergio Fernández Riquelme, «sirvió ayer y sirve hoy», cambiando solo en quiénes la usan y por qué lo hacen. Pero su objetivo es el mismo: borrar del mapa el catolicismo como base generadora de una comunidad universal cristiana e impedir el «resurgir de una potencia colectiva capaz de generar ideas, sumar voluntades y crear sinergias» como lo fue la Hispanidad.

Sergio Fernández Riquelme es profesor de la Universidad de Murcia y director de la revista La Razón Histórica, entre otras muchas cosas. Ahora acaba de publicar  Manual de batalla contra la Leyenda Negra (Ediciones Chesterton).

Para él, batallar contra la leyenda negra no es un simple debate académico de intelectuales y menos una oportunidad de diversión o progreso académico. En esta batalla está en juego «lo que fue y lo que es España», pero también la comprensión de su origen y su sentido actual, el potencial del catolicismo como elemento generador, el establecimiento de barreras al globalismo o incluso a los postulados woke o la memoria histórica. La historia no es simple recuerdo. Es una ciencia con dimensión política y social, Magistra vitae desde la que inspirar proyectos comunitarios que pueden dividir y enfrentar o unir y relacionar. En este manual se apuesta por la segunda dimensión, usar el conocimiento del pasado para ilustrar a una generación de que hay valores, ideas y ejemplos que sirven para generar comunidad».

José María Carrera lo entrevista para Religión en Libertad y, por su interés, reproducimos fragmentos de la misma.

Pero, ¿cómo surge un arma tan poderosa como la Leyenda Negra, capaz de mutar y pervivir durante siglos y de permear incluso entre los que pretende destruir, los propios españoles?

Riquelme encuentra su origen en una coalición global de protestantes europeos en tiempos de Carlos I, decididos a destruir «el poder supraterritorial» del imperio español, incapaces de  aceptar «que dicho dominio surgiera en una región que soñaba con la Universitas Christiana opuesta a la homogeneidad y desde un férreo catolicismo«.

El protestantismo, «que consideraba atrasado y opresivo al catolicismo», buscaba ante todo «la ruptura de la unidad de la Cristiandad defendiendo la llamada libertad religiosa«. Pero también perseguía una motivación «institucional», usando el discurso negrolegendario como una simple «excusa» para desactivar «el brazo político de la Christianitas -luchando contra el Sacro Imperio, y con su real y global sucesor hispánico- y con su brazo espiritual -dejando a Roma sola ante el peligro-«.

De la leyenda negra protestante de ayer al indigenismo de hoy…

Ese pasado protestante vertebrador de la leyenda negra dio paso a lo que Riquelme considera un segundo pilar de la misma en el presente, «el indigenismo«, que «usa y abusa de esa Leyenda Negra para justificar la incapacidad de muchas de sus élites a la hora de superar problemas de subdesarrollo crónico o de dependencia» ante los Estados Unidos.

La Leyenda Negra, dice, «funcionó ayer y sigue sirviendo hoy», ya sea «para legitimar posiciones rupturistas» de ligazón con América o de la misma «integridad territorial española» como para «deslegitimar el bagaje civilizatorio que pervive y podría fundamentar propuestas de renovación bajo la Hispanidad o acusando a lo católico como enemigo del progreso».

La Hispanidad, «esencial» frente al Globalismo

Por todo ello, Riquelme se muestra convencido de que «ha llegado la hora, en sociedades proclamadas como democráticas y pluralistas, de ofrecer sin vergüenza esa opción hispanista que enseña lo que se hizo juntos y lo que quizás que se puede volver a hacer juntos».

Y el evidente resurgir hispanista es una clara muestra de ello con implicaciones directas frente al globalismo. Observa que, desde hace años, nuevas generaciones ven que peligran no pocos alcanzados ante diversas tendencias negrolegendarias.

Por ello, dice, se está asistiendo a un proceso de recuperación y defensa «del conocimiento y legado de esta obra universal, en una época de sorprendente reacción soberanista a lo largo y ancho del planeta para hacer frente a los riesgos homogeneizadores de esta segunda Globalización».

Para Riquelme, la importancia de la Hispanidad frente al Globalismo es «esencial» y la misma existencia de una «España soberana y capaz de defender su identidad frente a las tendencias neocoloniales globalistas, solo puede partir de esa Hispanidad».

Evidentemente, dice, «no se trata de restaurar un imperio». Más bien, el papel de la Hispanidad frente al globalismo pasa por «recuperar la potencia colectiva capaz de generar ideas, sumar voluntades y crear sinergias«. Solo así se puede dar un sentido a la nación española «frente a amenazas internas» como la ruptura de la unidad, la crisis demográfica o la destrucción de la familia, pero también «externas» como la pérdida de peso internacional o las migraciones masivas. «O se es soberano o se es vasallo. Y en este momentum, parece que hay que elegir».

«Lo católico», sustancial a la labor hispanista. 

Aunque es una evidencia y el mismo autor considera necesario «arrimar el hombro más allá de adscripciones», también menciona que la defensa del catolicismo debe integrar la batalla contra la Leyenda Negra: «El catolicismo, como fe y como identidad, fue consustancial a la Monarquía Hispánica y `lo católico´ marcó buena parte de su desarrollo».

Por ello, observa que la Hispanidad resultante «debe su pervivencia» no solo a una lengua universal, sino también «a un ideal trascendental que une y moviliza más allá de meros temas materiales«.

«Aquellos que propugnen el renacer de la identidad española fuerte y soberana tienen a su disposición la obra `generadora´ de la Hispanidad, como ejemplo de lo que hicieron `las Españas´. Pero no solo cuando se unieron en la misión común, sino cuando creyeron que esa misión tenía una dimensión espiritual e identitaria superior, en este caso ligada a la defensa y difusión de la Cristiandad a comienzos de la Edad Moderna», explica.

«El catolicismo, como fe y como identidad, fue consustancial a la Monarquía Hispánica y marcó buena parte de su desarrollo», destaca Sergio Fernández Riquelme.

Hacia un mundo hispánico renovado

Riquelme concluye con un mensaje de esperanza, convencido de que la historia muestra ´que «españoles e hispanoamericanos podemos hacer muchas cosas juntos».

Ante los retos globales, «la Hispanidad, como herencia civilizatoria, puede ser un modelo para refundar identidades nacionales soberanas, en Europa y en América». En este sentido, no es el primero ni el único en plantear la posibilidad de un «`mundo hispánico´ renovado, basado en la colaboración y la cooperación entre países, compartiendo juntos oportunidades y amenazas que son globales, y rescatando valiosos valores morales que superan fronteras».

«`Ex proeterito spes in futurum´, proclamaba Ramiro de Maeztu: en el pretérito podemos encontrar lecciones valiosas, no para revivir perpetuas cuitas pendientes, sino para vivir en la mayor armonía posible, material e inmaterialmente», concluye.

 

 

Colón, tras descubrir América.

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