¿Por qué los españoles ya no defienden su patria?: ¿España pierde su alma?

Un país anestesiado que ha dejado de amar su patria

Un sondeo del CIS revelaba que sólo el 16 % de los españoles estaba dispuesto a defender militarmente su nación. Esta cifra revela el escaso compromiso ciudadano con la defensa nacional y un preocupante déficit de orgullo patrio y refleja el grave deterioro moral e identitario que atraviesa España..

Este dato no solo refleja una debilidad estratégica,, sino de una alarmante y profunda desafección patriótica. Mientras Europa se rearma y se prepara para escenarios bélicos, España elige ignorarlo y prefiere mirar hacia otro lado. ¿Por qué hemos llegado hasta aquí?.

Dos causas necesarias pero no suficientes

Una explicación inicial, aunque superficial, es que España se ha vuelto un pueblo aburguesado y anestesiado. La comodidad material ha apagado el sentido del deber. Muchos prefieren preparar kits de emergencia antes que alistarse para defender su patria. Así, el 44 % de los españoles se prepara para una crisis con un «kit de supervivencia», pero solo un 16 % se ofrece para la defensa militar.

Este individualismo egoísta ha sustituido al sentido del deber. El concepto de “sacrificio por la patria” se percibe como anticuado o incluso peligroso. Los valores eternos de la civilización —honor, deber, lealtad— no pasan de moda, se abandonan, porque la sociedad española ha renunciado a ser libre.

En segundo lugar, y en tanto en cuanto explica la participación en una posible extensión europea del conflicto ucrania rusia. Muchos jóvenes españoles rechazan morir por los dictados de la OTAN o la Unión Europea, organismos que no defienden sus intereses. Han comprendido que les quieren como carne de cañón en guerras e intereses ajenos. Solo responderán si España es atacada directamente, no si se les envía a defender intereses de terceros, de élites globalistas.

Por eso, más del 55 % apoya aumentar el gasto militar, pero sin implicarse. No es su guerra. La OTAN no les representa. los jóvenes españoles renuncian a luchar y morir por organismos internacionales que no defienden los intereses nacionales.

Ambos factores son reversibles. Si un enemigo invade nuestra patria, los valores se transforman. Entonces, el sacrificio ya no se ve como un capricho, sino como una obligación.

La raíz del problema: odio de la izquierda cultural y política a España

El problema de fondo, el más difícil de erradicar, es el odio sistemático que la izquierda política y cultural profesa contra España, su historia, y la religión católica que es la esencia de España. No se trata de una cuestión puntual ni de simples diferencias ideológicas: es una estrategia sostenida durante décadas que ha buscado minar los pilares mismos de nuestra identidad nacional. Este odio no surge de la nada. Decir España es decir catolicismo y viceversa, y que, por tanto, debe ser desmantelada, deslegitimada y desmembrada.

Las palabras de José Luis Rodríguez Zapatero, al reconocer que no sabía “qué era eso de España”, o el “asco” que confesó sentir Pablo Iglesias al oír su nombre, no son simples salidas de tono. Son declaraciones programáticas, expresiones nítidas de un odio cultural que ha calado hondo en generaciones enteras educadas en el desprecio a su país. Estas frases revelan una enfermedad espiritual que corroe desde dentro: una España a la que se le ha enseñado a avergonzarse de sí misma, a renegar de su historia, a despreciar su bandera, su lengua común y sus símbolos compartidos.

Este odio se traduce en políticas concretas de fragmentación, en cesiones constantes al separatismo, en el ataque a la lengua española en regiones enteras, en la criminalización de la hispanidad y en el desprestigio de la identidad común.

Todo ello con la complicidad de medios de comunicación subvencionados, sistemas educativos adoctrinados y élites que han abandonado cualquier compromiso con la verdad y la nación y que han trabajado durante años para fomentar una visión autodestructiva de España. Se exaltan errores, se ridiculizan gestas y se ocultan las contribuciones al mundo. El resultado es claro: una juventud sin raíces, sin referentes, sin patria.

En vez de fortalecer el orgullo nacional, se ha impuesto el identitarismo fragmentario, el internacionalismo sin alma y la sumisión a agendas impuestas desde fuera, como la Agenda 2030 o las políticas de género de Bruselas.

Recuperar el orgullo, recuperar la nación

La única salida es recuperar la educación patriótica, reivindicar nuestra historia y reconstruir el orgullo de pertenencia. Hay que enseñar que la libertad no se hereda: se defiende. Debemos sentirnos orgullosos de nuestra historia, de nuestro pasado y de nuestros héroes. Ellos forjaron la patria que hoy habitamos.

España posee, quizás, las gestas históricas más admirables de Europa y del mundo entero. Dio hombres y mujeres que lucharon por la fe, la verdad y la patria. Hoy, nos corresponde reconquistar el alma nacional.

A pesar de todo, España sigue viva en el corazón de quienes no se resignan. Nuestra historia no ha terminado: está por escribirse cada día con coraje, con fe y con esperanza. Somos herederos de una nación que cruzó océanos, que defendió la verdad y que alumbró civilizaciones. Esa misma España que forjaron nuestros antepasados merece hoy ser defendida con la misma pasión. Merece la pena luchar por España, porque su alma no está muerta: espera ser despertada por quienes aún creen en su grandeza. El futuro no está perdido. El orgullo de ser español es la llama que puede devolvernos la libertad.

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9 comentarios en «¿Por qué los españoles ya no defienden su patria?: ¿España pierde su alma?»

  1. No es tan fácil, cambiar las torpezas a drede, que se han implantado desde hace más de 50 años, POR TODOS LOS GOBIERNOS CORRUPTOS ,FALSOS Y TRAIDORES. que estamos padeciendo, ante la inoperancia de los que se han quedado al margen de la mierda…política…?quizás algún año se despierten del letargo y reacionen con la espada española?
    a cortar los tallos, ya hechos troncos de la envidia y el rencor de los muchos enemigos que han abortado nuestros mismos políticos.
    Que pronto sea el despertar. o de lo contrario, no hará falta la espada , sino la carretilla…

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  2. Nuestro «problema nacional» es serio. También el europeo.
    Por supuesto,…..de soluciones con espada,…..nada de nada. Estamos aburguesados, pero no locos.
    Se hace necesario: recuperar la sensatez.
    Hemos de hallar el modo de apoyarnos fuertemente en nuestros valores identitarios, culturales y cristianos, para contribuir eficazmente a la inevitable y deseable globalización, de modo equilibrado (reto muy difícil), que marque una positiva nueva época de avance y mejora global de la Humanidad.
    Para trabajar, pacífica pero con firme resolución en este proyecto, debemos convocar a las inteligencias más preclaras de nuestro país, y a la juventud española. Una labor ardua que requiere de algunos líderes con inteligencia, fe, buena voluntad, espíritu de servicio sacrificado…..y mucha organización y paciencia. Si no surgen esos líderes,……olvidémonos de este magno proyecto, y aguantaremos lo que venga. Saludos

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  3. Tras 50 años de antipatriotismo este es el resultado, lógico. Lo chocante es que aún ha revivido, poquito, tras el «golpe» separatista y los «desastres naturales-pero-politicamente-incentivados». Yo como patriota soy cada vez más desafecto al R-78. Y millones de españoles, que no queremos ser expañoles igual.

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  4. Menos mal que estos datos provienen de una encuesta del CIS de Tezanos.
    España no es sólo su historia, gentes y territorio. España inspira y reúne lo mejor de toda la humanidad. Por ello tenemos el deber de propagarlo entre nuestros descendientes y recuperar España para el mundo, a pesar de una modesta economía.
    Y el sentido de defensa y líder al que seguir, depende mucho de la ejemplaridad de nuestro gobierno, representado por «El galgo de Paiporta».
    Menos mal que tenemos la institución que mejor cumple hoy día, con el Rey Felipe VI y la Princesa Leonor al frente de la Corona española, demostrando ambos su ejemplaridad y patriotismo a diario.

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  5. ¡ESPAÑOLES, DESPERTAD!

    ¿Dónde quedó la llama que encendió nuestras gestas más gloriosas? ¿Dónde están los hijos de Viriato, de los Reyes Católicos, de los que cruzaron océanos, conquistaron imperios y resistieron invasiones? Hoy, mientras la historia clama y la patria sangra, muchos miran hacia otro lado. ¿España pierde su alma? ¡No! ¡No si nosotros no lo permitimos!

    El problema no es la falta de alma, sino el letargo de una nación que ha sido adormecida por el ruido, el conformismo y la mentira. Nos quieren divididos, humillados, desmemoriados. Pero España no está muerta: está secuestrada por quienes la desprecian, por quienes viven de ella mientras reniegan de su nombre.

    ¡Es hora de recordar quiénes somos! No somos un pueblo cualquiera. Somos la cuna de Cervantes, de Velázquez, de Teresa de Jesús y de Blas de Lezo. Somos la nación que hizo retroceder al islamismo en Lepanto y al comunismo en Brunete. Somos los que en mil batallas cayeron, pero jamás se rindieron.

    Hoy no se nos pide tomar las armas, sino levantar la voz. Se nos pide amor a lo propio, orgullo sin complejos, coraje sin miedo. Se nos pide que no dejemos que otros roben la bandera, distorsionen la historia o vendan la patria por un puñado de votos o de poder.

    España no perderá su alma si cada español decide hoy, aquí y ahora, recuperarla. ¡En el hogar, en la escuela, en las urnas, en las calles! No basta con lamentarse. ¡Hay que actuar! Con dignidad, con decencia, con determinación.

    Porque no hay mayor honor que defender la tierra que nos dio la vida. Y no hay mayor traición que callar cuando esa tierra está siendo pisoteada.

    ¡ESPAÑA VIVA! ¡ESPAÑA UNA, LIBRE Y ETERNA!

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